CHARLAS DEL MONTE

La pinta es lo de menos, vos sos un narco bueno


El que este libre de pecado que corte la primera piedra. La historia de como los progresistas colombianos discriminaron a Pablito Escobar. ¿O acaso nadie alguna vez no cometió el error de vender una rayita de coca, un fasito o un frasco de ayahuasca por unos pesitos?

Por Tomás Astelarra Ilustraciones: @fuskavisual @nicomezca y THC


Sube la balanza
El precio también sube, también sube la venganza
Ahora va, ¿ahora qué?

Son todos narcos, y el presidente

Sr Cobranza, Las Manos de Filippi

Mario se queda sorprendido por la pregunta. Lo piensa unos veintitrés segundos. Le grita al Pelusa que atienda el bar por un rato. Se trae un vaso, la silla, se acomoda ceremonialmente para una historia y arranca:

-¿Vos me preguntas si io alguna vez vendí droga? Actualmente no. Por suerte el alcohol no es droga. Ni las aspirinas o el ibuprofeno. O la falopa pa caballos. El Jipi M. me da unos frasquitos de aceite de marihuana. No los vendo. Pero se los doy a mi vecina y ella me da el dinero para el Jipi M. No sé si eso es vender. Tampoco si eso define al Jipi M. como narco. En principio vive en un rancho y no financia campañas. Aunque ahora parece que la marihuana es legal. O no sé. Dicen que hubo cambios. Ya no está desregulada. O regulada. No sé. Pero en aquellos tiempos no era legal. La marihuana, digo. Ustedes ni habían venido. Acá en el pueblo supimos que existían los jipis por el Chabo. La ruta era de tierra, éramos poquitos y casi no había turismo. Vino en moto con un trapo sucio, lo puso en la plaza cuando todavía no había puestos ni ferias. Encima del trapo sucio acomodó dos o tres collares de plata. Parece que eran buenos, porque venían las doñas ricachonas herederas de los ingleses y se los compraban. Parece que eran caros. El Chabo iba al almacén, compraba una bolsa de arroz y un zapallo y el resto se lo gastaba acá. Así que nos hicimos buenos amigos. Era raro, se vestía sucio, hablaba de anarquismo y países lejanos, tenía el pelo y la barba larga pero se empedaba igual que cualquiera de nosotros. Y tenía humor. Nos hicimos amigos. Y un día vino con un negocio agroecológico. En ese entonces nadie hablaba de agroecología. Acá en el pueblo en ese entonces no había muchos. Negocios. Así que encaramos. Un cultivo de marihuana al costado de la ruta de tierra. Con el gomero, el veterinario y otro jipi que apareció de no sé donde. Le avisamos al comisario que era amigo. Se vendía muy bien. Al otro año el comisario nos dijo que no dejáramos de joder. Que ya se habían enterado en la capital sus superiores. Y que el diputado que traficaba cocaína quería también empezar con ese negocio. A nosotros nos pareció que no daba hacer tanto quilombo por una planta y un par de billetes. Les juró que nunca la probé hasta hace un par de años que el Jipi M. me vino con un frasquito de aceite pa la presión, dormir bien, el cáncer que me aquejaba y no sé que otra cosa. También éramos amigos. Se empedaba como nosotros y tenía humor. También confiamos. Todavía era ilegal el aceite de cannabis. Que al final era lo mismo que la marihuana con otro nombre y proceso. Ahora parece que no es ilegal. O depende. El otro día ese muchacho amigo tuyo que vino, el intendente jipi, dijo que en su pueblo era legal. ¿Acá que esperan? Hasta quizás vuelve a ser negocio ahora que el diputado ta medio enquilombado.

-Ahora que lo pienso bien- dice el Chico Trosko – si nos ponemos las pilas, quizás financiamos tu campaña a intendente con el aceite de canabis. Porque el diputado no creo que nos la financie. Muchos menos los narcos o ricachones dueños del país que financian a su magnificencia Luten Milei o al gringo Choretti. Es más, dicen que el narco este que financiaba a su magnificencia y a José Luis una vez les puso los puntos a los dos por hablar mal del movimiento de derechos humanos. Al menos eso dijeron en la radio para demostrar que era el Jefe. Yo me quedé pensando que a lo mejor, en vez de denunciarlo, hubiera sido buena estrategia convencerlo pa que financiara la campaña de Grabois.

-También podemos convencer a los ayahuasqueros y temazcaleros amigues que se dejen de pelotudeces antipolítica y sus peleas más intestinas que interna del FIT y tiren unos manguitos del negocio multinacional de la falopa espiritual natural para chetos casta para financiar la revolución verde del intendente jipi- se le ocurre a Chico P.

-Porque Grabois no es narco ni está financiado por los sojeros, pero bien que más de un comedor popular recibió alguna donación de los muchachos y hasta casi le regala tierra Grobocopatel – aclara Suipacha K.

