“Hay un nuevo momento de la historia: ya no estamos solas”
En Agua de Oro, estudiantes del IPEM 387 realizaron una sentada frente a su Colegio, ubicado sobre Ruta E-53, por casos de acoso de docentes. La organización tuvo sus frutos: tras un largo camino, sus reclamos fueron escuchados. ¿Cómo lo lograron?
Por Flo Straso
Las Sierras Chicas cordobesas fueron noticia y no por sus atractivos turísticos, sino por la fuerza ejemplar de la juventud del IPEM 387, que el fin de semana pasado supo organizarse para canalizar un reclamo histórico contra casos de acoso y respuestas erróneas de la dirección. Conversamos con Eli García, presidenta del Centro de Estudiantes, quien -junto a un grupo de pibis-, accedió a contarnos la experiencia en primera persona del plural. Spoiler: tengan a mano cuaderno y lapicera porque es para tomar nota.
–¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a hacer esta sentada?
Los motivos fueron un acúmulo de casos hace 20 años, porque el testimonio más viejo que tenemos es el de una madre en 2001, y otro más reciente, del 2008. Después, testimonios de una piba sobre docentes de la institución que acosaban verbal y físicamente a estudiantes mujeres y violentaban a estudiantes varones. Esto nos llevó a otro testimonio sobre un maltrato que hubo por parte de directivos al momento de contar algo que le había pasado a una piba y eso, en parte, nos hizo estallar.
Todo lo que venía acumulado en 20 años desbordó de forma completa y fuimos a pegar carteles que luego nos arrancaron. En el proceso hubo varias instancias de diálogo que eran o monólogos de los directivos -sin dejarnos hablar, sin escucharnos, sintiéndonos ignorados-, o comparándonos con una caza de brujas, diciéndonos que detrás de esa persona había una familia, un trabajo, un estigma social y que le podríamos arruinar la vida. Se trató de cuestionar que no teníamos que hacer esto. Entonces un día dijimos basta: tenemos que pasar a un método más efectivo en donde se nos escuche y que a la vez sea un espacio de descarga, porque la verdad no tuvimos ni tiempo para desahogarnos porque fue enterarse constantemente de nuevos testimonios. Entonces, para que se nos escuche y para poder encontrarnos-contenernos, dijimos: Hagamos una sentada.
-¿Cómo se organizaron?
La sentada la organizamos en un fin de semana, hubo pibes de hecho que se enteraron ese mismo día lunes, pero la necesidad fue tal que todos se fueron a sentar aunque se enteraran cinco minutos antes. No hacía falta dar nombres porque ya todos lo teníamos asumido… Fue poner día, hora y consigna, hablar con un grupo de padres para que nos fuera a apoyar, cuidarnos y preservarnos; y también con tutores que nos bancaron todo el día. Pero en sí nos organizamos en ese mismo momento… Hicimos un petitorio con los testimonios recolectados durante dos semanas, lo convertimos en un documento que lo pasamos a dirección, y también resolvimos que dejen salir a los chicos de las aulas. Fue bastante violento en un principio, pero lo que nos organizó fue la necesidad, todos actuamos como un cardumen de “si uno va, todos vamos”.
–¿Cuáles son sus reclamos?
Reclamamos algo muy entendible: que se nos escuche y que se saque a esos docentes… Porque no te dan ganas de ir al cole sabiendo que estás en clase y que esas personas vulneran tus derechos, de una forma sexista y machista, que se dan el permiso de tocarte y opinar sobre tu cuerpo. Por eso nuestro reclamo era que no estuvieran, para poder ir por las aulas y los pasillos tranquilas.
Después otro reclamo es la aplicación de la Educación Sexual Integral (ESI) de una manera no sólo biologicista, porque si nos la hubiesen dado de manera integral no hubiéramos naturalizado el acoso; hubiésemos aprendido a identificar previamente las situaciones que estábamos viviendo. Y también, que el personal se capacite en Ley Micaela que básicamente es una ley y hay que cumplirla.
–¿Qué respuestas obtuvieron de las autoridades escolares?
En un momento de la sentada, Inspección habló con nosotros. Nos dijo que iba a garantizar que se dieran los cursos de Ley Micaela y ESI a todo el personal y también que iban a apartar momentáneamente o para siempre -no se sabe- a estos docentes. Digo que no se sabe porque es una cuestión de Juicio, pero mientras se hace el proceso de investigación nosotros no tenemos que ver más a esas personas, lo que nos genera una sensación de tranquilidad muy grande. Es un triunfo muy grande. Tuvimos la respuesta que quisimos, tal vez no en la forma o en las instancias que esperábamos -porque se tendría que haber resuelto sin la sentada y sin perder un día de clases-, pero lo obtuvimos y eso es un logro muy grande.
-¿Se sintieron acompañados en este reclamo?
Sí. Yo particularmente, como estudiante y mujer (fuimos nosotras las que sufrimos el acoso), me sentí muy acompañada por mis compañeros varones… Todos se pusieron la 10 y salieron a bancar, a defender, a testimoniar. Es sorprendente que le digan a otros docentes hombres “no, no se puede hacer esto” o que se lo digan entre ellos.
Además, nos acompañó un grupo de docentes que se armó para bancar nuestras necesidades y que estuvo sentado hasta último momento, que nos acompañó, nos ayudó e informó. Y también por un un grupo de padres autoconvocados. Así que sí, nos sentimos súper acompañados.
–¿Qué mensaje quieren compartir con la sociedad?
Uy, esta es la respuesta que más nos costó. Pero ahí va: El mensaje es que hay que organizarse y luchar por los derechos que son justos, que las pibas no tengan miedo de hablar con amigas, profesoras o centro de estudiantes porque hay un nuevo momento de la historia que es que ya no estamos solas; podemos hablar y decir todo eso que no se dijo antes.
A los pibes, decirles que está re piola que banquen a sus compañeras y que lo tomen como una lucha que es suya, porque también es suya. Y a los docentes, que no revictimicen, que escuchen, que ayuden…
En general, lo que nos quedó es que no está bien revictimizar y que estas cosas no van a parar de pasar a menos que te organices. Ahí parás, decís basta y te haces escuchar… A veces es tedioso y te puede llevar a la frustración o a la sensación de que no se puede hacer nada. Pero sí se puede hacer algo, como empezar pegando carteles y después sentarse, que parece algo super complejo, pero la parte más compleja fue animarse a hablar. Después aparecen las cosas buenas y motivadoras, las que te ayudan a encontrarte y perder el miedo, y también el hecho de que se haga justicia y que ya no tengan que pasar estas situaciones.
- ¡Gracias totales, Eli y compañía!