ECONOMÍA

La propuesta de los mercados de cercanía para Juan Grabois

En la nave de Alta Red del Mercado Central las comercializadoras de la economía popular presentaron su propuesta para que les argentines comamos rico, sano y barato. Soberanía alimentaria que le dicen.

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El Mercado Central de Buenos Aires es una pequeña ciudad con estaciones de servicio, miles de miles de puestos de comida en cientos de galpones o naves, una oficina donde te hacen el dni, una planta de reciclado, una de compostaje, la central de Mercado Libre y unes miles de miles de cartoneres, recicladores, buscas y negociadores, que según Juan Grabois, le habrían sacado un mejor acuerdo al FMI.

En esa inmensidad de mundos, el candidato a presidente de Unión por la Patria se reunión el lunes 31 de julio con un centena de militantes e integrantes de comercializadoras de la economía popular agrupadas en el programa Mercado de Cercanía.

El programa fue creado a pedido de los movimientos sociales dentro del acuerdo que el partido político de Juan Grabois, Patria Grande, hizo al integrarse al Frente de Todos y fue plasmado en el Plan de Buen Gobierno discutido entre dirigencia y bases en 2019 y del que hace poco se hizo una evaluación en la UBA.

La directora del programa, Eva Verde, aclara que ella es, también, una trabajadora de la economía popular. Eva fue y es parte del largo proceso que, en medio de la crisis económica del 2001, concentró la atención de estos incipientes movimientos populares en torno a un problema que se empezaba a hacer costumbre en Argentina: el hambre.

Producir, dar, vender, garantizar comida

Primero fue la creación de comedores populares que palearan en el cortísimo plazo el problema a través de la organización territorial y el reclamo en piquetes al estado por bolsones de alimentos o algún plan social para las mujeres que sostuvieron, una vez más, la economía del cuidado. También lo que hoy las poetizas populares llaman actividades “financieras” (polladas, bingos, rifas y otras actividades de recaudación de fondos). Luego fue la producción de alimentos a través de huertas familiares, movimientos campesinos y pequeñas cooperativas que empezaron a darle valor agregado a esas producciones (el caso más emblemático son los dulces, escabeches y las salsas de tomate).

Ahí surgió un nuevo problema. Los supermercados, en manos de ese 1% del poder económico cada vez más concentrado (que además eran dueños de la producción de alimento), lejos de no generar empleo o alimento de calidad, encima lo vendían caro. Y claro, como no iba a ser de otra manera: no tenian espacio para nosotras.

Las mismas doñas que se concentraban en las puertas de los supermercados a exigir alimentos, comenzaron a tener sus propios minisupermercados, nodos de consumo, que se transformaron en pequeños almacenes (ahí mismo donde había apoyo escolar, incipientes cooperativas textiles o denuncias de violencia de género, en la casa de alguna compañera). Para luego alquilar locales comerciales, galpones de acopio, generando redes de logística y comercialización que, en medio de una nueva crisis inflacionaria y alimentaria en Argentina, han demostrado, vender alimento más sano y más barato que los supermercados.

Dentro del programa Mercados de Cercanía de la secretaría de Economía Social, una de las iniciativas fue poder medir el precio de estos productos de la economía popular comercializados a través de las propias organizaciones. El Índice de Precios de la Economía Social, Solidaria y Popular elaborado hace más de dos años por el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) muestra, en su último informe de Junio, que si se analizan los 42 productos de la canasta básica de alimentos que se venden en los espacios de la ESSyP, la diferencia con los supermercados es un 25% a favor de dichos espacios. Es decir que quienes compraron estos productos en las comercializadoras de la ESSyP se ahorraron $15.686 en el último trimestre.

Hay productos donde la diferencia es mayor. Mientras una docena de huevos producido de manera cooperativa, con empoderamiento de las mujeres, el cuidado de les niñes y la Madre Tierra o Casa Común (entre otras ventajas socioambientales) cuesta $600 la docena en locales con las mismas características éticas y donde el alimento, dicen las cumpas, es un derecho y no un negocio. En los grandes supermercados cuesta $993 una docena de eso que algunes llaman huevos.

La naranja agroecológica cuesta $470 el kilo en los locales y ferias populares. En los supermercados la naranja cuesta. $700 el kilo. No trae seguro ni bono de regalo para la atención sanitaria que requiere el consumo reiterado de agrotóxicos.

“Nosotros vemos que los productos de la economía popular realentizan los procesos inflacionarios, con todos los beneficios que conllevan en términos socioambientales. Esto se da, entre otras cosas, porque quienes realizan la comercialización de productos de la economía popular tienen un doble objetivo: mejorar la vida de los productores, pero también generar precios accesibles para las clases populares. Nosotros sabemos desde la practica que se están mejorando las dos puntas de la cadena. Hay muchas experiencias que hablan de esto. Entonces vemos una capacidad de responder a la necesidad de alimentos, que no es como la piensa el mercado. Porque quizá un productor concentrado no pueda solucionar el abastecimiento a precios justos de toda la población, pero si lo pueden hacer muchos productores desperdigados en los territorios. Esa sería una política alimentaria real y de desarrollo local”, describe Lorena Putero, integrante del CESO y una de la elaboradoras del índice.

