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El multiverso pochoclero

Por un lado, una visita a un encuentro serrano sobre problemáticas ambientales. Y por el otro, un recorrido por un congreso mundial sobre maíz transgénico. En ambos se reflejan la autopercepción de la autorregulación del mercado y la desviada mirada sobre la desregulación de la política.

Por Lea Ross

Todo parece estar calmo en el Valle de Calamuchita, luego de un fin de semana centralizado en el Oktoberfest. Pero no estamos en Villa General Belgrano, sino en Villa del Dique, una comuna pegada a un embalse. Un austero escenario recibe a artistas de distintos pagos para tocar, cantar y bailar. Al lado, se venden productos gastronómicos, incluyendo pururú. En el interior de un centro cultural, se realizan charlas y debates. Es el segundo Encuentro por el Ambiente y el Arte Popular, organizado por la Asamblea Salvemos al Cerro.

La organización se armó en plena pandemia, cuando percataron los impactos que generaba una inversión de la empresa desarrollista GNI Propietarian a la vera del lago: “Antes se podía recorrer el cerro. Y ahora, hay dos garitas. Y la costa dejó de existir, porque construyeron casas”, explica Gabriel Marco, integrante de la asamblea. Los cambios en la geografía se visibilizaron al contemplar montículos de tierra en el único camino montañoso: “Ya no podías pasar tan libremente. Eso era porque estaban cortando más arriba para construir las casas de lujo”, detalla Laura Igarzal. “Los fondos de esas casas están suspendidas en el aire. Y cuando el lago sube, quedan al borde. El fondo de sus casas es el lago”, señala Laura, a lo que Marco puntualiza: “Es un puerto”.

Obras de GNI en Villa del Dique. Gentileza: Asamblea Salvemos El Cerro.

GNI Propietarian, impulsores de paradigmáticos edificios glamorosos en la capital, fue creado por dos arquitectos de la localidad de General Deheza. Por ende, supieron sacar provecho del boom sojero para derramarlo sobre la construcción en ladrillos. Uno de ellos, Roque Lenti, dirige la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba, principal lobby de ese sector. Y según comentan Laura y Gabriel, Roque tiene un domicilio en Embalsina, el barrio más top de Villa del Dique: “Él tiene una casa de fin de semana y se presenta como un vecino más”.

Un caso parecido lo exponen las integrantes de “Almaverde”, vecinas de Almafuerte, cuyo municipio decidió reactivar un complejo turístico, pegado al sur y este del lago Piedras Moras. La función pública se encargó de todos los trámites, pero luego licitó el negocio a Tigero Group, cuyos activos están incluso en países vecinos. Para noviembre, la Facultad de Química de la Universidad de Córdoba expondría los resultados de unos análisis hidrológicos para conocer la situación del embalse. “El servicio de agua potable de Almafuerte es pésimo. Y siguen intentando urbanizar las costas”, comentan desde “Almaverde”, contemplando cómo el modelo turístico de Carlos Paz se replica en otros valles.

Poco pochocleros

La palabra “maíz” proviene de mahis, de la lengua del pueblo taíno, que habitaba en la zona norte-céntrica de nuestro continente. En la actualidad, México sería el que más lo consume, ya que es su base piramidal nutricional, a diferencia de acá que es ocupado por el trigo. Pero nada de esto se habla en el Primer Congreso Internacional del Maíz, llevada a cabo en la ciudad de Córdoba, en particular en el Complejo Ferial. El establecimiento principal lleva de nombre “Juan B. Bustos”, en homenaje al primer gobernador de la Provincia. Pero las salas interiores, donde se realizan las charlas, están bautizadas con nombres de multinacionales: Sala Bayer, Sala Syngenta y Sala KWS.

En el exterior, contemplamos grandes cosechadoras y un vehículo con motor a base 100% de bioetanol. En los stands, se promocionan silos, agroquímicos y drones. La que pertenece a la Secretaría de Ambiente de la Nación, proyecta como dato en su pantalla de que en una década nuestro país duplicó su producción maicera, destinado principalmente para el forraje vacuno y avícola, tanto para carnes como para huevos. Pero la presencia juvenil se interesa más por un puesto donde ofrecen cascos de realidad virtual. “Lo que se muestra son los distintos eslabones de la cadena de valor del maíz”, me comentan los encargados.

