CRÍTICA DE CINE

El multiverso unidimensional

Unas breves palabras sobre las nominadas al Oscar 2023.

Por Lea Ross

Si entráramos a un bar, a tomar un café con una persona cinéfila que se formó en filosofía y otra cinéfila que se especializa en física, posiblemente alguien dirá en medio de la charla: “¿Vieron que ahora se ha puesto de moda los multiversos?”. Y eso ya no es gracias a las últimas películas de superhéroes. Ahora lo sería por el hecho de que el filme Todo en todas partes al mismos tiempo es la más nominada, y se supone la favorita de muchos, para llevarse el premio a Mejor Película de los Oscar.

Reciclando sus experiencias videocliperas, los directores Dan Kwan y Daniel Schneinert (“Los Daniels”, como se los conoce) adaptan una historia susceptible al costumbrismo, que sería el conflicto de una pyme familiar tratando de estar con los papeles fiscales al día, en una compleja trama de ciencia ficción, donde la matriarca de esta familia, interpretada por Michelle Yeoh, va “saltando” en esas distintas dimensiones, mientras va adquiriendo las distintas habilidades de sus “yo” alternos. En ese paulatino “superheroísmo”, con trazos nipones a lo trigre y el dragón, la fuerza centrífuga que ejerce la propia estructura narrativa empuja a que todos esos universos, con sus propias leyes universales regidas con sus respectivas lógicas, vayan eclosionando hacia donde se escondía la propia base oculta de la película: la búsqueda de una relación armoniosa entre una madre y su hija.

La moral se impone sobre la estética, llevándolo a una digestión ética. Lo que la existencia de un multiverso implicaría anteponer la duda sobre ciertos preceptos instalados en el paradigma normatizante, todo se da vuelta ante la cristalización institucional de una familia, lo que conlleva a observar a esa supuesta diversidad cósmica es contemplada ante una perspectiva terraplanista.

De hecho, la última película del Hombre Araña, Spider Man: Sin camino en casa, es hasta ahora la mejor referencia fílmica sobre los riesgos de tensión que genera estar subsumido en un multiverso. La inocencia juvenil de Peter Parker lo lleva a negarse a devolver a los villanos a sus respectivos mundos, debido al descelace fatal que les avecina. Eso no solo lo lleva a confrontar con su colega el Dr. Strange, sino que luego lo hará con algunos de esos malvados, e incluso consigo mismo. La coherencia interdiscursiva se sustenta con el paralelismo que lleva la consciencia misma del filme en que se pone en tela de juicio lo naturalizado en las sagas anteriores del héroe arácnido, disfrutado por un público de distintas generaciones.

En Todo en todas partes…, no hay duda que el montaje, los rasgos grotescos, la estirada secuencia repleta de néctar sobre la búsqueda de ese equilibrio intrafamiliar, sumado al gusto posmoderno marcial anglosajón en sucesivos combates cuerpo a cuerpo a lo Jackie Chan, son más que suficientes como para suponer que una élite demócrata, que tienen su espacio para votar en los Oscar, podrían estar agradecidos con los Daniels por conseguir aplicar una receta pochoclera para un producto más degustable para su paladar.

Es muy difícil ver que las diez nominadas al Oscar se desapeguen de ese conformismo disfrazado de osadía. La que se acerca más a ser una excepción es Tár, la película de Todd Field donde Cate Blanchett interpreta a la directora (ficcional) de la Filarmónica de Berlín. No se niega la duda sobre la eficacia de ciertos desniveles en cuanto a la duración de algunas secuencias, en particular a lo acelerado que resulta tener las experiencias finales de la protagonista por fuera de la cultura occidental. Pero en cierta manera, las decisiones de anteponer extensos diálogos y con dar más peso a escenas aparentemente inconducentes, permiten en su conjunto ser una puerta de entrada para otorgar un mayor esfuerzo intelectual y sensitivo al espectadorx, al encarar un proyecto fílmico por fuera de los estándares que impone el comercio. Es una de las pocas ocasiones donde el cine industrial nos permite acercarnos más a ese verdadero multiverso de infinitas reglas que se hace llamar cine.