Alta Red

La reunión de Grabois con las comercializadoras de la economía popular y mercados de cercanías, sucedió en la nave de Alta Red en el Mercado Central. Alta Red es una federación de cooperativas que comercializa más de 50 toneladas de alimentos por mes y llega a más de 10.000 familias del AMBA. Sus productos proceden de distintos productores y organizaciones de todo el país.

Las organizaciones le presentaron a precandidato a presidente una serie de propuestas de políticas públicas para el sector de cara a la construcción del programa de Desarrollo Humano Integral o dentro de la agenda del próximo gobierno. Las propuestas fueron elaboradas en dos encuentros de la red de Mercados de Cercanía (en Chapadmalal y Embalse) y cuentan de cuatro ejes: Desarrollo de Mercado y Centros Regionales, Producción y Promoción del consumo soberano, Marco Legal y Normativo y Articulación con Políticas Públicas.

“Por eso esta propuesta. Porque necesitamos pensar en conjunto un conjunto de políticas públicas para el abastecimiento popular de alimentos sanos, seguros, soberanos. Y a precio justo”, explicó Miguela Varela de Alimentos Cooperativos. “En este sentido nos consideramos un sector estratégico. Somos organizaciones que decidimos no especular con el precio, producir alimentos que alimentan, generando desarrollo territorial, trabajo genuino, cooperativismo. Construimos soberanía alimentaria, no solo desde la producción sino también desde la comercialización. No podemos seguir soportando que las grandes empresas especulen con los precios del alimento para disciplinar la sociedad, decidiendo quienes pueden comer y quienes no. Nosotros proponemos otro modelo de país, más allá de los reclamos sectoriales.”, agregó.

“Levantemos la mirada y vayamos a la macroeconomía. La comercialización es una actividad importante. Si observamos los grandes números en el PBI, el comercio aporta entre un 14% a 16 % y la logística 4%, que como sector es el segundo después de la industria. El problema es que ese comercio suele tener reglas de juego que acentúan las desigualdades. Nosotros debemos hacer crecer nuestra comercialización popular que nos permita seguir generando disputa en esa batalla cultural al consumismo deshumanizado”, explicó Eva Verde. “Vivimos en un país que algunos interesados describen como el granero del mundo y que envía satélites al espacio e inaugura gasoductos kilométricos. En ese mismo país 6 de cada 10 pibes no comen todas las comidas. En ese mismo país no todos tienen una casa digna ni una tierra para trabajar”, agregó.

“Tomar como un sector estratégico a la producción de alimentos sanos, locales, seguros y soberanos viene en sintonía con algo que Juan viene diciendo que este plan ALCA (Agua, Lito, Combustible y Alimentos). Si como sociedad y como patria no podemos entender que el alimento es un eje de la soberanía nacional la estamos pifiando”, opinó Federico Matteucci de la red de comercialización de Ciudad Futura de la provincia de Santa Fe. Uno de los referentes de la organización, Juan Monteverde, actualmente tiene la posibilidad de ser intendente de Rosario. Ciudad Futura cuenta con el mayor bloque de concejales en la ciudad e impulsa una Empresa Nacional de Alimentos, entre otras políticas públicas en el marco de la economía popular. “Nosotros somos los que podemos dar esa batalla. Necesitamos que las instituciones nos acompañen o al menos no nos jueguen en contra”, reclama Matteucci.

Como hormigas en un bazar

“El estado tiene un estructura neoliberal que fragmenta las políticas. Por lo que necesitamos una propuesta integral, donde tienen que estar sentadas las compañeras que llevan adelante este trabajo-. Porque conocemos históricamente la practica. Esa es la experiencia que venimos teniendo desde el programa Mercado de Cercanías. Aún así el estado tiene sus trampas, una maquinita de impedir que es la misma que le impide a las compañeras llegar a la política pública pero esta vez dentro del estado. Ahí se necesita a los compañeros organizados y organizadas para sustentar esas políticas pública”, describió Eva Verde.

En el programa de Mercados Cercanía relevó 900 puntos de venta en todo el país, con 7000 trabajadoras dedicadas a la comercialización. “Podría ser la competencia de cualquier supermercado”, comenta Eva Verde. “Esto lo hacemos diputando el sentido, hablando con los vecinos y vecinas, discutiendo el consumo. Porque si el azúcar es de Ledesma, poder explicarle que son cómplices de la dictadura. Y nosotros no queremos ese consumo”, aclara, y agrega: “además generamos que ese dinero no se valla afuera. Porque no está en manos de empresas multinacionales”.

