¿Será que el emperador está desnudo?
Más allá del acuerdo con el FMI y la evidente crisis civilizatoria, las organizaciones sociales no ven propuestas de parte de un gobierno cada vez menos popular y atado a políticas ligadas a las mismas empresas especulativas que se fugaron, entre otras, la guita del bendito préstamo internacional.
Por Tomás Astelarra | Ilustraciones: @nico_mezca
Nada le hace falta al triunfo de la civilización.
Ni el terror político ni la miseria afectiva.
Ni la esterilidad universal.
El desierto no puede crecer más: está por todas partes.
Pero aún puede profundizarse.
Ante la evidencia de la catástrofe, están los que se indignan y los que actúan en consecuencia, los que denuncian y los que se organizan.
Nosotros estamos del lado de los que se organizan.
–Llamamiento, Tiqqun.
Las palabras sin acción son vacías,
las acciones sin palabras son ciegas,
las palabras y las acciones por fuera del espíritu de la comunidad son la muerte
–Proverbio Nasa.
Pasada la pandemia, con la guita que alcanza menos, con una guerra en Ucrania que importa poco y un acuerdo con el FMI que sabemos nada de bueno puede traer, las organizaciones populares siguen intentando levantar la cabeza de lo “urgente” (paliar el hambre del pueblo) a lo “importante” (tierra, techo y trabajo). Ninguneadas, cuando no estigmatizadas, por medios masivos y dirigentes de ambos lados de la famosa grieta, sus acciones territoriales siguen dando soluciones a los problemas concretos de los barrios y territorios campesinos. Sin embargo, a pesar de haber ocupado pequeños espacios de gestión en el gobierno, sus propuestas son desoídas y cuando logran sentarse en la mesa de decisiones del Frente de Todes, lo hacen a través de ingentes costos de movilización y estrategias de acumulación de poder que generan grietas internas y cierta desesperanza.
A la hora de la consulta acerca de las perspectivas para el año 2022 a un amplio abanico de cumpas de dichas organizaciones, lo primero que surge es cierta perplejidad. Como cualquier paisano al que, pala en la tierra, se le pregunta si va a llover. Solo que al levantar la sudorosa cabeza para otear el horizonte, recuerda que hace rato el clima no es como antes. Difícil echar predicciones. Ahora hay aviones que paran las tormentas, incendios que cambian los ciclos del agua, represas enormes que acumulan lluvias para que el oro viaje a otros países. Se puede pintar el árbol, pero resulta que cada vez quedan menos bosques.
Una coyuntura complicada
“El lanzamiento de la guerra muestra, tras la pandemia, la crisis estructural del capitalismo y el reorganizamiento del sistema político y económico global. Tanto esto, como el acuerdo con el FMI, nos pone, a la sociedad en general y a los movimientos populares en particular, en el lugar de volver a entender el juego de fuerzas reales en el que estamos inmersos. Y cuales son los márgenes de maniobra que tenemos en un escenario que evidentemente plantea una situación de mucho ajuste y puja interna”, opina Pablo Blank del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC). “Vamos a profundizar un modelo neoliberal con respecto a la producción de alimentos, que es el mismo sector que contrajo la deuda, que fija el precio en nuestras mesas, que tienen la relación con las empresas multinacionales para la exportación de materias primas, que evaden impuestos y fugan divisas. Vamos a financiar al mismo sector que contrajo la deuda para pagar la deuda, fortaleciendo a esos grupos concentrados que hoy mantienen dominada la economía de nuestra país a partir de la especulación”, aclara Lucas Tedesco de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT). El problema no es solo pagar, sino como. El problema no es solo crecer, sino cómo.
