Más peligroso es el río
Crónica de la pueblada de Uspallata, donde grupos ambientalistas impidieron la inauguración de la oficina minera de San Jorge a pesar de la policía y las patotas de la Uocra.
Por Eugenia Segura*
I
Estábamos bajando las pancartas, recién empezaba la “inauguración sorpresa’ de las oficinas de minera San Jorge, a la que venimos echando desde hace 15 años de Uspallata.
Cuando de repente vemos que se arma tumulto, una piedra se estrella contra la vidriera del negocio de regionales de un compa.
-Eran como cinco contra el Flavio, decí que se me ocurrió salir con el matafuegos, porque si no lo rompen.
-Más peligroso es el río – dice el kayakista, con gesto de pfff, debajo de la costra de sangre que el sol comenzaba a cuartearle.
-¡Ah! ¿entonces era eso el humo que salió? pensé que era gas pimienta, que el covid me había inmunizado contra su olor…
-No, la policía no intervino. Como en las otras piñaderas. O iban re lento a poner orden. Nos salvaron los preventores, que son de acá.
Flavio tiene una quebradura en el tabique. Sabremos después de que la policía se lo llevó a una radiografía y a enturbiarle la denuncia.
-Identifiqué a uno, pero como que no le querían tomar los datos. Le dije que estaba en flagrante delito y…¿ sabés lo que hicieron? Me presentaron a otro tipo al que le cambiaron la gorra y la remera. Pero me dí cuenta ahí nomás que era un perejil.
Las fotos y los videos del compa herido, sumadas a la confirmación de la presencia del intendente, enardecieron al pueblo, que ni sabía del evento (era “sorpresa”).
Mientras más se iban apersonando a las “oficinas” (en realidad un ploteo en la que antes era la parte de verdulería de un supermercado) la calle estaba cortada por la uocra. Luego las sillas del centro cultural y un escenario. Cuestión que las veredas nos fueron quedando cortas. Un sudado presentador intentaba convencernos de que le abriéramos paso a los funcionarios, empresarios, y otra gente importante que estaba acovachada detrás de un pothus, armados con una tijera para cortar la cinta. Pero claro, tenían que cruzar la vereda para llegar a la calle que, esta vez, estaban cortando ellos y no nosotros. A calzada completa.
Entonces nos dimos cuenta de que la vereda no era lo nuestro, que el espacio más lógico a ocupar era el de las sillas, si había gente mayor, madres con criaturas, si estaban vacías.
Unos compas se subieron al escenario, les cortaron el micrófono, pero igual hicieron el gesto universal de vengan todos, y fue suficiente. Les copamos el escenario, las sillas, y empezamos a cantar una que sepamos todos: el agua de Mendoza no se negocia. Para qué…
Los de la Uocra, furiosos, quedaron presos de sus propias vallas. Bah, las que pone la gente importante para no juntarse con la chusma. En fin, quedaron del otro lado de la salida de emergencia y de la entrada principal que debían custodiar, y ambas se llenaron de pueblo.
La guerra de cantitos y tambores se puso más espesa, para ir a las piñas corrieron las vallas. La gente se paró de las sillas al grito de que se vayan todos, y ya que no había rejas, los empezamos a correr para el lado de la de los baches. Más piñas, nos tiraron botellazos, baquetas de tambores y, cuando se les terminaron los artefactos de la civilización, se agacharon y empezaron a tirarnos ¡con piedras de nuestros propios baches! Eso sí que no.
Recién ahí los robocops se dignaron a intervenir, les echaron gas pimienta, y los corrieron, a los de la Uocra por la de los baches cuesta arriba.
II
Pasaron horas, las puntas de los sanguchitos del catering comenzaban a doblarse, y ellos seguían detrás del pothus. Apenas un blindex ploteado los separaba de la muchedumbre enardecida que escribió en un cartón “clausurado por el pueblo”. Y ahora sólo nos separaba un cartón, un vidrio intacto, y una cinta intacta.
El intendente se asomó a la salida de emergencia para que lo increparamos un rato, y se guardó de nuevo. Adentro estaban puros presidentes: el de la Cámara de Servicios Mineros de Mendoza, el de Andesmar, el de la UIM, dueño de medio San Alberto, y el flamante Presidente de la Cámara de Proveedores Mineros, dueño del supermercado que cedió la verdulería para hacer las oficinas mineras. Sin necesidad de hacer cambio de rubro, ya que, en honor a la verdad, sigue vendiendo lo mismo.
