Pensamiento Crítico

Elogio de mi trabajo como sindicalista

Por Yunga

Como trabajadora del sindicato de docentes universitaries, mi rol debería consistir en luchar contra la degradación del salario de les docentes; y sin embargo, mi experiencia de vida (30 años como princesa universitaria y luego 5 como anarquista, más cercana a las putas y lxs travxs que a las burbujas académicas) me llevaron a preocuparme más por el rol social de las universidades (es decir, el vínculo entre les profesionales y la sociedad que sostiene económicamente su formación), que por el sueldo docente. De hecho, una de las primeras consecuencias de un mal sueldo docente es que entonces sólo la clase propietaria puede “darse el lujo” de dar clases por poca plata.

De todas maneras, incluso si ponemos a la desfinanciación de las universidades públicas como una prioridad, debería ser obvio que la única forma de obtener el apoyo de la sociedad es reforzando ese rol social, muchas veces expresado en la mal llamada “extensión universitaria”, como se viene exigiendo desde la reforma de 1918.

Afortunadamente, mis jefas (miembras de la junta directiva) conocen bien mis inclinaciones anarcosindiclistas, por lo que idearon para mí una tarea muy consistente con mis preocupaciones y que (me animo a decir) apunta en la misma dirección de lo que (a mí entender) debería volver a ser la preocupación principal de las izquierdas, como lo fue en los 70 hasta que el imperialismo la aniquiló a sangre y fuego: la reforma agraria.

El programa en cuestión se llama Hacemos Comunidad y consiste en una serie de productores y distribuidores de alimentos (Federación Rural para la Producción y el Arraigo, Cooperativa de Quesos 4 esquinas, Cooperativa de Trabajo Taku, Almacén Buen Vivir, Proveeduría Mutual Argentina, Mascabo Orgánicos, Monte Adentro, Juarez Celman Florece y Productores a Consumidores), que brindan un descuento a afiliades, mientras que el gremio paga los envíos.

Más allá de si la verdura o el kg de lentejas son de hecho más baratas que las del super, la idea es promover el vínculo entre la universidad y las cooperativas de alimentos así sea (al menos por ahora) con una relación compra/venta.

Lejos estamos todavía de las políticas públicas que nos permitan reemplazar los campos de monocultivos por cooperativas agroecológicas, asegurando de una vez por todas una alimentación saludable para toda la población, y sin embargo las 7 toneladas de frutas y verduras y los cientos de kg de quesos que les docentes compraron en estos 18 meses son un modesto pero importante avance en esa dirección.