“Hay un dato que dio Claudio Lozano (director del Banco Nación) que me parece importante que los movimientos sociales tomen en cuenta para ver como se genera una estructura de lucha y supervivencia. Y es que los índices de recuperación económica ocultan que este crecimiento fue desigual, mejor recuperación para los sectores más concentrados de la economía y estancamiento para los sectores populares que viven de sus propios ingresos. Esta modalidad es la que el acuerdo con el FMI va a reforzar”, aclara Pablo Solana, ex vocero del Frente Popular Darío Santillán (FPDS). “Si vamos a tener las limitaciones económicas con el acuerdo con el FMI, hay que aumentar retenciones y regalías, ir por un nuevo aporte a las grandes fortunas, por una reformas del sistema tributario, por impuestos al sistema financiero… Si el gobierno no avanza con algunos de esos mecanismos, no va a haber un mango para llevar adelante políticas públicas que encarnen los planteamientos correctos que hace el presidente cuando se expresa. Más con un conflicto como el de Ucrania y una guerra comercial entre potencias que hacen que, si Argentina no toma medidas más proteccionistas para sostener su propia economía, los condicionamientos externos nos van a hacer mas débiles de lo que ya somos”, agrega Nahuel Beibe de la Corriente Nacional Martín Fierro. “Partíamos hace casi dos años y medio atrás de una realidad muy vulnerable para muchísimos compatriotas en todo el país. De una herencia de un gobierno como el de Macri, con un endeudamiento histórico que pesa sobre las espaldas de los argentinos, pero donde ninguno de nosotros pudimos ver a donde fueron esos fondos. Nos tocó transitar un enemigo invisible que fue la pandemia, que permitió visibilizar la realidad injusta en la que viven muchos y muchas hace muchísimos años. Cuando se pedía el cuidado sanitario era casi imposible en los barrios populares, donde muchas no tienen agua potable o viven dos o tres generaciones en una misma vivienda. Eso permitió ver cual es la deuda interna que tiene este país”, detalla Silvia Quevedo de Barrios de Pie Córdoba. “Sobre el horizonte que ha trazado el gobierno nacional en base a una política productiva, es sumamente importante el desarrollo de la economía popular y que los planes sociales puedan virar del asistencialismo a la producción. Nuestra agenda es de una economía de abajo hacia arriba y de la periferia al centro, tal cual lo dijo el presidente en la apertura de sesiones legislativas. Los compañeros y compañeras no quieren más planes sociales, quieren trabajo. Pero la política sigue sin mirarnos en ese sentido. Es clave es que nos puedan escuchar para articular soluciones. Es un desafío muy grande en tiempos tan difíciles y complejos”, agrega casi en un ruego pa que llueva un poco de dignidad sobre el barro de los territorios de abajo. A pesar de su meritoria tarea durante la pandemia reforzando los cuidados, las ollas populares, el alimento sano y hasta la confección de barbijos, a las poetizas populares el Tio Alberto cada vez las escucha menos.
Vayan a laburar
El otro día Marcos Tomasoni de Matria Permacultura me hizo una reflexión que me generó mucha esperanza: “Lo bueno de alternativas como la nuestra es que no tienen vuelta atrás. Cuando una persona prueba una verdura agroecológica no quiere volver a consumir las de la gran industria alimentaria. Cuando ven los beneficios de las energías alternativas o la construcción natural no hay manera que quieran ser esclavos de las grandes empresas de servicios o la especulación inmobiliaria. Cuando ven los frutos del trabajo colectivo y autogestivo es muy difícil que vuelvan a querer un empleo esclavizante en una empresa”. Nuestra principal fortaleza es también nuestro principal escollo. Parecen granos de arena pero son montañas, diría Don Ata. Muchas mosquitas pueden vencer a un elefante, diría Don Manfred Max Neef. Salvo un grupo de empresarios y dirigentes de buena fe que empiezan a ver con buenos ojos las soluciones de la economía popular y otros movimientos sociales (como el ecologismo o el feminismo), la ignorancia de este tipo de alternativas, además de falta de calle o territorio, comienza a parecerse a complicidad con el viejo paradigma neoliberal individualista donde, como dice Manuel Rozental, “los pueblos están al servicio de la economía y no la economía al servicio de los pueblos”. “Las organizaciones venimos asumiendo, donde hay ausencia del Estado, un montón de trabajos que actualmente son poco reconocidos o mal renumerados y donde también hay una disputa en el sentido de un espacio de proyección de sueños, de creación de la vida, en un sistema capitalista en el que van avanzando empleos cada vez más esclavizantes, en peores condiciones laborales. Las organizaciones populares hoy nos resuelven cuestiones como el alimento, el cuidado, las infraestructuras colectivas, las huertas, la ropa, el reciclado, siempre desde una perspectiva ecofeminista, replanteándonos algunas formas de construir el poder popular en la toma de decisiones”, aclara Pamela McKay del FPDS de Merlo, San Luis. En vez de fortalecer la economía del cuidado (una reivindicación de ese feminismo con el que tanto se llenan la boca les funcionaries nacionales) y de un sector (el de la economía popular) que emplea al mayor porcentaje de las mujeres (frente al ninguneo del empresariado formal), el gobierno resucita la solución macrista a los “planes sociales” subsidiando a emprendedores o empresas que pagan dos mangos. Como si recibir medio salario básico devaluado no fuera suficiente insulto, ahora el Tío Alberto pretende que además las poetizas populares laburen bajo patrón (habiendo probado las ventajas del trabajo colectivo, comunitario, cooperativo y organizado por las propias mujeres en sus propios territorios, junto a sus niñes).
