Lobby envasado
Empresas extranjeras y legisladores cordobeses rechazan la Ley de Envases con los mismos argumentos. A pesar de ser el país que más plásticos tira a los océanos, Estados Unidos tiene su propia cámara para impedir políticas de reciclado que provengan por fuera de sus intereses. Un panorama político conformado por una Córdoba conservadora, una Argentina atada al FMI y una América Latina con una segunda oleada de gobiernos progresistas.
Por Lea Ross | Ilustración: @nico_mezca
Hay fuerzas políticas que son acérrimos defensores del negocio de los biocombustibles, como paliativo al cambio climático, pero les genera rechazo el proyecto de ley de envases. El texto propone aplicar una tasa a las empresas que fabrican envases desechables y que el destino de lo recaudado sea para financiar gestiones integrales de residuos municipales y para emprendimientos de la comunidad cartonera. Entre quienes se oponen a ésta iniciativa está el frente Hacemos Por Córdoba, que lo dejó explícito el diputado Carlos Gutiérrez. Dijo que la iniciativa es inconstitucional al pretender hacerlo por arriba de las provincias, porque considera que es un “nuevo impuesto”, porque eso se trasladaría al precio del producto final y porque perjudicaría a las pymes.
Gutiérrez fue ministro de agricultura del primer gobierno de Juan Schiaretti, entre 2007 y 2011. Y en 2016, como legislador, tuvo un frustrado intento por reformar la ley de bosques para avalar la expansión agropecuaria sobre espacios boscosos. Sus palabras fueron un calco al comunicado que publicó la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (conocida por su siglas de AmCham), donde calificaron al proyecto como una “propuesta anacrónica”, ya que “genera una mayor carga tributaria al tejido productivo”.
Y también, tiene “debilidad constitucional al vulnerar derechos de las provincias”, ya que “otorga a la Nación potestades discrecionales para distribuir dineros públicos a actores municipales y sociales, pasando por encima de las autoridades provinciales”. Yo hago puchero, ella hace puchero.
¿De quién es el dedito acusador?
Un lobby yankee en tierras sin puerto
Según AmCham, tiene más de 200 industrias distribuidas en el país, donde aportan el 19% del PBI, el 39% de la recaudación fiscal, el 19,3% de las importaciones y el 23,4% de las exportaciones… según ellos. Y dicen trabajar para ser “la cámara empresarial de mayor prestigio e incidencia en la mejora del ambiente de negocios en Argentina”.
Está integrada por grandes firmas como DirectTV, el laboratorio Pfizer, American Express, IBM, PyG, Motorola, Pan American, los bancos BBVA, HSBC y City, la cerealera Cargill y la agroquímica Dupont. Pero también tiene su delegación en la provincia de Córdoba, donde participa el Banco de la Provincia de Córdoba. Su presidente es José Luis Ballarati, de la multinacional inglesa Deloitte, que brinda servicios de asesoría financiera, mercantil y fiscal. Su sede está en las Torres Capitalinas de la ciudad de Córdoba, edificios coquetos creados por la desarrollista GNI Propietarian. Y aparecen en la vicepresidencia José Luis Romanutti (McAfee) y Luciana Periales (Neverland). La cámara está dividida en distintos comités, y hay tres que tienen actividad en la provincia cordobesa.
El más llamativo es el Comité de Comercio Internacional, porque a pesar de que Córdoba es mediterránea, tiene como principal área de trabajo a la aduana. Quienes están a cargo del mismo son Daniel Griboff, CEO de una empresa para buscar potenciales clientes en el extranjero llamado DAGRI SA y es columnista de un programa de negocios en el canal Telefé; Rodrigo Aznarez, de la multinacional UPS, que ofrece servicios de transporte de paquetes y carga; y José Poncio, presidente de SET Logística.
En la Comisión de Recursos Humanos, se promueven “actividades que apunten a favorecer la desregulación y la flexibilidad laboral”. Es decir, también muestra su hilacha para que se aprueba la reforma laboral. Sus caras visibles son Vicente Celhay, de Continuum Global Solutions; Celeste Torresi, de la firma Santex, y Carina Rosi, de Stoller.
