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Una auténtica jornada de libros y alpargatas en defensa de la educación pública Argentina

Texto y fotos: Mariano Pacheco (desde Buenos Aires)

Desde temprano las calles de la ciudad comenzaron a colmarse de manifestantes. Los canales de televisión anunciaban el acto en Plaza de Mayo para alrededor de las 17 horas, pero pasado el mediodía ya había calles cortadas en los alrededores de la facultad de Medicina, el hall de Constitución estaba estallado de gente que provenía desde La Plata y la zona sur y los trenes que arribaban desde el norte y oeste del Gran Buenos Aires mostraban lo suyo al finalizar su recorrido en Retiro y Once.

Lo que comenzó como una exigencia al gobierno nacional por parte de las universidades nacionales, ante el ahogo presupuestario que padecen, terminó siendo un clamor nacional en defensa de la educación pública, protagonizada por docentes e investigadores, estudiantes y trabajadores no docente de universidades (con sus autoridades incluidas, cuestión que rara vez sucede), de instancias terciarias, colegios secundarios, escuelas primarias, jubilados… y un amplio espectro social que se mostró con unidad en las calles, desde organismos de derechos humanos a colectivos culturales, feministas y de las disidencias sexuales, desde organizaciones territoriales de la economía popular hasta asambleas populares de los barrios porteños, desde un amplio espectro de expresiones partidarias (peronismo, trotskismo, kirchnerismo, otras corrientes de izquierda… ¡el radicalismo!) hasta el sindicalismo, y no sólo el docente.

Burda operación la que buscó instalar la gestión de Javier Milei, planteando que los sindicatos nada tenían que hacer en una movilización educativa, como si las y los docentes no fueran parte de la clase trabajadora y no estuviesen sindicalizados, como si el movimiento obrero organizado argentino no contara en su haber con una larga tradición de tomar en sus manos los problemas centrales que atraviesan a la vida política nacional.

Por todo esto la de hoy fue una movilización en la que se marchó con libros en alto como emblema, pero que también contó con la presencia de los overoles obreros y de las alpargatas del pueblo humilde que entiende de la importancia de la educación pública para un país, asista o no a la universidad, vayan o no sus hijas e hijos a estudiar.