Una propuesta viable

Tras escuchar las exposiciones de los oradores, Grabois hizo una serie de reflexiones sobre el sector, que abrieron el debate entre la centena de compañeres que asistieron al encuentro. Sentados a un costado de la mesa decorada con un arco iris de alimentos sanos, escuchaban los diagnósticos y propuestas la diputado Nati Zaracho y el diputado Fede Fagioli. También Oscar Minteguía, responsable del Pograma de Infraestructura para Entramados Productivos Regionales, del ministerio de Obras Públicas. “No siempre los políticos vienen a escuchar, sino que por lo general vienen a decirnos los que ellos creen”, se esperanzó una compañera.

“Tenemos leyes donde vos no podes faenar una vaca debajo de un árbol, Y así con todo. Los certificados interprovinciales, el RNE…es todo un quilombo. Eso hay que cambiarlo y ahí hay intereses corporativos. No se puede tratar igual a una cadena grande que a una cooperativa o un emprendimiento familiar”, opinó Grabois. “Después hay necesidades de maquinarias dentro de experiencias muy exitosas. Y eso se tiene que hacer con una planificación. Hay otro problema que es el flete. Eso tiene que tener un subsidio para lo que es alimentos, y en el caso de la economía social, solidaria y popular, el subsidio debe ser mayor. Eso lo podemos pelear. Lo veo totalmente viable en el corto plazo si logramos en las elecciones tener una cantidad de votos que condicione la agenda y nos permita negociar”, aclaró y se comprometió a revisar el documento para generar una devolución y un intercambio para poder aplicar estas políticas públicas dentro del marco de un nuevo gobierno. Como viene aclarando Grabois, y ya aclaró Cristina, muchas de estas políticas serían posibles si se recortan subsidios, exenciones y privilegios de las grandes empresas o los jueces.

“Nosotros tenemos que ser José Sustentabilidad Economía. Pero esa idea de la meritocracia es una mentalidad capitalista que además invisibiliza la guita que se llevan en subsidios por los régimenes de promoción industrial las grandes empresas. Y esto es un tema que lo charlé mucho con Cristina y está de acuerdo. Hoy para todo lo que es gasto social hay 1,6 del presupuesto. Y el régimen de promoción industrial para los grandes es de 4,5%. Que ellos que se queden con la plata de los planeros y nosotros nos quedamos con la de ellos”, comenta Grabois, que además incluye dentro de la agenda de Tierra, Techo y Trabajo que debería ser negociada con Sergio Massa en caso de perder las PASO, un plan de terrenos con servicios para medio millón de personas, el acceso a la tierra para pequeños y medianos productores del campo y la continuación en la regularización de los barrios populares, entre otras iniciativas.

Un presidente militante

“Acá hay un militante de esto. Yo creo en esto. Creo que esto es el futuro, Y no hay forma de resolver los problemas de este pueblo si no desarrollamos una economía plural. Donde el sector privado capitalista tendrá que tener su desarrollo. Pero no un desarrollo prebendario. Por ejemplo, yo me opuse firmemente a que le den no se cuantas hectáreas a Mercado Libre acá en el Mercado Central. Un galpón que debe ser mil veces más grande que este. El más grande de América Latina. Y pagan el 10% de lo que ustedes pagan. Y hubiera sido el 3% si yo no invervenía. Por lo menos logré que le cobraran más. Pero yo armé un quilombo importante para que no se lo den. ¿Cuál es el bien que le hace a nuestro pueblo que el pibe más rico de la Argentina y que encima no paga impuestos, tenga un galpón subvencionado por el estado para seguir ganando guita? ¿Baja los precios de los alimentos? No. No le sirve a nadie. Solo a él”, cuenta el candidato a presidente y referente histórico de los movimientos populares hijes del 2001 y la generación diezmada.

“Entonces, está propuesta que ustedes hacen, y de la que voy a hacer una devolución, no solamente el tema, las lineas, son parte de nuestro ideario, sino que cada voto que juntemos, si ganamos lo vamos a llevar adelante. Y si no ganamos, lo podemos imponer como condición”, concluyó ante un fuerte aplauso de les compañeres que se aprontaron a acercarse a pedirle una foto, darle un abrazo, emocionarse con los jingles de Gelatina que hablan de otro mundo posible. Otra economía posible. Que por fin tenemos un candidato, que además de vernos, nos oye.

Aclaración a lo Eva Verde: El autor de esta nota es militante y trabajador de la economía popular. Parte de la Mutual Humano, organización por la cual participó como representante en el encuentro de Mercados de Cercanía con Juan Grabois en el Mercado Central. También integrante de la Junta Promotora Comunidad Organizada que lleva adelante la campaña de Grabois-Abal Medina en el territorio de Córdoba. Como diría don Ale Raymond: somos un montón.