Finalmente, la Comisión de Asuntos Legales y Fiscales, según la página web de AmChem, tiene como principal tarea la de “producir documentos que definen sobre temas específicos la posición de la Cámara, y establecer contactos directos con autoridades del Poder Ejecutivo y del Congreso para presentarlas”. O sea, los encargados de pasar los papeles necesarios a los líderes de la república para explayarse tanto en los medios como en el recinto legislativo, como el propio Gutiérrez. Lo integran Gustavo Campos, de la empresa PWC, Dolores Guzmán de Apex, y Diego Sabat, de Libertad SA, de la famosa cadenas de supermercados, aunque sus accionistas son de Colombia y Francia.
Por casa cómo andamos
Si se le preguntara a cada municipio del país cuál considera que es su principal problema ambiental, la mayoría responderá que es la generación de basura. La falta de capacidad de control y reciclaje ha llevado a la proliferación de basurales a cielo abierto y, con eso, pueden convertirse en focos de incendio, debido a la pretensión clandestina de reducir los desechos mediante la quema.
La falta de capacidad política en la provincia de Córdoba de resolver éste problema tiene como testigo al caso Cormecor, una empresa cuyos socios son la ciudad de Córdoba y pueblos del alrededor del Gran Córdoba, donde propusieron crear una gran fábrica de tratamiento de residuos que ha sido resistido por vecinxs del pueblo de Parque Santa Ana, pegados al predio de la inversión, al sur de la ciudad de Córdoba. La lucha ha conseguido resoluciones judiciales a favor de esa comunidad, sobretodo cuando en la misma zona un diluvio rebalsó y arrastró los desechos industriales guardados en la empresa Taym SA al dique Los Molinos para el suministro de agua potable.
Mientras tanto, justo esta misma semana, la prensa internacional expuso la publicación de un informe, que se presentó ante el gobierno federal de los Estados Unidos, donde asevera que su país es el principal responsable de generar desechos plásticos en el mundo, tanto por peso como per cápita. Lleva como título “Reconocimiento del papel de los EE.UU. en los desechos plásticos oceánicos globales” y fue ordenado por el Congreso, bajo la exigencia de la llamada Ley “Salvemos Nuestros Océanos 2.0”, convertida en ley en diciembre del año pasado.
Se estima que 8 millones de toneladas de esos materiales ingresan al océano anualmente; sería como que un camión tirara esos residuos al mar cada minuto. La cuarta parte de toda esa montaña proviene de la tierra del Tío Sam, según cómputos del año 2016, siendo más del doble del que produce la República Popular de China (a pesar de tener una población más numerosa y con muchas irregularidades sanitarias y ambientales) y más que la suma de todos los países que integran la Unión Europea. En promedio, cada estadounidense genera 130 kilogramos de desechos plásticos por año. Le sigue Gran Bretaña con 99 kilos. Tercero está Corea del Sur con 88 kilos por año. Argentina tiene en promedio la mitad de aquella cifra estadounidense.
El informe señala que la producción mundial de plástico aumentó 20 veces en medio siglo: de 20 millones de toneladas en 1966 a 381 en 2015. Según escribió la directora del informe, Margaret Spring, quien a su vez es directora científica del Acuario de la Bahía de Monterey, ésta “crisis ambiental y social” afectó a las comunidades costeras y del interior; contaminó ríos, lagos y playas; colocó cargas económicas en esas poblaciones, puso en peligro la vida silvestre y contaminó las fuentes de agua para el consumo humano.
El vuelo del águila sobre el tatú carreta
La Córdoba industrial capitalina madura comenzó con la inversión automotriz de la estadounidense IKA-Renault, que se concretó en el tramo final de la presidencia de Juan Domingo Perón. Previo a ello, no existía un movimiento obrero sindical potente, en una provincia caracterizada por su arraigue chacarero. A partir de las revueltas de los años sesenta y setenta, la flamante patronal industrial cordobesa veía con mucho estupor sobre hasta qué punto veía peligrar sus inversiones en el territorio, tal como lo expuso la escena de la película ficcional Los traidores, de Raymundo Gleyzer.
