Las poetizas populares en pie de lucha
A pesar de la pazciencia propia de quien ha dejado la vida por conseguir cierto estado de bienestar con las migajas del estado, hoy los movimiento sociales no han logrado convencer a la sociedad ni los gobiernos de su infinita tarea alimentaria, de cuidado ecofeminista y otros menesteres vitales de supervivencia para la Argentina.
“Si nos focalizamos en los movimientos populares estamos atravesando un panorama bien complejo en el cual la sociedad movilizada ha logrado abrir una grieta en la sociedad conservadora para después ser conducida, a través de los poderes establecidos, hacia las instituciones, debilitándola fuertemente”
Raúl Zibechi
“Hay mucha gente pobre, mucho pueblo, genuinamente enojado con la dirigencia política que le da la espalda. Si desde las fuerzas populares no se sintoniza de mejor forma con esas broncas, serán otros quienes expresen esos enojos”.
Pablo Solana
“Hay miles y miles de organizaciones, mujeres, hombres, jóvenes, niños que están queriendo otra vida, que están tratando de deconstruir y construir una nueva humanidad, una nueva forma de convivir en comunidad. No hay una solo noticia de tantas experiencias positivas que existen a lo largo y ancho de Argentina y todo el continente”
Argentina Paz Quiroga
Por Tomás Astelarra / Ilustración: Fuska.visual
He podido observarlo en muchas de las pueblas de nuestra Amerika: la pazciencia está muy ligada a la resilencia. A quien no le queda nada, no tiene miedo de luchar por todo. Quien ha puesto lucha y sudor, incluso vidas queridas, en sus logros, protege y cuida lo conseguido. Las poetizas populares están acostumbradas a agachar la cabeza, a recibir promesas falsas, a que le digan vagas, chorras (como a la Jefa), sucias, ignorantes, planeras….
Pero hoy, hay un punto de inflexión sin marcha atrás, en esa elipsis histórica que las llevó de ser esposas (esclavas) excluidas, sumisas, de maridos desempleados y niñes con hambre, a dueñas y señoras de los barrios periféricos y su economía popular (que incluye políticas reales de sana y digna alimentación, cuidado, salud, vestimenta, comunicación, reciclado y hasta avatares tecnológícos. Por más que las de arriba digan que lo suyo no es trabajo, que van a estar mejor con un patrón pyme, o mucho peor, multinacional. Y que le van a recortar los 30 mil mugrosos pesos de apoyo o Salario Social Complementario por comprar un par de dólares, pagarle algún jueguito online a sus pibes o ahora la amenaza de que no puedan recibir ese beneficio si ganan más de 100 mil pesos a la vez que se intenta desenganchar este aporte a su trabajo (con mayúsculas) del salario mínimo vital y móvil, una garantía conseguida con la lucha en las calles durante el gobierno en Cambiemos (en movilizaciones y negociaciones que ahora los castos y bien pagos progresistas funcionarios peronistas tildan de traición).
La señora ministra Tolosa Paz recibe un jugoso sueldo del estado. ¿Está más calificada para su puesto que una señora que alimenta 200 pibes con dos paquetes de fideos, una salsa y una leche vencida que le manda el estado? Las últimas semanas parecerían demostrar lo contrario. Sus acciones y dichos muestran o una terrible ignorancia o un criminal cinismo. “Tenía más voluntad de entender la anterior ministra, Carolina Stanley”, me confesó un dirigente amigo que le había dicho otra dirigente amiga.
Ya está claro que el gobierno de Alberto Fernández iba a empezar por los de abajo. Si, el recorte y la criminalización (porque los pobres no tienen lawfare). Día a día se discuten las tranferencias del estado a las poetizas populares y no a las multinacionales oligopólicas, las grandes empresas, las clase medias o la dichosa “casta” política. Por eso sus hijes se hacen liberales y apoyan a león Milei que quiere quemar el Banco Central (por algo hay que empezar).
