Piedras rodantes
Por Lea Ross
Cuando le preguntaron al dueño del fondo de inversión más poderoso del mundo, presente en una conferencia sobre mercados financieros del 21 de octubre pasado, sobre qué opinión tenía sobre las elecciones de Estados Unidos respondió: “Realmente no importa”. El empresario se ha acostumbrado a dar aportes para las campañas del Partido Demócrata, fuerza que propuso a la expectante y ahora con menguados modales Kamala Harris que, en la noche del supermartes, ni siquiera hizo un discurso de cierre a sus militantes en el búnker. Donald Trump volverá a la Casa Blanca, pero más empoderado, con el control de Senado y la Cámara de Representantes, con una mayoría de la Corte Suprema de Justicia a su favor. Pero para Laurence Douglas Fink, CEO de BlackRock, desde el punto de vista de Wall Street realmente no importa.
BlackRock es la corporación de mayor crecimiento a partir de la crisis bancaria del 2007-2008. Es dueña de de una inmensa cantidad de acciones de empresas que, incluso, compiten entre sí al ser del mismo rubro. En Argentina, por ejemplo, su principal portofolios está en los llamados unicornios como MercadoPago, Globant y Despegar, entre otros. También tiene sus activos en YPF. Y es uno de los principales tenedores de los títulos de deuda externa, que se habían lanzado en la gestión presidencial de Mauricio Macri, empapelados por el funcionario Luis Caputo, el Mago sin Dientes de las Finanzas.
De piedra a panqueque
Un columnista del Financial Times, Edward Luce, dice que Fink comete un error al comparar el duelo Harris vs Trump como si fuera Coca o Pepsi. Cita un pronóstico del FMI, donde calcula que la economía mundial crecería un 3,2% el año próximo y Estados Unidos en un 2,8%. Ahora, si ganara Trump y aplicara sus promesas arancelarias, “el crecimiento global caería una cuarta parte en 2025 y casi el doble en 2026. Estados Unidos perdería un punto porcentual completo de su crecimiento de 2025”.
Ahora bien: la opinión del “no importa” de Fink cambió rotundamente a las dos semanas. A los dos días del resultado electoral, BlackRock publicó un boletín donde puso de título “La victoria electoral de Trump indica un gran cambio en la política estadounidense”. En el texto, se pronostica la posibilidad que se “proponga nuevos recortes, entre ellos posiblemente impuestos corporativos”, es decir, beneficio a los más ricos. Con esto, el déficit fiscal estadounidense aumentaría “durante la próxima década”, por lo que “hará subir los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo”. Eso llevaría que los inversionistas opten por tirar sus fichas a los negocios estadounidenses en detrimento de los países emergentes, entre ellos Argentina. Un punto en contra para el Lord Jamón, Javier Milei, debido que la motosierra y la licuadora tendría sentido si tan solo esos dólares vinieran para acá.
Sobre las medidas proteccionistas, Trump anunció que impondrá aranceles de entre 10 y 20% para productos importados, pero para China específicamente serían 60%. Si realmente lo lograra, la llamada “guerra comercial” estaría más cálida que fría. Para BlackRock, eso “podría reforzar la fragmentación geopolítica y económica, un factor estructural que creemos hará que la inflación se mantenga más alta en el mediano plazo”. Tampoco creen que el afán de reducir la inmigración ilegal se concrete, debido al rol que tienen los que atraviesan la frontera para el mercado laboral. El muro seguirá siendo un sueño eterno.
“La victoria de Trump probablemente signifique cierta desregulación, incluido un retroceso de regulaciones bancarias, aunque las grandes empresas tecnológicas probablemente seguirán estando en el foco antimonopolio bipartidista”, sostiene el fondo de inversión. El petróleo, el monopolio por excelencia como había escrito Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina, junto con el gas, “ha alcanzado un nivel histórico y aumentar la producción llevará tiempo”, sostienen desde BlackRock. Aun así, creen que la energía será un punto clave: “Esperamos que Trump promueva reformas para ampliar la infraestructura energética”.
Like a rolling stone
Nacida en 1989, BlackRock es hoy en día la entidad que mayor valor de activos administra en todo el mundo, más o menos el equivalente a 22 PBI de la Argentina. El periodista Xavier Mas de Xaxás, de La Vanguardia de España, sentencia que el “modelo BlackRock” está desencadenando un “neocapitalismo”, donde ahora ya no son los bancos los “verdaderos actores globales”, sino los gestores de fondos de inversión: “La banca, más regulada desde la crisis del 2008, pierde peso como motor económico en favor de los gestores de fondos, gigantes no regulados porque son meros intermediarios, agentes que pasan a sus clientes los beneficios y las pérdidas de sus inversiones”.