En el Cordobazo, que puso en jaque nada menos que al régimen dictatorial de Juan Carlos de Onganía, se contemplaba a un Agustín Tosco, adherido al marxismo, coordinando con los peronistas Atilio López y Elpidio Torres, y acompañados por maoistas, como René Salamanca, y otros tantos con una fuerte de capacidad de lucha en unidad. Ante ello, un joven Domingo Cavallo venía con sus estudios de la Universidad de Harvard a conformar un think thank que sirviera de contrapeso frente a aquellas potentes protestas callejeras, que daría forma en 1977 bajo el nombre de Fundación Mediterránea, junto a otros empresarios destacados, como el constructor Pio Astori y el mandamás de los caramelos Arcor, Fulvio Pagani. Todo en pleno apaciguamiento de las revueltas obreras, populares y estudiantiles, que estaban siendo arrasadas a partir del Navarrazo y profundizadas por la Dictadura.
Según la historiadora Ivana Fantin, en plena proceso de reorganización nacional y bajo la gestión económica de José Martínez de Hoz, los informes de la Mediterránea advertían que la liberalización de los mercados no necesariamente permitía la reducción de costos y el incentivo a la competencia, sino que marcaba una tendencia a la desaparición de empresas, su concentración y su pase a tener que importar insumos. Hablamos de una postura, contradictoriamente, tan crítica como beneplácita: “No deberíamos sorprendernos de este posicionamiento, ya que Pagani era el dueño de Arcor, una de las firmas que más se benefició con este proceso, tanto por la concentración de capitales como por la ampliación en el mercado logrando transformarse en una de las empresas trasnacionales más importantes del país”.
Eso explica lo irónico que esta institución, que se creó con los objetivos de resguardar los intereses de las empresas del interior, terminó enfocándose más en la relación de estas con el mercado externo y llevándolo a justificar el cierre de las compañías locales. De hecho, describían como “proceso natural la quiebra de las empresas que no se adaptaban a las nuevas reglas de competitividad”. Incluso, “justificando la decadencia industrial en una especie de darwinismo empresario en el que ‘solo sus decisiones (la de los empresarios) permitirán que sus empresas subsistan, se fortalezcan y compensen el proceso de internacionalización con que amenaza el capital de origen externo’”, dice Ivana, citando un archivo de la Fundación. Una verdadera fórmula implosiva.
Luego que retornara la democracia, la principal dirigencia cordobesa ha pretendido generar un equilibrio entre quienes manejan el capital industrial y la renta agraria, manteniéndose alineado a los principios de la Mediterránea. Por esa razón, vemos que en la actualidad, varios dirigentes anteponen el interés que los mercados locales exporten al extranjero, en lugar de cubrir la demanda de su propia comunidad. Un planteo que se polemiza en la flamante serie documental cordobesa Tierra sobre la mesa, que pueden leer una reseña en el siguiente link: https://bit.ly/3xRFwiF
Si ese equilibrio lo logró el PJ en la entrada al nuevo siglo, de la mano de José Manuel de la Sota, hoy eso está en tensión a partir de los resultados electorales de éste año.
Llamaremos “performance electoral” o “territorial” a la capacidad de elevar el margen de votos cosechados en las PASO de septiembre, por parte de una fuerza política, para cultivarlos en las elecciones generales de noviembre, medido en variación porcentual. Así lo expone la siguiente gráfica sobre las tres principales fuerzas nacionales (Juntos, Frente de Todxs y Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad) más dos fuerzas provinciales o locales, dentro de los cinco principales distritos: Ciudad Autónoma de Buenos Aires (barras amarillas), provincia de Buenos Aires (barras celestes), Córdoba (barras bordó), Santa Fe (barras violeta) y Mendoza (barras verdes).
La primera conclusión es que en dos meses, entre las PASO y las generales, hubo un ligero freno a la “derechización” del voto, al contemplar que el FIT-U tuvo una mejor “performance” que los dos principales frentes nacionales. Y la segunda conclusión es que no necesariamente hubo una tendencia a polarizar el voto entre los dos lados de la grieta, debido al notable crecimiento de las fuerzas provinciales.
Pero no es así en el caso particular de Córdoba. Resulta notorio no solo que Juntos Por el Cambio estuvo por arriba de los otros distritos, sino que además el frente izquierdista tuvo un saldo negativo (perdió los votos obtenidos en las PASO), parecido a Mendoza pero con una profundidad mucho más notoria, que se explica por una pésima campaña, donde cada partido hizo de la suya sin trabajar en unidad.