A pesar que la variedad de choclos, de norte a sur, se denota por su diversidad cromática, eso no se traslada en las exposiciones, donde se repiten los mismos conceptos. Juan Astini es el primer expositor del congreso y trabaja para Corteva, que era la rama agrícola de la química Dupont. Enfatiza tres palabras, que serán reiterativas en el resto de la jornada: rendimiento, sustentabilidad y digitalización. “En cuestiones de manejo y mejoramiento genético, en los últimos 20 años, el NEA ha crecido y hoy es una potencia en producción de maíz”, señala.

Para Daniel Aguzin, del área comercial de Bayer para Argentina y Uruguay, si en dos décadas habrá 10 mil millones de habitantes en el mundo, “se necesitará 70% más de alimento, con la misma tierra cultivable o con leve declino por el cambio climático”. Por eso dice que es un doble desafío combatir el efecto invernadero y elevar la productividad: “Pensar solo en la bolsa de semillas ya no es suficiente, sino que hay que pensar en la bolsa más un paquete de datos, donde podemos recomendar, sugerir cuál es la densidad óptima y lo que recolectamos del pasado para ver cómo producir más con menos recursos”.

Matías Cardascia, de Syngenta, dice que “el maíz es sinónimo de sustentabilidad. Nos da tres veces más de residuos o rastrojos que la soja, y la calidad, que se mide por la relación carbono-nitrógeno, es dos veces más alta”. Ergo: “no solo es fundamental hablar de nutrición de los cultivos, sino también de los suelos”. “Desde de la siembra directa, la gran revolución de la agricultura viene dada por el uso eficiente de insumos”, señala Matías, repitiendo las tres palabritas que dijo Daniel.

Bernhard Kiep es de San Pablo, estudió en Harvard y señala que el cultivo generó una unión entre Argentina, Brasil y Estados Unidos: “¿Por qué? Porque tenemos cerca del 70 u 80% de exportaciones de maíz del mundo. Somos el mayor exportador de proteínas”. Señala que “es una locura que se diga que no hacemos agricultura sustentable. El suelo es mi patrimonio. Es como mi mujer y mis hijos”.

Agustín Torroba se presenta como un especialista en “bioeconomía”. Dice que el 85% del bioetanol global proviene de nuestro continente, pero el 65% se obtiene por el maíz, el resto es de la caña de azúcar: “Como corolario de esto, hay una tendencia que los precios del azúcar y el maíz, cada vez estén más conectados”.

Agustín presenta un mapa donde más de 60 países cortan la nafta para ingresar bioetanol en los motores. Estados Unidos solo lo hace en una décima parte. Los más altos los tienen Paraguay (25%) y Brasil (27%). El primero tuvo su impulso luego del golpe de Estado contra Fernando Lugo en 2012. Mientras que en Brasil, venía empujando de la mano de Lula da Silva, teniendo como visitante a George W. Bush. En ese entonces, Fidel Castro había escrito que las naciones ricas “ofrecen financiamiento a los países pobres para producir etanol, a partir del maíz o de cualquier otro tipo de alimento, mientras no quedará ningún árbol para defender a la humanidad del cambio climático”. Según Agustín, solo el 15% del maíz mundial se destina para el bioetanol y los stocks son un 25%: “Esto habla que ese maíz está disponible. Si no existiera la industrial del etanol, ese maíz no se produciría. Por ende, contribuye a reforzar la seguridad alimentaria, además que produce granos destilados que son alimentos de altos valor proteínico”.

Agustín le pasa el atril a Juan Díaz, nacido en Colombia pero que trabaja para U.S. Grains Council, una autodenominada organización sin fines de lucro que promueve el aprovechamiento de granos para beneficio de Estados Unidos. Por eso actúa como un vocero de aquel país, al describir que en las 208 destilerías que tiene el país del norte se procesa el 34% de su maíz local; el 50% es para el forraje y una mínima parte para consumo humano. Como si fuese un conquistador de siglos atrás, no tuvo mejor idea que cerrar su exposición de la siguiente manera: “Ustedes en Córdoba están sentados en una pila de oro”.

