Al sur de las geografías
Se presentó el libro de Marco D’Angelo, docente e investigador de Cosquín. Fue editado por Ría Libre Ediciones de Punilla. Te compartimos una reseña
Por Martín Palacio Gamboa desde Uruguay
En el actual horizonte de crisis ecológicas y uniformación global del saber Al sur de las geografías no se ofrece como un manual técnico, sino como un gesto de pensamiento que escribe (enseña) desde la urgencia. Su propósito es abrir caminos en el campo de la enseñanza de la Geografía, no para trazar rutas ya sabidas, sino para escuchar los ecos de territorios aún no dichos, aún no reconocidos. Es, en ese sentido, una escritura que interroga, que piensa preguntando desde América Latina.
La premisa es clara pero que de por sí nos lleva a revisar ciertos aspectos epistémicos pendientes: el territorio no es una superficie a ser administrada ni un objeto neutro de medición; es una construcción simbólica, un cuerpo vivo donde convergen memorias, conflictos, afectos y modos diversos de habitar el mundo. No se trata de cartografiar el espacio, sino de comprenderlo como una textura en disputa, un entramado de sentidos donde laten formas otras de comprender la realidad. El territorio, entonces, no se demuestra: se recoge, se descifra, se piensa en su estar-siendo. D`Angelo propone, por tanto, una pedagogía que se despliega como acto de cuidado y de salvación, que se
pregunta por las formas en que aún perviven matrices espaciotemporales no occidentales, latentes en la memoria colectiva y en las prácticas de los pueblos originarios. Frente a la hegemonía de la territorialidad moderna (geométrica, racional, extractiva) se recuperan concepciones ancestrales que piensan el espacio como cuerpo, como comunidad y como ritmo.
La escritura aquí (de gran rigor conceptual y con una encomiable claridad expositiva que no descarta el uso de neologismos y expresiones compuestas) es un diálogo con lo ausente, con lo excluido. En ese diálogo intermitente, la geografía se torna acto de escritura encarnada. Las actividades propuestas (como la reinterpretación de cartografías sonoras o la reconstrucción de calendarios andinos) no son ejercicios ilustrativos, sino modos de activar la pregunta, de hacer visible la fractura entre los mapas coloniales y las representaciones indígenas del mundo. Son sendas abiertas para el estar-siendo del conocimiento, que ya no se impone como totalidad, sino que se ofrece como camino compartido.
La apuesta es fuerte: desnaturalizar las categorías modernas que aún rigen los planes de estudio. Y, en su lugar, ofrecer una apertura a lo que Walter Mignolo ha llamado la hermenéutica pluritópica, ese pensar que se despliega desde múltiples lugares a la vez, sin clausura ni síntesis. Enseñar geografía, desde esta perspectiva, es salvar (en el sentido más radical del término) el pensar. Es cuidar los caminos del saber que emergen desde la comunidad y desde la perplejidad misma del mundo. Al sur de las geografías propone algunas certezas como punto de partida, lo que se traduce en un permanente ejercicio de hospitalidad para la pregunta. Su contribución no radica en un contenido nuevo, sino en un modo nuevo de vincularse con el contenido: como si enseñar fuera, ante todo, un acto de recoger vestigios, de alumbrar lo que persiste en el fondo de lo olvidado, de conjurar un diálogo en alabanza a lo problemático del habitar.
Así, el pensamiento de Rodolfo Kusch, con quien D`Angelo reconfigura una nueva urdimbre, se transforma en hilo conductor de una praxis que no busca dominar el espacio, sino habitarlo con humildad, desde el sur, con un compromiso sociopolítico que amplía nuestra noción del derecho a una identidad y a una pertenencia.