Historia de un desamor popular
El dirigente social Juan Grabois representa un sector de la militancia que ha decidido por voluntad propia bajar algunos escalones del bello pedestal de la clase media alta para bajar a los barrios y entender la realidad de les excluides. Su intelectualidad universitaria no se mueve en el llano con certezas sino con aportes que funcionan de manera complementaria con las ancestrales sabidurías pazcientes-resilientes de las poetizas populares. No suele callarse la boca. Es que, como aclaró en la entrevista del Método Rebord, esa transición de la teoría a la realidad, de la oficina al barrio, o las inmensas zonas campesinas de la Argentina, sitúa a les privilegiades del modelo capitalista en una zona de conflicto, guerra que incluso, aclaró en esa larga entrevista, puede traer problemas psicológicos. No se defiende un discurso, se defienden hechos, personas, realidades…
Al comienzo de la gestión de Alberto Fernández y el Frente de Todes, Grabois advirtió que solo había 100 días para solucionar la tremenda crisis social que atravesaba el país tras la tremenda yapa del “proceso de reorganización nacional” y el saqueo neoliberal menemista que significó el gobierno de Cambiemos. Luego vino la pandemia, la guerra, la inflación, todos esos flagelos de la crisis civilizatoria a las que nos ha traído el sistema patriarcal capitalista.
Porque vamos a ser sinceras, el peronismo solo cumple setenta años de querer poner un mínimo freno a quienes en realidad siempre han gobernado: los verdaderos poderes fácticos multinacionales que, en complicidad con las oligarquías locales (vetusta pero explícita expresión), han sabido interrumpir la democracia de diversas formas en todo este continente y otros (dictaduras militares, deudas externas, guerras internas financiadas por la banca internacional curiosamente en zonas de apetecibles recursos, abusos del poder empresarial oligopólico y ahora, los grandes aparatos mediáticos y judiciales o hasta un ridículo piquete machirulo en el Congreso). El peronismo, en su perfil multidimensional, popular, negociador con el poder establecido, siempre ha hecho equilibrio en una delgada línea que puede pasar de la representación de los de abajo a la complicidad con los de arriba. Pensar que hay opciones más seguras de caminar en la política institucional en estos tiempos de pachakuti puede llegar a ser ilusorio. Hay que derivar en alerta, recomendaba el economista chileno Manfred Max Neef. En un continente popular que, no por falta de otros entretenimientos, no se cansa de tumbar gobiernos neoliberales, jugar con los ánimos de los nadies, los no tienen nada, es obligarlos a animarse a todo. Es como la uña, resiste el calor, pero cuando quema, se prende fuego. Por suerte en Argentina, como dice el Pablos Riveros, “lo social ha desbordado lo político” y las poetizas populares tienen interlocutores en las más altas esferas del gobierno (incluso el sector empresario como ha demostrado el coloquio de Idea).
“Los gobiernos que se fueron indecorosamente cayeron por estallidos sociales. Si no hay presiones de los sectores populares y sindicales, el Gobierno va a tomar malas decisiones como ha hecho hasta hoy. Todos los días una mala decisión porque había que conformar a otros que no eran el pueblo que lo votó. Ningún gobierno se fue por aumentar el salario mínimo, las jubilaciones o poner un refuerzo de ingresos para los sectores populares”, advirtió a principios de años Juan Grabois y el partido político del que forma parte (el Frente Patria Grande, que no es lo mismo que la organización social, el MTE) estuvo a punto de irse del Frente de Todes tras votar contra el acuerdo con el FMI. Con una posición más negociadora, el Movimiento Evita (por dar otro ejemplo de la infinita gama de organizaciones sociales que conforman la UTEP) votó a favor del acuerdo con el FMI y frenó la movilización en una histórica alianza con el presidente Alberto Fernández. Alianza que nunca le perdonó el kirchnerismo, a pesar de si haber perdonado otras traiciones de más alta alcurnia como la del propio Fernández o el excelintísimo y salvadorísimo ministro Sergio Massa.
