COLABORACIONES

Construcciones sordas

Una mirada sobre las experiencias de lucha de la comunidad sorda para compartir.

Por Pablo Cervigni | Ilustración: @nico_mezca

El pasado mes de septiembre, se celebró en Argentina el Día Nacional de las Personas Sordas. Más específicamente, el día diecinueve de ese mes. Fue establecido mediante el Decreto n.º 10.901, en diciembre de 1958 por el Ministerio de Educación y Justicia. Es la fecha en la que se conmemora la creación de un instituto nacional y la primera escuela para personas sordas en el año 1885. 

La comunidad sorda lleva toda una vida luchando por visibilizarse para que se garanticen y respeten sus derechos lingüísticos y culturales más elementales. Sin embargo, existe todavía mucho desconocimiento, confusión y prejuicio en torno a las personas sordas, especialmente desde el mundo oyente y funcionalista. 

Esta comunidad, en particular, posee identidad, cultura, valores, historia y todo esto se relaciona con lo más importante, que es la comunicación en la vida cotidiana. Es una construcción para la vida, no solo desde una mirada ligada a la reivindicación de derechos en sí. 

Hay personas que hablan sobre lenguaje y lengua. Pero no se hace una diferenciación. Lo cual no permite el entendimiento real, sino que incluso agota en parte las cuestiones más de fondo. 

Para la comunidad sorda, el lenguaje es una capacidad con la que contamos todos para comunicarnos y la lengua es un idioma. Por eso, lo correcto es decir lengua de señas. Y esto es el patrimonio lingüístico y cultural de la comunidad, uno de sus pilares a la hora de plantarse culturalmente y en distinción a una idea de conjunto netamente basada en la discapacidad como lo era otras épocas de la historia de la lucha por conformarse.

Es importante entender, o considerar, que se abre el juego desde esta perspectiva y desde la mirada de nichos culturales llenos de contenido dentro de cada una de las discapacidades como construcciones sociales. Es importante también entender los límites y las implicancias que tienen el estar o no estar dentro de ciertas etiquetas sociales para la lucha más global al respecto. Y es que la comunidad sorda viene luchando hace mucho tiempo por su identidad. De hecho, dentro de las diversidades funcionales que existen en el mundo, son las que más asentadas están respecto a una identidad conjunta, aunque los estados en general hagan la vista a un lado sobre esto y se siga metiendo todo en una misma bolsa que sirve para ajustar y para relegar, pero pocas veces para reivindicar, reconocer y militar las causas que superen al asistencialismo.

En esto tienen mucho que ver las organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles. Al menos hasta este punto, que se encargan en primer lugar de reunir cuerpos y voluntades dispersas y crear, a partir de eso, una identidad cultural puesta en común. Y creada colectivamente a partir de lo cual luchar y aunar fuerzas, aun estando en una etapa en donde la discapacidad o la diversidad aún se organiza por sectores, con sentido, dado que las necesidades no son para todos y todas las mismas. Aunque, lo que sí nos termina uniendo a todos tiene que ver claramente con el derecho a la accesibilidad en un sentido pleno del concepto. En el caso de las personas con discapacidad motriz, será por ejemplo el acceso pleno a espacios y para la comunidad sorda la accesibilidad. Claramente, tiene que ver con el acceso a medios de comunicación que sean permanentes y aceptables en función de sus necesidades. Como en el caso de las personas con discapacidad visual, el acceso tendrá que ver con señalética, por ejemplo, siendo reduccionistas.

Fue la pandemia la que casi, sin querer, desnudó como nunca las faltas de accesibilidad para las distintas discapacidades con la que nos podemos encontrar en la sociedad actual. En el caso de la comunidad sordomuda, las expresiones y los mínimos mensajes entendibles del otro, y para con el otro, quedaron ocultos debajo de los barbijos. Imagino que le sucedió lo mismo a una persona con disminución visual, que de un día para el otro paso de ver a dejar de hacerlo. Esto es algo que claramente no se dimensionó en su momento. Y ya pasó casi al olvido. Pero la verdad es que, día tras día, se visibilizan cuestiones en situaciones comunes que dejan al descubierto la falta de aprendizaje, conciencia, interés y empatía para con estas otras realidades que aunque no lo creamos nos atraviesan a todos y todas.

