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Milei, sí sos bienvenido a Córdoba

Por Lea Ross

Cuando el Lord Jamón era recibido por el gobernador Martín Llaryora en el Aeropuerto Taravella, un joven tocaba su violín en la plaza San Martín, con su gorra en el suelo para recibir colaboraciones de los peatones. La tocada se interrumpe por una ligera ronda encabezada por personas jubiladas. “¡Paso, paso paso! ¡Se viene el jubilazo!”, grita alguien con el megáfono en mano. Ante el abrupto cambio sonoro, el joven músico guarda su instrumento.

Milei y Llaryora viajaron en autos separados, rumbo al Complejo Ferial, al noroeste de la capital cordobesa, a más de 10 kilómetros del centro de la ciudad y de la sede de la Fundación Mediterránea, entidad que celebraba sus 47 años de existencia a pesar de que fue pergeñada el 6 de julio. El operativo de seguridad fue sofisticado. Quienes estuvieron presentes en el evento resaltaron que, en la entrada, había dispositivos con escaner para registrar el interior de los bolsos, como si se trata de otro aeropuerto.

En el momento en que los organizadores de esa actividad pedían más sillas al estar colmada la sala de dirigentes políticos y empresarios, las calles céntricas expusieron manifestaciones aisladas y austeras. Empezó con un corte de media calzada en uno de los puentes, sin presencia piquetera sino más bien universitaria. En el medio: la mencionada ronda de personas jubiladas. Y finalmente, concentraciones en la calle Vélez Sarfield donde se invocaba al Cordobazo o la “unidad de los trabajadores”. Lo que se expuso fueron los “internismos” de siempre. La unidad como un sueño eterno.

A pesar de lo que decían las pancartas, Milei sí fue bienvenido a Córdoba.

Dicen que soy aburrido

Después de unas breves presentaciones de Martín Llaryora y Pía Astori, presidenta de la entidad empresarial, Milei ejerció un discurso de 79 minutos. Para el diario local Alfil, que pone su cuota de socio a la Mediterránea, lo calificó como “un speech por momentos críptico y aburrido”. Para el portal InfoNegocios, tuvo “más tecnicismos de lo necesario”.

Entre sus puntas autoelogiosas, el león negó que su gobierno esté fijando “el tipo de cambio”, sino que en realidad se aplica un “crawling peg”, es decir, intervenir el precio del dólar a que suba 2% por mes (o sea, están fijando el tipo de cambio). Además, dijo que en diciembre no “devaluaron”, sino que “sinceraron” los precios, y que eso fue lo que llevó a que el INDEC expusiera que el primer trimestre Argentina tuviera una pobreza promedio del 57%, porque ya “estaba ahí… Pero era más fácil ocultarlo”. El presidente pronostica que el último trimestre se cerrará con 49% de pobres, es decir: “bajaremos 8 puntos la pobreza en nuestro gobierno este año”.

Subrayó que para un “gobierno liberal libertario” es imposible poner fechas para concretar determinadas medidas, como sacar el cepo, porque al tener una defensa a ultranza del mercado, todo “depende de las decisiones de los individuos”. También dijo que cumplió con sus promesas de campaña, donde lo sintetizó en tres símbolos: motosierra, billete de dólar y bandera de Israel. Para cuando termine su intervención, su hermana Karina le avisará que en la ONU, el país votó en contra del bloqueo cubano, a espaldas de los estadounidenses y los israelíes, como viene ocurriendo desde hace décadas. La destitución de la canciller cordobesa Diana Mondino mantiene hasta hoy en un torbellino de especulaciones sobre complots todavía sin resolver en La Libertad Avanza.

Los aplausos tribuneros fueron insistentes y con distintas intensidades. Las focas hacían palmas incluso cuando el invitado opinaba sobre Boca Juniors y Riquelme. Hablando de cuestiones futbolísticas, a su ministra Patricia Bullrich la calificó como alguien que tiene las “pelotas como el Mario Alberto Kempes”, en referencia al Estadio Chateau que está frente al Ferial.

Y cerró: “Vamos a dolarizar y a eliminar ese cáncer del Banco Central. Se terminó la estafa de los políticos”. En el tramo final, se contempló que los aplausos, en realidad, fueron fogoneados por un sector juvenil, identificados con llamativas camisas blancas.

A nivel nacional, lo que más se subrayó del discurso de Milei fue cuando involucró a Raúl Alfonsín de un “golpe de Estado”, en referencia a la caída de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001. También responsabilizó de eso a Eduardo Duhalde, donde también remarcó que en su cargo como presidente interino “pesificó” las deudas del grupo Clarín, en referencia a la Ley de Entidades Culturales como salvataje a la salida de la Convertibilidad.