BlackRock se ha especializado en fondos cotizables en la bolsa o ETF (Exchange Traded Fund), que pueden estar compuestos por bonos corporativos o estatales y en acciones. Una de ellas es el MSCI Argentina and Global Exposure ETF, en el que que conforma un combo de acciones de empresas argentinas. La principal es MercadoLibre, seguido por el otro “unicornio” que es Globant. Tercero en relevancia es el Banco Galicia y en cuarto aparece YPF. Y le siguen; Telecom, Banco Macro, Arcos Dorados, entre otros.
El más insistente en nuestro país en investigar la presencia de BlackRock en Argentina es el economista Horacio Rovelli. En sus distintas publicaciones del portal El cohete a la luna, sostiene que “BlackRock tiene fuerte participación accionaria en los principales bancos privados por volumen de depósitos recibidos del país (Galicia, Santander-Río, BBVA, Macro y HSBC). Es más, pretende quedarse con gran parte de los depósitos del Banco de la Nación Argentina para financiar (con ahorro nacional) sus actividades en la Argentina”, en caso de que se pretenda privatizarla.
“Otra área en el que invierte BlackRock en la Argentina es la extractiva -insiste Rovelli-. Lo hace en Vaca Muerta a través de Pampa Energía, Chevron, y posee 9.770.000 acciones correspondientes al 5,67% de YPF SA. En la minería, en el caso del litio y de minerales raros, lo hace a través de NewCo, que es la fusión de Allkem y Livent, cuyos principales accionistas son BlackRock, Vanguard, JP Morgan y HSBC. Y en oro, cobre y plata lo hace a través de Glencore PLC”. En agosto pasado, la segunda empresa minera más grande del mundo, la londinense Rio Tinto, compró el combo Allkem-Livent mediante un acuerdo de 6.700 millones de dólares, lo que lo convierte en el nuevo rey del litio en Argentina, manejando dos de los cuatro proyectos en actividad para extraer este mineral en nuestro país: “Fénix” en Jujuy y “Rincón” en Salta.
Pero también lo hace desde el agronegocio, donde las cerealeras son las encargadas de emprender las principales ventas al exterior: “En 2022 Viterra fue la empresa agroexportadora con más Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) registradas, por 12,32 millones de toneladas (15% del total); mientras que Bunge fue la cuarta, con 7,55 millones (9%). Es decir que entre ambas concentraron el 22% de las exportaciones de granos y subproductos de la Argentina”. Ambas firmas tienen sus acciones en manos de BlackRock.
Y cierra Rovelli sobre este intrincado rol de piedra rodante, entre ser dueño de la deuda e inversor generador de divisas: “Si bien es cierto que se puede acordar con los acreedores (organismos internacionales de créditos, incluido el FMI) y con los principales tenedores de títulos de deuda externa (BlackRock, Vanguard, PIMCO, Franklin Templeton, etc. y compañías de seguros, bancos, mayoritariamente de los Estados Unidos), también es cierto que van a pedir a cambio una mayor ventaja de la que ya tienen: mejores tasas, prebendas en el gasto público, participación privilegiada en las privatizaciones y, sobre todo, su rol en el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones)”.
La victoria de Donal Trump, enfocado en el afán de retornar el proceso industrial para volver hacer grande a América de nuevo, fue la respuesta que dio la Política frente a la hiperespeculación que se ha manejado el capitalismo busátil de hoy en día, que encarna BlackRock, manejando sus cómputos en Nueva York. La posibilidad de que Elon Musk ejerza un cargo público equivalente al de Federico Sturzenegger en nuestro país pone fín al hecho de que se considere a Silicon Valley como una tierra paradisíaca de los demócratas. Las opiniones de Fink pasa lo mismo. Las tensiones mismas definirán las estrategias con tal de conseguir los anhelados activos que pueda ofrecer Argentina en materia de nutrientes, minerales y energía, siempre y cuando se concrete el plan motosierra y licuadora de Milei para achicar la clase media, insostenible para un modelo netamente exportador como la que propone. Hasta ahora, una de las razones de porqué los mercados tienen expectativas es porque ven que no hay masivas protestas en las calles o que no se contemple una situación que emule a lo ocurrido en diciembre de 2001. Habrá que ver. Nunca se descarten que las piedras de acá también vuelvan a rodar.