Sin embargo, no es un problema solo del trotskismo cordobés: es el amplio sector progresista e izquierdista local que cayó en una lógica “cordobesista”. Algún que otro comentario de quien participó del Cordobazo sostiene que en la actualidad cordobesa se contempla una mayor atomización de luchas y una profundización de búsqueda de diferencias internas, en reemplazo de una eficaz capacidad de coordinación de fuerzas.
Y mientras tanto, esta semana, la Fundación Mediterránea anunció la convocatoria del economista ortodoxo Carlos Melconian para presidir el IERAL, que es el instituto donde se elaboran los informes pedidos por la fundación de Cavallo. Su convocatoria apunta al armado de un programa económico para proponerle no a la actual gestión presidencial, sino para la próxima, al cual pronostican que será nuevamente Cambiemos. Para eso, se pretende “diseñar y estar en condiciones de ejecutar políticas públicas que tengan en cuenta los incentivos para hacer crecer a la Argentina productiva, replantear la relación Nación-Provincias, y ampliar la visión federal de las soluciones económicas”. Es el vuelo del águila sobre el tatú carreta.
Las otras olas
El panorama es más complejo a nivel continental. El ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, publicó un artículo en el portal Nodal en donde proclamó “la segunda ola progresista latinoamericana”, encabezada por Alberto Fernández, Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce, Ivan Duque y ahora Xiomara Castro. Habrá que ver qué incidencia tendría la liberación de Barbados de la corona inglesa, aunque seguiría dentro del Commonwealth.
Para el autor, la primera oleada comandada por Néstor Kirchner, Lula da Silva, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, entre otrxs, perdió fuerza en la mitad de la segunda década del presente siglo por el agotamiento de las reformas de la primera generación aplicadas: “El progresismo cambió la tasa de participación del excedente económico en favor de las clases laboriosas y el Estado, pero no la estructura productiva de la economía”. Esto llevó a que “la masificación de ingresos medios, la extendida profesionalización de primera generación, el acceso a servicios básicos y vivienda propia, etc., modificó no sólo las formas organizativas y comunicaciones de una parte del bloque popular, sino también su subjetividad aspiracional. Incorporar estas nuevas demandas y darle sostenibilidad económica en el marco programático de mayor igualdad social, requería modificar el modo de acumulación económica y las fuentes tributarias de retención estatal del excedente”.
Finalmente, la “incomprensión en el progresismo de su propia obra y la tardanza en plantarse los nuevos ejes de articulación entre el trabajo, el Estado y el capital, dieron paso desde 2015 a un regreso parcial del ya enmohecido programa neoliberal”. Al estancarse ese breve período, comenzó a emerger una segunda pero distinta oleada, como podemos ver en el siguiente cuadro:
Primera ola progresista | Segunda ola progresista |
Victorias electorales a partir de grandes movilizaciones sociales catárticas que, por su sola presencia, habilitan un espacio cultural creativo y expansivo de expectativas transformadoras sobre las que puede navegar el decisionismo gubernamental. Fase activa o ascendente. | Concurrencia electoral de defensa de derechos agraviados o conculcados por el neoliberalismo enfurecido, no de una voluntad colectiva de ampliarlos, por ahora. Fase pasiva o descendente. |
Liderazgos carismáticos. Monopolio de la representación de lo nacional y popular. | Liderazgos administrativos. Rutinización del carisma. |
Intento por desplazar el viejo sistema político y construir uno nuevo. | Estabilización y preservación de la predominancia del viejo sistema político. |
Opositores atomizados y dispersos. | Opositores políticos cada vez más escorados hacia la extrema derecha. |
Reformas progresistas. | Gestión de rutina. |
Por último, García Linera propone crear un nuevo recetario para ésta segunda oleada, caracterizada como un cúmulo de gestiones administrativas, enfrentadas a sectores reaccionarios y violentos. Dos realidades muy complicadas, en particular para Argentina, cuya falta de osadía política por parte de su dirigencia llevará a predisponer del pago del mayor crédito otorgado por el Fondo Monetario Internacional en toda su historia. A 20 años del 2001, la memoria también puede ser un material “rutinizable” para los de arriba.