Sin embargo la UTEP (la Unión de Trabajadoras de la Economía Popular) ha demostrado tener mucha más cohesión y decoro que el Frente de Todes o incluso la CGT. A pesar de las numerosas diferencias e internas que circulan en los pasillos de los movimientos populares, las mismas no se han expresado en público. Por otro lado, los movimientos populares nucleados en la UTEP han demostrado renovar la historia del primer peronismo ubicando en puestos claves del poder ejecutivo y legislativo funcionaries llegades de las verdaderas zonas populares como la diputado cartonera Natalia Zaracho, el okupa del conurbano Federico Fagioli, la villera Fernanda Miño (Secretaria de Integración Sociourbana) o la también cartonera María Castillo, directora de Economía Popular. Sin mucha prensa o reconocimiento, estos y otros “pequeño espacios de gestión en el poder neoliberal” (Pacheco dixit), en su conocimiento de los territorios y gentes han demostrado ser mucho más eficientes que muchas áreas manejadas por la “vieja política” dentro una insana confrontación y loteo. Esta capacidad de gestión se complementa con la capilaridad de construcción territorial en diversos procesos de una elipsis (que conducida desde abajo por las poetizas populares) ha transformado la protesta en propuesta, y trabajadores desocupados en trabajadoras de la economía popular. Estas dos cualidades, sumada a su importante capacidad de movilización (o mucho mejor, la amenaza de hacerlo) han dado a las organizaciones sociales un piso de poder popular desde donde poder negociar o incluso intervenir en la pantalla mediática. Muchas de sus conquistas se entienden más por esta lenta e inteligente construcción desde abajo que por la buena voluntad de los de arriba (sean jueces, empresarios o ministras progresistas o cambiemitas). Como dice el jefe comunal de Villa Ciudad Parque Pablo Riveros (otra demostración de la eficiencia de las organizaciones sociales en las instituciones) es el proceso donde “lo social desborda en lo político”.
El reciente acuerdo entre el kircherismo y el Movimiento Evita puede explicarse en este sentido. La posible complementariedad entre esta organización (y otras fuerzas políticas de las organizaciones ya aliadas al kircherismo como Patria Grande o la Corriente Nacional Martín Fierro) con la “agencia de contrataciones” (Asis dixit) de La Campora (con mucho menos trabajo territorial) y la capacidad geopolítica de Cristina Kirchner podría generar la posibilidad de un verdadero gobierno popular que tuerza la historia de la dichosa “correlación de fuerzas”. Sino, como me dijo el otro día una compañera; “si no van ayudar al menos no molesten”,
Los pobres no tienen garantía
Esta semana el raid mediático arrancó con una entrevista en el programa de C5N Brotes Verdes (del periodista Alejandro Bercovich) al titular de la AFIP, Carlos Castagnetto, que aclaró que el informe filtrado a la prensa y actualmente judicializada por supuestas irregularidades en las beneficiarias del Potenciar Trabajo había sido solicitado por la justicia levantando el secreto fiscal de las poetizas populares. El mismo secreto fiscal que el diputado de Patria Grande, Itai Hagman, viene rogando hace dos años sea levantado para investigar la escandalosa fuga de capitales tras el escandaloso préstamo del FMI que hoy condiciona las políticas fiscales y monetarias del gobierno, cediendo al lobby sojero un dólar de privilegio mientras busca la quinta pata al gato del gasto social para generar un recorte encubierto.
El miércoles en la misma señal, en el programa Hagan Algo de Ivan Schargrodsky, el dirigente y funcionario del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, confirmó el acercamiento al ala kirchnerista del gobierno, aclarando que hoy los movimientos populares tienen autonomía política en todo el territorio nacional ocupando espacios de poder importantes. Volvió a insistir que no hay forma estadística que el trabajo se solucione a través del empleo formal (la utopía industrial de amplios sectores del peronismo). Y que el límite era la derecha y cierto sector empresario (en otras ocasiones ha dejado en claro que ciertos sectores empresarios entienden mejor la economía popular que ciertos integrantes del poder político institucional).