Diego Genoud, en una columna para El Destape, aseveró que a Milei “los fantasmas del 2001 lo acechan y nadie sabe cómo puede terminar la historia. Por alguna razón, el líder de la extrema derecha necesita hoy atacar a Alfonsín y trazar una línea de identificación que lo une con el presidente que decidió mantener inalterable la ficción contable de la Convertibilidad, aún en su agonía”, en referencia al que le decía aburrido. “Con su ataque a Alfonsín y su defensa de De la Rúa, Milei invoca lo mismo que omite: las multitudes que impugnaron en las calles a un plan de ajuste que combinaba endeudamiento y recesión con pobreza y desocupación. También en eso Milei se cree una excepcionalidad histórica”, cierra Genoud.

De hecho, Pía Astori, hija del fundador de la Mediterránea, calificó a la Convertibilidad como el “único plan económico que dio estabilidad por diez años”, al haber durado diez años. Ambos presidentes, Astori y Milei, omiten estos números de la Oficina de Evaluación Independiente del FMI. Así como en los noventa la inflación fue prácticamente inexistente, la balanza en cuenta corriente tendió a ser negativo hasta llegar a dos dígitos negativos en porcentaje del PBI. Eso fue porque las importaciones estuvieron por arriba de las exportaciones, además de que la deuda externa tuvo un continuo crecimiento.

En la actualidad, está pasando exactamente lo mismo, con la diferencia que entran dólares por el blanqueo de capitales, pero que luego se queman para, por ejemplo, otorgárselos a quienes quieren vacacionar en el extranjero. Varios analistas advierten que las inversiones a la economía real no llegarían si no se saca el cepo.

Cuando Milei ya se estaba retirando, y los comensales probaban sus bocados en sus respectivas mesas, las próximas exposiciones eran más aburridas que técnicas. Salvo la del politólogo Andrés Malamud, que previo a subir al escenario publicó en Twitter que le parecía “muy bien” que Milei haya hablado mal del padre de la democracia, porque “esa libertad se la debe a Alfonsín”. Siendo la única intervención critica del gobierno, sostuvo que la actual gestión tiene una estrategia “muy inteligente”, que es “federalizar la economía”. Esto se debe a que nació como una fuerza política porteña, pero que no se le escapa que sus votos triunfantes se expandieron en provincias por fuera del AMBA. De ahí el lanzamiento del RIGI para lograrlo, aunque eso implique hacerlo “extractivamente, no productivamente”. “Ahí tenemos un problema a largo plazo, generacional: apuntar a los jóvenes, sobre todo a los jóvenes varones, que son el apoyo que sustenta este movimiento”, sostiene el pensador, en referencia a que esas inversiones demandarán mano de obra más sofisticada.

Finalmente, sentenció que el “éxito” del gobierno será cuando “pierda las elecciones” del 2025. Se refería a las elecciones bonaerenses, conocida como la madre de todas las batallas, donde los medios porteños lo inflarian como la más importante. Para Malamud, eso lo llevará a plantear mayor encono con el resto de la dirigencia y ser más modulado… y más casta.

Los azos

Volvemos a las calles. Mientras Milei hablaba, lo mismo hacían algunos dirigentes sindicales arriba de su propio escenario, frente al Patio Olmos. “Este gobierno quiere una clase trabajadora con poca formación y que sea mano de obra barata”, sentenció Leticia Medina, del gremio de universitarios ADIUC y continuó: “Que no nos hagan creer que son los empresarios los que nos dan trabajo. Nosotros les garantizamos a ellos que puedan producir riquezas, que somos los que ponemos el lomo todos los días”. Aldo Arevalo, del sindicato de Judiciales, sentenció: “Vienen por quienes laburamos, vienen por nuestra renta. Solo se acumulan ganancias para estos poderosos. Y hoy tenemos a este ‘elemento’ en la Nación. El traspaso de miles de millones de pesos diariamente de los que menos tienen lo acumulan ellos”.

Desde la UTEP, que integra a trabajadores de la economía popular, Iván Córdoba aseveró que “la casta sigue comiendo asado a espalda de los trabajadores”. Aseveró que “no hay ajuste que pase con paz social. Y el conflicto se va a profundizar”, pero reconoció que se requiere “más unidad para confrontar a este gobierno”. Por el lado del Sindicato de Empleados Públicos (SEP), Sergio Castro reconoció que “hay una necesidad de dejar a un lado las miserias de los dirigentes y estar al lado de los compañeros trabajadores. Tenemos que volver a caminar repartición por repartición, fábrica por fábrica”. También hizo críticas a la gestión de Llaryora: “A este gobierno de la Provincia le decimos que los empleados públicos tenemos un sueldo de miseria. Y a los medios de comunicación que nos dicen que tenemos privilegios, ¿por qué no se fijan que también tienen sueldos de miseria los compañeros que trabajan allí?”.

“Hay que hacerse cargo que esta provincia le dio el 74% de apoyo. A llegado la hora de la reflexiones, de dejar a un lado las ambiciones, de la unidad, más allá de las diferencias”, cerró Castro.

En el tramo final, el mismo jubilado con megáfono en mano se metió en la concentración y gritó “¡Paro! ¡Paro! ¡Paro! ¡Paro general!”. Los sindicalistas cedieron ante el griterío individual y acompañaron la arenga con el mismo cántico: “¡Paro! ¡Paro! ¡Paro! ¡Paro general!”.