-Cualquier militante de barrio sabe que sería mejor que no existiera el narco, pero ya que existe hay que llevarse bien si querés hacer tareas culturales, de cuidado o la economía popular en el territorio. A veces los progresistas, una vez más, se pasan de moralistas. Nunca aprendieron la lección colombiana.

Para ese entonces, viendo que el Pelusa se había acomodado en otra silla, el Mario, terminada su historia del Chabo, ya había vuelto a su lugar en la barra. Pero al escuchar la palabra colombiana, volvió a acercarse, y luego de pegarle una patada a la silla de Pelusa para que volviera a reemplazarlo, preguntó:

-¿La lección colombiana? Me interesa. Nunca estuve. Pero el Chabo decía que en Cartagena de Indias había una bar igualito al mío.

-La cosa es así- comienza a hacer historia el nadaísta Vicente -Porque como dijo Gonzalo Arango: “en esta sociedad en que la mentira está convertida en orden, no hay nadie sobre quien triunfar, sino sobre uno mismo”. Por eso los nadaístas colombianos, no solo no tuvieron resquemor en consumir y vender estupefacientes, sino también en aceptar los generosos ofrecimientos de los narcos para pasar exultantes jornadas culturales en fincas bien equipadas y con invitados de lujo, como los Rolling Stone. De la misma forma que Pablito Escobar jugaba al fulbo con el Diego y el Pibe Valderrama. O los Orihuela lograban reunir al elenco de Chespirito para el cumpleaños de sus hijas. Sin falopa en el siglo XX no hubiera habido ni Andy Warhol ni los Rolling Stone. Tampoco Jorge Lanata, tanto el zurdo que todos admiramos como el empleado de Clarín que todos repudiamos. O viceversa. El tema es la calidad de la falopa. También de los faloperos, del que consume y del que la vende. La pinta es lo de menos si sos un narco bueno. Como los jipis, los políticos, los paisas y hasta los comisarios. Depende, diría un economista. O una casera boliviana.

-Rendondeemos o encaminemos hacía la lección. Que no la entiendo o son muchas – pide el Chico Trosko conociendo la habilidad del nadaísta Vicente para las ramificaciones etimológicas, históricas y éticas.

-El tema es que la marihuana y la cocaína las llevaron a Colombia los jipis Mario. Igual que acá. Fue en los sesentas. Cuando todavía eran gringos y hippies. En realidad eran 50 dizque soldados de los llamados Cuerpos de Paz de Kennedy. Hippies que no querían ir a Vietnam y como el gobierno, que era medio progre, no sabía que carajo hacer con ellos, decidieron mandarlos a Colombia dizque a ayudar a los pobres de la costa atlántica. Que era la que les quedaba más cerca.

El Chico Trosko hace un gesto circular con el índice para volver a rogarle al nadaísta Vicente que valla al punto. Vicente hace un gesto con la palma extendida para que tenga paciencia, traiga cinco birras más o, más bien, se valla a la mierda. Quizás le está haciendo un gesto al Suipacha K para que lo empuje al Chico Trosko que, fastidiado, está inclinado peligrosamente en la silla. No terminamos de interpretar el gesto porque el que se impacienta es el Mario.

-Dale pibe seguí, que me gustan las historias de Colombia.

El Nadaísta Vicente, con semejante autorización, se reclina en la silla, pide que le vuelvan a llenar el vaso de birra, prende un pucho y sigue:

-El tema es que los hippies gringos disfrazados de soldados se llevaron unas semillitas de macoña mexicana y se dieron cuenta que la tierra colombiana era muy fértil. Nacía la Santa Marta Golden, una de las mejores marihuanas del mundo según la Guía Fasolín de Jipis, Viajeros y Afines, de la cual era corresponsal el Chabo. Es decir que mágica y misteriosamente, los jipis gringos disfrazados de soldados terminaron ayudando a los pobres de la costa colombiana que encontraron un excelente negocio. No se si trajo mucha paz. Pero si mucho dinero. Los colombianos se dieron que la marihuana era mucho mejor negocio que el maíz. Se dieron cuenta que a los gringos le gustaba más la falopa que la arepa. Pero como acá en el pueblo, después se metieron los diputados, los comisarios y las multinacionales. Pero como los colochos son de armas tomar terminaron montando banditas narcos que derivaron, bajo la supervivencia capitalista darwiniana del más apto, los primeros carteles de la droga. Que por cierto terminaron teniendo una confederación. Corte la OMC de la falopa.

El nadaísta Vicente mira al Mario para certificar que sigue manteniendo la atención, al Chico Trosko para certificar que sigue fastidiado, y al vaso vacío, para certificar que alguien haga el favor de llenarlo. Luego de la pausa continúa:

-Lo que algunos historiadores se olvidan es que Pablo Escobar, como líder de la OMC de la falopa, sembró árboles y canchas de fulbo en los barrios marginales, eligió a la guerrilla sandinista y a Fidel Castro para hacer puente aéreo en centroamérica con una buena comisión que permitió financiar la revolución socialista, y además ofreció pagar la deuda externa colombiana y financiar al M19 y otras inminentes guerrillas comunistas del país. Intentó ser parte del Partido Liberal como buen zurdo. Pero como era ex pobre, ignorante, villero, violento y machirulo, la elite progresista liberal medio que le hizo el feo. Creo que todos sabemos como terminó la historia de Pablo Escobar y de izquierda, de la guerrilla y de la droga en Colombia.

