Jujuy arde y duele
Jujuy arde y duele. Pero a la vez es esperanza, como siempre que el pueblo se moviliza. Como siempre que las comunidades originarias bajan de los cerros para exigir respeto. Como venimos haciendo ancestralmente, la comunidad se organizada se planta frente a un gobierno que es prueba y error, ejemplo y complicidad, con el sistema capitalista de muerte que ha impulsado el lawfare, el paramilitarismo en Colombia y los golpes de gobierno en Bolivia y Perú entre otras herramientas para poder saquear nuestros recursos a través de la violencia. En tiempos de inti raymi, es tiempo que la oscuridad de paso al sol.
El aleph
Ante la aprobación de la reforma de la Constitución en la Legislatura, y con la respuesta a balas y gases por parte de fuerzas policiales contra sectores manifestantes, el actual gobernador jujueño, y probable candidato a la vicepresidencia, Gerardo Morales, anunció que le otorga responsabilidad al gobierno nacional por “la extrema violencia que se está viviendo” y que convoca a la sociedad “a repudiar lo que está haciendo el kirchnerismo y el Frente de Izquierda en Jujuy”.
En Twitter, el mandatario compartía los registros del canal TN de Buenos Aires, incluyendo una hermosa imagen de un automóvil dado vuelta y en llamas.
Tanto ayer y hoy, como en las calles y en las rutas, se contemplaron docentes, trabajadores estatales, comunidades indígenas, movimientos sociales, sindicatos, militantes de distintas ramas, incluso personas reprimidas con carnet de prensa, cargos públicos o que simplemente tuvieron la desgracia de pasar por ahí. Las convocatorias proclaman la wiphala y el “banderazo”, conceptos no muy comunes en la jerga de una facción partidaria determinada.
Definir a Jujuy como un “laboratorio de lo que se viene” es lo que se volvió a escuchar años atrás, en los inicios del primer mandato de Morales. Hoy resurgen, pero sin la centralidad de una determinada figura de peso, como fue Milagro Sala, sino que ahora es transversal, difusa en cuanto a su propia encarnación individual. Mal que le pese a Morales, Jujuy es un “aleph”, un punto donde convergen todos los puntos.