El raid mediático terminó con una fuerte discusión entre Grabois y la ministra Victoria Tolosa Paz en el programa Para que Sepas de A24. Grabois en la semana anunció una posible candidatura. Pérsico dijo que podría apoyarla. En el programa aclaró que eso sería en el caso que no se presente ni Cristina ni Wado y frente a un nuevo intento de presidente peronista neoliberal (como Scioli o el Tío Fernández). Explicó las injusticias y regularidades de las últimas medidas del ministerio de Desarrollo Social, la estigmatización y desconocimiento de la realidad de las barriadas y proyectos de la economía popular. Por más que lo intento la ministra Tolosa Paz no llevó tranquilidad a las compañeras y demostró su completa ignorancia en la materia. Su visión pobrerista y asistencialista rondó algún tipo de neoesclavismo conservador insistiendo una y otra vez que el Potenciar Trabajo, al revés de lo que dice su nombre y el de su antecesor (el Salario Social Complementario) es un programa solo para personas carenciadas. Es decir, que si una cartonera luego del hambre de sus niñes, las balas de la policía, miles de horas de asambleas y piquetes y un esfuerzo indigente alcanzó luego de treinta años una retribución informal de 110 mil pesos, el estado ya le puede sacar 30. Frente a un manojo de expresiones voluntaristas y generales y de una moralidad dudosa en un marco generalizado de ilegalidad en un país donde la trampa siempre supera la ley, Tolosa Paz intento defender lo indefendible: recortarle a las poetizas populares las migajas que le da el mismo estado que financia grandes empresas, clases medias y su propio sueldo. Me hizo acordar a Susanita en un chiste de Quino.
Pero solo aquelles que convivimos con ellas sabemos que esa no es su principal fuerza. Las migajas del estado no son la principal fuerza de los movimientos de la economía popular. La organización, la autogestión, no solo ha dado fruto en sus emprendimiento cooperativos. También ha derramado en la comunidad (con ese derrame que nunca cumplió el paradigma capitalista neoliberal), fortaleciendo sus lazos y estrategias. Hoy, 35 años después de aquella pueblada de Cutral Có contra el saqueo neoliberal de un gobierno también peronista, pueden mostrar una diputada cartonera, funcionarias villeras transformando la realidad de los barrios (incluso con cooperativas formales, asociaciones civiles y hasta partidos políticos ¡que barbaridad!), armen de una reciente historia que en muchos territorios dice que fueron ellas y no el Tío Alberto y sus clases magistrales por televisión las que sostuvieron la Argentina durante la pandemia. Merecen levantar la copa del mundo.
Despreciar su trabajo y construcción histórica es un acto bochornoso y deshumano (de lesa humanidad) que solo puede pasar desapercibido en una sociedad dormida, vencida, ignorante e individualizada, un servidumbre voluntaria que fielmente representan muches integrantes del arco político institucional (la famosa casta política). Tienen razón sus focus group. El discurso acertado en la televisión y redes es criminalizar la economía popular. Pero no nos mientan que eso es venir a cambiar las cosas y empezar por los de abajo.
Tras varias asambleas en todo el país y el anuncio de movilización general en todo el arco de organizaciones sociales del Polo Obrero al Movimiento Evita esta semana, dice Infobae que tras una reunión con el barba Pérsico, finalmente la ministra Susanita dará marcha atrás en sus medidas.
Justo antes de un diciembre muy caliente de 2001, en un debate en A dos Voces en pleno gobierno de la Alianza, Nestor Kirchner discutía con Patricia Bulrich que siempre era mucho más fácil recortarles a los de abajo pero que eso no era justo. Hoy las de abajo se han organizado. No es tan fácil recortarles los recursos.