La única charla donde se espera una polémica, que no se concreta, es el de juventudes, donde además de referentes veinteañerxs del mundillo del agrobusiness, también está Dana Oyarzabal, de Jóvenes por el Clima. Todxs coinciden que su principal inquietud es la desigualdad. Incluso, quienes recorren las tranqueras confesaron haber detectado casos de productores donde retornaron a la vieja labranza. En el caso de Dana, puntualiza las denuncias por fumigaciones y rescata la lucha de las Madres del barrio de Ituzaingó Anexo. María Macor ocupa un cargo en Aapresid, que congrega a quienes aplican agroquímicos, y le responde: “Cuando se realiza mal una aplicación, el primero que lo sufre es el productor, porque vive en el campo”. Dana y María eran recién nacidas cuando aparecieron los primeros síntomas en el mencionado barrio. La sentencia del juicio, llevada a cabo en 2012, confirmó que el sojero condenado había ocultado sus bidones debajo de una cama en uso, incluso los que contenía DDT.

Llega la hora del almuerzo. El presente cronista sabía que solo se iba a ofrecer comida chatarra en food strucks y por eso se trajo su propia vianda: una ensalada agroecológica. El único maíz que se pudo contemplar es un puesto de venta de pururú, donde también venden un vaso chiquito con café a 400 pesos.

Muy pochoclero

En donde sí hubo polémica fue en Villa del Dique. Pablo Riveros es jefe comunal de Villa Ciudad Parque. Explica que en su gestión, impulsan alimentos agroecológicos para colegios y jardines, cuentan con un polo de producción canábico y modificó el código de edificación para frenar los loteos en la montaña: “Es una experiencia genuina, con muchas dificultades. Pero con una valentía enorme y con una decisión política de transformar”. Con una mirada escéptica, Roberto “Tato” Iglesias, impulsor de la Universidad Trashumante, pide la palabra.

-¿De qué partido sos?

-¿Yo? Soy de un partido vecinal.

-No, pero vos de qué partido a nivel nacional perteneces.

-Yo, en particular, soy peronista.

-Me llama la atención esa cuestión de deslindar con lo que pasa en el país, como si tu comuna fuera una isla o un paraíso. La cuestión pasa sobre cómo se puede cambiar el sistema, si es desde adentro o desde afuera. Obviamente, la ha ganado el “desde adentro”. Yo creo que se puede cambiar desde la intemperie.

-Yo te invito a conocer la experiencia nuestra, de la cual muchxs de quienes participaron de la Universidad Trashumante han pasado. Y evidentemente, parece que hablás desde un desconocimiento fuerte de nuestra experiencia, que para nada está aislada de la experiencia política y social del país.

-Vos sos aliado de Aníbal Fernández y de Sergio Berni.

-Nosotros tomamos la decisión de hacernos cargo de nuestra comunidad.

-Este gobierno promueve la megaminería y Monsanto. Y persigue a los mapuches. Trato de encontrarle la coherencia. Además, si no asociamos los problemas socioambientales a los problemas políticos, estamos perdidos. No es solo un problema de la naturaleza, sino un problema político, ideológico y de construcción de poder popular, no gubernamental. Hace años que venimos en decadencia y nadie tiene idea del nivel de destrucción que tiene la República Argentina.

-A mi me interesa más discutir modelos de desarrollo y no tipificar personas. Porque preguntar qué partido pertenece cada uno es como si fuera un macartismo dado vuelta.

-Yo no cuestiono lo que hacen ustedes. Estoy cuestionando el modelo de desarrollo. Y el modelo de este país va hacia un no desarrollo. Más, con una corrupción absoluta y brutal. Más, con un salvajismo político impresionante. No sé si me entendés.

Pururús

El eje central del Congreso del Maíz fue apuntar a la “autoregulación” del mercado para salvarnos del cambio climático. Es decir: subrayar la eficiencia y predisposición empresarial de conseguir soluciones sin intervención del Estado más que ofrecer su venia. Eso explicaría el monocultivo de conceptos vertidos en la jornada. Mientras que en el Encuentro por el Ambiente y el Arte Popular, se reflejó que la “desregulación” política no es solo para quienes están arriba, como lo reflejan las duras internas en las principales coaliciones electorales y que tienen su reflejo en la televisión, sino también para quienes estamos abajo, donde es opaca la visualización de horizontes emancipatorios, al encaminar la discusión solo en estar adentro o afuera del sistema, como quien elige amargo o dulce. Si de algo saben los burócratas del maíz transgénico, es tener la capacidad práctica de ofrecer proyectos que incidan en la vida de las comunidades, para bien o para mal. Ante ese pururú, se podría pensar el cómo habitar los territorios de manera sustentable, para evitar que la denuncia sea una puerta de entrada al pesimismo.

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