-Los carteles junto a los gusanos cubanos de Miami terminaron dándole la falopa a los gringos para que compraran armas a Irán para financiar a los contra nicaraguenses que terminaran cagando a tiros a los sandinistas, que veinte años después volvieron en forma de democracia narcocorrupta. Ya en ese entonces, después de que la mafia italiana le le pegara un tiro a Kennedy, era presidente de Estados Unidos un actor de nombre Ronald, como Mc Donalds. Mucho después terminó de presidente de Colombia un narcoparamilitar de buenos modales como Álvaro Uribe Velez, ex lugarteniente de Escobar, que entendió que lo malo no era el narcotráfico sino para que bando iban las armas-redondea el Chico Trosko.

-Igual que los iraníes que ahora resulta que en vez de pegarle tiros a Saddam Hussein le tiran misiles a Israel. Espero que los misiles no se los halla vendido Trump con dinero de la falopa de Bolsonaro – actualiza Suipacha K.

Después de aceptar las irreverentes interrupciones redondísticas, Vicente le mete a una pitada a la tuca de su pucho y dirige su palabra al Mario, que a esa altura no es solo el más importante, sino quizás su único oyente.

-“En este pequeño país latinoamericano que se llama Colombia vivimos varios poetas inadaptados que no queremos olvidarte. Tú Marilyn, que fuiste más importante para nosotros que la doctrina Monroe”, dijo alguna vez Jotamario Arbeláez sobre la muerte de la amante de Kennedy. Una vez, hace algunos años, con un ron y una rayita de buena merca colombiana de por medio, el ex profeta nadaísta también me confesó que esos militantes comunistas colombianos que en los sesentas acusaban de jipis a los nadaístas por darle marihuana y poesía a los jóvenes, terminaron dándole armas y merca para venderle a los gringos. Entre otros desvaríos de la doctrina socialista progresista.

-Pero como llegaron tarde a esa conclusión les terminaron ganando el negocio los narcoparamilitares de Uribe y el Plan Colombia-vuelve a actualizar Suipacha K.

-¿Vos decís que Petro es narco?-pregunta El Pelusa.

-El que esté libre de droga que tiré la primera piedra-aclara Vicente y relojea para todos lados a ver si la piedra aparece.

-Si hasta al amauta que coronó en Tiwanaku al Evo Morales, un tal Valentín Meillones, fue en naca por narco. Y todos somos fan de la Morsa Aníbal Fernández-ejemplifica Suipacha K.

-Por eso mejor no escupir para arriba señores progreperonistas – sentencia el Chico P.

-Quizás antes de vender la Patagonia o dejar sin agua a los sanjuaninos podemos expropiarle los campos de marihuana a les hijes de Morales y Trump en Jujuy y pagar la deuda externa como quería Pablito – se entusiasma la Chica Mayonesa.

-Podemos estatizar la hidrovía del Paraná. Alto negocio narco – casi que se excita el Chico Trosko.

-O al menos ahora que están investigando a Espert quizás sale alguna investigación del tema del narcotráfico en los buques de soja de las multinacionales en la hidrovía – negocia como buen peronista el Chico P.

-Ni te digo las farmacéuticas. En tema de negocio y financiar políticos están mano a mano las drogas legales y las ilegales. Y en este presente donde manda el negocio, si hay algo que la población necesita es drogas para calmar el alma y la conciencia-opina el Tacho.

-Bueno, es que ese es un negocio de Macri, Elztain, Eurnekian, Galperín y todos los que le están soltando la mano a su magnificencia Luten Milei. La pinta es lo de menos, ellos son los narcos buenos. Espert y el presidente son dos giles descartables, como Videla y Uribe – aclara Suipacha K.

-Como dice el manifiesto nadaísta: “la lucha será desigual considerando el poder concentrado de que disponen nuestros enemigos: la economía del país, las universidades, la religión, la prensa y demás vehículos de expresión del pensamiento. Y además, la deprimente ignorancia del pueblo y su reverente credulidad a los mitos que lo sumen en un lastimoso oscurantismo. Ante empresa de tan grandes proporciones, renunciamos a destruir el orden establecido. Somos impotentes. La aspiración fundamental del nadaísmo es desacreditar ese orden – concluye el Nadaísta Vicente.

-¿Vos decís que Milei es nadaísta?-pregunta El Pelusa.

Estas charlas o relatos transcurren en el Valle de Polonia, es decir, Ningunaparte. Son ficción. Ciencia Ficción Jipi. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Como diría Marx (Groucho): estos son nuestros principios. Si no le gustan tenemos otros.