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Te mata el que te dice que te ama

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El tres de junio se llenan las calles de bronca. Rojas enceguecidas pero hambrientas de lucha.

Quedan cenizas de los pobres corazones que una lágrima dejó esperando.
Se incendian dentro de una secretaria obsoleta que no da respuesta a las urgencias que siguen apareciendo.
Porque hay nombres que nos faltan.
Porque hay sombras dibujadas en el pizarrón con la categoría de “desaparecide”.
Pero me duelen las entrañas.
Porque es parte de una furia incontrolable también.

Construir la historia a partir del dolor te hace armar murallas de fortalezas.
El cariño ya no se demuestra tanto, pero si hay una manada de lobas preparadas para abrir la ronda y prenderle mecha a la fiesta en la que muchas veces no fuimos invitades.
Construir una historia con una base emergente y urgente de saber que esa historia puede ser bastante corta, porque el tiempo nos corre más rápido, pero sabemos cómo disfrutarlo, porque saber que nos pisa los talones es desterrar el miedo de que mañana puede ser otre.

En el mientras tanto quiero los abrazos negados.
Disfruto los besos mojados y con sabor a humo de faso que me lubrica el cariño promiscuo de no tener mucho, pero saborear lo poco.
Entregó hasta la última garra por le compañere que me cacheteo el temor con un “acá no se viene a llorar, acá se viene a luchar. Después lloramos.”
Y si me entrego a la incertidumbre, esa a la que muchos les da miedo, ese camino sin llegada pero lleno de dolores y felicidades.
Y llevo el nombre de les que me faltan, de les que están y les que vendrán, porque si hay algo que me enseñó el tiempo es que para sobrevivir a esto que nos condena es necesario tener brazos abierto que te esperen dónde nadie se anima a esperarte.

Prefiero el fracaso y prefiero a les fracasades, porque dentro de un montón de esos que se la dan de amigos de las locas, pro diverses, pocxs se animan a tocarse el ano y desestructurar lo que hoy nos exilia, lo que nos desalienta, lo que nos condena.

El hambre insaciable de armarme las ganas, aniquilar los colores que se me impusieron a la fuerza y emancipar mis pezones de pena para que el privilegio de algunos se derrumbe.

Porque la urgencia está latente y les aseguro que casarme no es un proyecto de vida.

Que tú preocupación es si me trataste con una “e”.
Que si hay baños mixtos.
Que si tengo nuevo DNI o no.
Que si construyó una feminidad o masculinidad más o menos hegemónica.
Que si, si me saludas, pero si te miro con más cariño te cagas.
Que si me das un laburo, miserable porque en este sistema que explota ya sabemos que sectores les toca más fuerte está parte.
Porque la urgencia es otra.

Y pareciera que cuando se habla de eso medio que mucho nos les importa.
Porque nos están matando.