Bolaño: literatura, filosofía, historia (una lectura crítica desde Colombia)
Ficción e historia en Roberto Bolaño: buscar puentes sobre los abismos, de Alberto Bejarano, esta semana en la sección Libros y alpargatas de La luna con gatillo.
Por Mariano Pacheco
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En este libro, publicado por el Instituto Caro y cuervo (Bogotá, 2018), el docente e investigador colombiano, doctorado en Filosofía en la Universidad de París 8 (también autor de libros de cuentos y colaborador de revistas especializadas), indaga en el modo en que puede abordarse una “política de la literatura” en la obra de Roberto Bolaño, para desde allí, intentar trazar un hilo conductor hacia la figura del abismo que atraviesa la literatura de este escritor chileno, en tanto “deformación de lo real que nos inquieta y nos obliga a pensar en las potencias del arte y en su capacidad laminar para interpretar y transformar el mundo por medio de autorretratos ajenos”, tal como queda planteado en el texto de contratapa del libro.
Bolaño como figura que dispara una línea de indagación de la literatura desde la perspectiva que atraviesa fronteras entre los géneros y las tradiciones. “Su literatura rompe las distinciones radicales entre el discurso de la ficción y el de la historia”, comenta el autor de Ficción e historia en Roberto Bolaño: buscar puentes sobre los abismos.
Literatura, historia, y también, filosofía. Tal como destaca Alberto Bejarano, desde mediados del siglo XX (sobre todo desde la filosofía francesa), se ha insistido en estos cruces. “La literatura es una forma de pensamiento que interpela a la filosofía en los bordes de lo pensable”, comenta el autor, y recuerda a Gilles Deleuze, para quien son el diálogo y el desface los elementos que caracterizan la relación entre filosofía y no-filosofía y entre lo expresable y lo inexpresable. Es en ese sentido que Deleuze –en trabajos como Kafka, para una literatura menor, escrito junto a Félix Guattari– invita a pensar en personajes literarios al borde del extrañamiento. “¿Cómo un escritor investiga con/ sobre lo real, produciendo figuras de lo impensado que nos permiten transformar nuestra visión sobre lo contemporáneo?”.
Algo del orden de la creación de un acontecimiento se hace presente en determinadas “políticas de la literatura”, entendidas como un hacer política de la literatura en tanto literatura. De allí la importancia de ingresar en una obra literaria entendiéndola como mundo propio, que requiere del trazado de una cartografía singular para poder ser comprendida, más allá del pensamiento político del escritor que la produce. El autor, reflexiona Bejarano –recuperando a G. Agamben– debe “incursionar en un proceso de subjetivación que permita captar nuevas singularidades, y para ello deberá moverse y habitar los bordes, en los umbrales de la expresión”. Como lo hace el disidente, personaje de los bordes inexpresivos, capaz de tomar una “distancia crítica” con su tiempo en tanto “visionario trágico” (más que como figura del desengaño frente al supuesto “fin de la historia”). En Bolaño, según el autor de este libro, esta perspectiva se expresa como escritura híbrida en torno al ensayo y la ficción, en una política de la literatura visionaria o, más bien, en una “poética de la disidencia”.
Para Bejarano, Bolaño forma parte de una vieja tradición de “novelistas anti-novelistas” que son una suerte de “nómades de la escritura”, que se preguntan a cada paso del camino “qué es la literatura”, pero sin llegar nunca a una respuesta definitiva. En tanto poeta, cultiva una figura de la resistencia última para los sobrevivientes, pero también, como esperanza, como pasaje a una dimensión desconocida del ser a través del silencio y de la “aterradora contemplación de la realidad”.
Así, con Bolaño, nos encontramos frente a una escritura que cuestiona el sentido mismo de la literatura, constituyendo una obra en la cual la prosa es incomprensible sin su poesía. Narrativa (cuentos, novelas) que buscan explorar los territorios no contados de nuestra historia latinoamericana, para pensar a través de la ficción las memorias ensombrecidas del continente. “El objetivo de Bolaño es rescribir la historia del siglo XX en América Latina a partir de otras fuentes, un punto medio entre historia y ficción”, sostiene Bejarano, en una lectura a partir de la cual –según su decir—podemos situar a Bolaño entre los grandes maestros de la creación de parodias y el “bricolage”: relectura crítica de quienes somos, inscripta en cierto linaje de la literatura del mal.