Cual no habrá sido su terror al ver, no a un antiminero, sino al padre del Mostrito, al que metió preso por dos años, con un bidón de nafta, y brillo de esta es la mía en los ojos. Edgardo Vera, el flamante, ya sabe que en el campo, cuando te ponen un sobrenombre, este puede cruzar generaciones. Y la venganza lo mismo. Si total igual van a culparnos de lo que pasó y no pasó, y de lo que inventan con montajes y efectos especiales para los medios masivos, que también estaban ahí, dando cuenta de los sanguchitos. Menos van a dejar de culparnos por ésto, por eso urge aclararlo: el mostro no ha venido a nuestras marchas, nunca a una asamblea, y seguramente por eso desconoce nuestro código de no armar bardo, no entrar jamás en provocaciones ni nada que ver con la violencia. Hay que decir, nobleza obliga, que a veces nos ha prestado la luz en algún corte de ruta.
Pero esto es una pueblada, me digo ¿Quién podría contener las acciones y reacciones de todos los que están allí?
Una niña de 14 años, de nuestro pueblo, le arrojó un puñado de piedras, de nuestros baches, a la camioneta que salió arando, con su cargamento de presidentes dentro. Una policía mujer la agarró del brazo, y un policía varón la agarró de la nuca, algo completamente innecesario, ya que la nena estaba gritando “Soy menor, soy menor, mamaaaaá!”. Le dijeron algo y la soltaron. Esa nena nació y ha vivido todo el arco de su vida tomando agua pura; y viendo reaparecer, cada cuatro años, la pesadilla de otra vez los promineros. Esa energía es uno de los componentes de la bronca que, de uno de los lados del blindex, no sé cómo contuvo sin llegar a mayores. Por suerte sólo hubo que usar un matafuegos para parar a cinco patoteros encarnizados contra un kayakista.
III
Cien kilómetros hizo cada uno de estos patoteros, y esta manga de presidentes. Suspiré calculando a grosso modo la huella de carbono. Quince años de ansia de poder y sed de oro al otro lado del vidrio, metros y metros de cinta acumulados que no pueden cortar. De esa sensación de que tienen todo cocinado, planeado y listo, y de repente se les atraviesa una pueblada y pafff, todo se les desvanece en el aire. También toda la manga de presidentes hizo cien kilómetros o más, y todo para esto. Nuestro intendente también a cien kilómetros, que solo se dignaba a a cruzar en helicóptero para ir a fiestas privadas, con todas la necesidades que hay, recién viene a dar la cara de semincógnito, hoy justamente, para esto, y en el medio de la calle.
Imagínense si los que tienen todo planeado no pueden controlar al mostro y al mostrito que puede desatarse en cada quien en una pueblada, menos quiénes estamos ahí de forma espontánea, de gratis, y como para bancar la parada nomás. De pronto esa energía mayor nos desborda, y nos lleva hacia las más pacíficas orillas que se pudo, dadas las circunstancias.

IV
No vi al apoderado legal de Minera San Jorge, ni a la RR.PP. y Ama de Llaves de la estancia donde descansó San Martín, como notable ausencia local. Y eso que llevan todo ese tiempo deseando inaugurar las oficinas. Pero se comenta que mandaron un pothus.
De los dos lados del mostrador, había sólo uno.
Tiene razón el compañero, más peligroso es el río.
V
Hoy hay marcha también. Vienen a acompañarnos de la Asamblea por Necesidad y Urgencia. Vienen más. Y mañana domingo se hará una ofrenda por la protección del agua pura, al pie del Apu Aconcagua.
Mientras los mineros estén allí, “y se fabriquen armas para la guerra”, van a querer entrar, y vamos a tener esta pesadilla. No es eso lo que queremos dejarle a las próximas generaciones. Desde hace 15 años tienen cajoneado nuestro proyecto de ley, de iniciativa popular, por el Área Protegida Uspallata-Polvaredas. Para crear un Parque, un bien público provincial o nacional o como sea, pero que les prohíba por ley, que nos devuelva Yalguaraz, con su casco histórico. Que ponga en valor todas las bellezas y riquezas de nuestro patrimonio cultural, natural y paisajistico, para vivir en armonía con la naturaleza. Nada más ni nada menos que la cuenca completa del Río Mendoza sea Protegida, y con él Oasis Sur lo mismo. Una decisión histórica, a quienes compartan las cuencas de los ríos, es lo que pedimos.
*Integrante de la asamblea de Uspallata