Entonces, teniendo en cuenta que la comunidad sorda se ve a sí misma como una minoría cultural y lingüística, única que usa la lengua de señas como su lenguaje principal, el resto de las diversidades, como viene pasando de a poco ya, debería seguir el mismo camino o uno similar: buscando de esa estructura y distinciones, que quizás no excedan a la discapacidad en si pero sí intenten superarla con el paso del tiempo y se encuentre un sentido en común, una bandera desde la cual reconocernos en medio de la efervescencia social y las múltiples diferenciaciones.

Las características de la cultura sorda, por ejemplo, se forman a partir de muchas experiencias de vida compartidas, situaciones de vulnerabilidad y lucha que, por mucho tiempo, fueron en solitario. Y lo siguen siendo, como pasa en otras áreas de la discapacidad enraizadas en un mundo que es mayoritariamente visual. Existen, en este sentido, dos concepciones sobre la persona sorda: la concepción socio antropológica y la concepción clínica.

Estas concepciones son opuestas entre sí. Pero son estas concepciones las que juegan, se tensan y construyen no solo a este colectivo, sino que está siendo replicado, tímidamente aun, por otros colectivos con discapacidad que se están cuestionando cuáles son las características en sí mismos que los convierten y nos convierten en una familia que, como tal, pelea por sus derechos unificados. Aunque, a veces, se cae en el pecado de la sectorización de la discapacidad. Por demás, una segregación estructurada desde adentro.

Claramente es esta, la comunidad de la que venimos hablando, la que está a la cabeza de estas construcciones que mencionamos. Y es importante compartir con el gran público el hecho de que estas luchas se dan todo el tiempo y en todo momento. Incluso, en instancias de la cotidianeidad y el ocio, en donde ni siquiera en esos contextos se respeta la inclusión, el reconocimiento y el acceso.

Con el paso de los años en donde la inclusión ha dado un salto de calidad, que es difícil de no reconocer. Aún faltan muchas cuestiones por tratar, trabajar, revisar, discutir, cambiar y luchar. No podemos volvernos estáticos en un momento donde la sociedad toda, está en un proceso de movilidad cada vez más acelerado, aunque en las universidades este la posibilidad, no asegurada, de pedir un intérprete, o que en la televisión pública se tenga en cuenta esta comunidad. Porque como pasa en otros ámbitos de la sociedad, todavía debemos luchar porque estas cuestiones que el estado, a veces, sostiene por cuenta propia, se vuelvan parte de nuestras realidades culturales y obligaciones sociales para con todos. Que no sea algo que está ahí de casualidad. Que no tengamos que elegir lugares en donde sí y en donde no por cuestiones de accesibilidad y reconocimiento. Esa es la lucha que, hoy por hoy, debe hermanarnos.

Se trata de reconocer las luchas y experiencias individuales que nos han dado lo que hoy tenemos. Pero aprender y desarrollar también el ser colectivo, que es lo que hoy nos va a permitir visibilizarnos definitivamente y lograr el pleno acceso. Que tampoco es tan difícil de llevar a cabo. Solo se necesita la decisión de militarlo para hacerlo. Por el cuerpo, y dar la discusión necesario que se deba dar en el camino para unirnos, no para seguir dividiéndonos.

La comunidad sorda definitivamente nos invita a celebrar, a acompañar reivindicaciones. Pero también, a aprender de construcción, de identidad, de perseverancia que, sí o sí, debe ser traslada a otras cuestiones que tienen que ver con luchas sociales y, como no, relacionadas a la discapacidad en general hoy por hoy, más que nunca, en donde nos encontramos en un momento de plena vulneración de derechos ya conseguidos, y en donde algunos aparecen más, otros menos. Pero todos luchando desde su lugar.

Fuentes:

Para está nota fueron usados fragmentos de la entrevista hecha por redacción La tintaMariana Rodríguez y Santiago Arrascaeta, integrantes de Crescomas -Centro de Recursos para Personas Sordas- y de la Organización Cordobesa de Sordos (OCS)

https://latinta.com.ar/2022/09/comunidad-personas-sordas/

(*) Tanto La tinta como La Luna con Gatillo forman parte de la Red de Medios Digitales (RMD).