“Nuestras organizaciones vienen desarrollando procesos organizativos, políticos y productivos que realmente están cambiando las condiciones materiales de las comunidades donde estamos insertos. Hay una apuesta a crecer tanto en cantidad como en calidad y seguir fortaleciendo los proceso de organización popular democratizándolos hacia afuera, visibilizándolos a través de campañas que demuestren que otro modelo productivo es posible. Y también formalizándolos. Experiencias que sean transiciones de oposición al agronegocio, con una producción sana, con la soberanía de cada grupo de poder tomar las decisiones sobre los procesos productivos y que esa ganancia no sea apropiado por agentes externos. Hay una batalla abierta de esta etapa de lucha popular que tiene que ver con el rol de los medios masivos, que se encargan sistemáticamente de atacarnos con falsos discursos de que estamos en contra de la creación del trabajo asalariado. Nosotros desde la UTR venimos fomentando la creación de cooperativas y ámbitos laborales donde se salga de la miseria que implica estar bajo el ala de un plan social. Nosotros desde la Unión de Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), como sindicato, asumimos la pelea por el salario básico porque es lo que nos marca lo que pone la vara sobre lo que después podemos conquistar el resto de los trabajadores y trabajadoras”, aclara Fabricio Puzio de la Unión de Trabajadores Rurales (UTR) en Traslasierra. La UTR es parte de la creación del Plan de Desarrollo Humano Integral que un sector de la UTEP entregó hace dos años al gobierno para generar un proceso de creación de comunidades rurales organizadas que desconcentren la pobreza en las grandes ciudades para generar trabajo digno en el campo.
Falacias del positivismo económico.
Es curioso que el mismo gobierno que desdeña el trabajo de las organizaciones sociales pretendiendo convertirlo en “empleo” exprese como solución el fomento de industrias informáticas de la nueva era que, además de mostrar una masiva evasión de impuestos y fuga de capitales, comienzan a ser reconocidas por su pésimas condiciones laborales. Ni hablar de la agroindustria en manos de un sector que constantemente verifica su condición de explotación laboral, semiesclavitud, evasión de impuestos y contaminación ambiental. No parecería ser esa la forma en que Tanguito Guzman pretende que el crecimiento redunde en una mejora de las cuentas fiscales. Sino todo lo contrario, un gasto fiscal que solo sirve para que vagos y atorrantes empresarios acumulen ganancias para luego girarlas al exterior.
Mientras el Tío Alberto enunciaba fantásticos proyectos de energías alternativas, economía del conocimiento y otros ilusorios salvatajes a la debacle económica vigente, las cámaras mostraban una y otra vez al Secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación, Gustavo Beliz. Ex asesor del Banco Mundial y otros organismos multilaterales (nacidos a mitad del siglo pasado en el acuerdo de Breton Wood junto al FMI para confirmación del dominio de Estados Unidos sobre la economía mundial), Beliz presentó en 2019, en paralelo al triunfo del Frente de Todes, un libro titulado “Algoritmolandia. Inteligencia Artificial. Hacia una integración predictiva e inclusiva de América Latina”, donde planteaba toda una serie de reformas de última tecnología bajo la venia de Bill Gates, el control social, el 5G y la agricultura 4.0. Seguramente un libro surgido de sus conversaciones con Carlos Saúl acerca de las naves espaciales que nos dejarían de Jujuy a Japón en un par de horas. Habrá que ver si realmente el Tío Alberto puede cumplir su promesa de crear 200.000 puestos de trabajo en la empresa privada. Pero sobre todo, habrá que certificar que estos empleos sean “de calidad”, según sus propias palabras. Es curioso que haya presentado un Plan de Desarrollo Integral (omitiendo la palabra Humano). Quizás antes de prometer “desarrollar una industrialización verde para una transición ecológica justa” o “desarrollar la explotación de nuestros recursos naturales en consonancia con los objetivos de la transición ecológica justa, con acuerdo social y con estrictos controles ambientales ejecutados por el Estado” o una ley de “Nano-biotecnología”, las organizaciones populares hubieran preferido que finalmente se aprueben las leyes de Humedales, Tierras o Envases. Es improbable que se pueda desarrollar una industrialización verde con empresas que usurpan tierras, planifican incendios en territorios protegidos o se niegan a dar un vueltito para que los cartoneros reciclen los materiales que ellas descartan sin tomar en cuenta los costos socioambientales.
Mientras tanto en las mesas argentinas el pan es cada día más caro y las promesas de un mundo mejor, nacional y popular, comienzan a saber a nada. Solo falta que algún niñe zaparrastroso se acerque el Congreso para certificar que el emperador peronista está desnudo.
En la segunda parte del informe: Las propuestas socioambientales, ecofeministas y productivas de los movimientos sociales. La interna o grieta que atenta contra estos procesos.