CRÍTICA DE CINEECONOMÍA

Un documental que pone el dedo en la llaga

Desde los mercados populares, el puerto rosarino y la fallida expropiación de Vicentin, hasta la valoración de experiencias virtuosas en Brasil y Bolivia, Empresa Nacional de Alimentos plantea la posibilidad de construir una herramienta para democratizar y convertir al alimento en un derecho humano.

Por Pablo Solana para La Tinta

Campos, cerros, fábricas, puertos, mercados, ciudades y montañas. Junto al equipo de realizadores del documental, la cámara recorre los escenarios donde se producen, elaboran, comercializan y también se exportan los alimentos que (aunque resulte increíble por la diversidad y la riqueza de nuestra tierra) escasean en la mesa de millones de familias argentinas.

Las imágenes y los testimonios se complementan con datos duros inobjetables: en Argentina, diez corporaciones controlan el 90% del mercado de alimentos; en muchos casos, fijan precios privativos, por lo que 16 millones de habitantes no logran cumplir con una alimentación básica.

A lo largo de una hora y media, la película expone y sistematiza la información de manera pedagógica, sin disimular su toma de postura. Tras señalar a las empresas que concentran el mercado alimentario, y con las torres del exclusivo Puerto Madero a sus espaldas, Rafael Klejzer (responsable de hilvanar la historia ante las cámaras y uno de los promotores de la iniciativa) sentencia: “Estos son los verdaderos enemigos de la patria, los poderosos, los que saquean, los que fugan los dólares que terminamos pagando todos”.

Klejzer, dirigente del Movimiento Popular La Dignidad, hasta noviembre de 2022, ocupó la dirección de Políticas Integradoras del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, desde donde buscó promover una Empresa Nacional de Alimentos, objetivo frustrado en aquel entonces, pero que vuelve a ser puesto en debate a partir de la realización de este documental.

A la calidad de las tomas que muestran la Argentina profunda, se suman una serie de testimonios claves, entre los que se destacan el investigador Carlos Del Frade, desde Rosario; Victoria Escobar, de la Unión de Trabajadores de la Tierra de Santiago del Estero; Guillermo Bóveda, presidente de la empresa pública Agroandina, de La Rioja; y economistas y académicos/as como Hernán Letcher, Lucía Cavallero y Cecilia Roslan. De ese modo, el abanico de voces combina experiencias locales con análisis estructurales. El material de archivo permite, a la vez, develar la historia detrás de la crisis actual, que tiene sus vasos comunicantes con la desregulación económica que propuso Martínez de Hoz durante la sangrienta dictadura cívico-militar medio siglo atrás.

Ante ello, el documental plantea una solución concreta:

Espejos donde mirar

Dentro de los aciertos del documental, se encuentra la visibilidad que le da a experiencias que cuentan con una trayectoria y resultados auspiciosos. Es el caso de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos, EMAPA, de Bolivia; Patricia Ballivián, gerenta comercial de la empresa durante el gobierno de Evo Morales, expone el camino que les permitió incidir en el mercado de producción de alimentos en su país, bajar los precios y, por lo tanto, la inflación e, incluso, llegar a exportar. También brinda su testimonio Edegar Pretto, presidente de la Compañía Nacional de Abastecimiento, CONAB, de Brasil.

A tono con la realidad de los países vecinos, la película dedica una atención especial al desarrollo de Agroandina, empresa pública desarrollada por el gobierno de La Rioja. Los testimonios de su presidente y del secretario de Inversiones Públicas de la provincia se complementan con un recorrido por las instalaciones que muestra la producción y la escala de distribución que logró, en los últimos años, esa experiencia de participación desde un Estado provincial en el mercado de alimentos.

De ese modo, la propuesta política que da título al documental se refuerza: al mostrar experiencias concretas en funcionamiento, su viabilidad se vuelve palpable.

Seguimos haciendo cine

La producción de la película estuvo a cargo del Movimiento La Dignidad y del Centro de Estudios para la Soberanía Popular “Mariano Moreno”. En el guion, trabajaron Laura Bitto y Juan Pablo Lepore, director de la obra. “Es una manera de poner las herramientas maravillosas que brinda el género documental a disposición de causas e ideas necesarias para el bien común que buscan la justicia social, ambiental y la soberanía territorial como horizontes de futuro”, explica Lepore. “También es una manera de demostrar que seguimos haciendo cine. La motosierra del gobierno de Milei, el vaciamiento del INCAA y sus intentos por destruir toda experiencia artística, cultural y eliminar las posibilidades de financiamiento no logran callar nuestras voces, no puede evitar que sigamos creando con la fuerza que brota desde abajo, desde las bases del pueblo organizado”, concluye.

El documental fue presentado en la Muestra de Cine Documental (DOCA), en Buenos Aires; en las semanas próximas, iniciará una gira por ferias, universidades y espacios comunitarios de todo el país. Para coordinar actividades, se puede escribir al Instagram @mp.ladignidad.

Por Pablo Solana para La tinta / Imagen de portada: prensa ENA.