La importancia del carácter federal y de la solidaridad internacional del primer paro general contra Milei
Las calles de todo el país como claves o llaves en un país con mayoría de trabajo informal y con un gobierno represivo dispuesto a frenar y reprimir la concentración de la protesta.
Por Mariano Pacheco Foto El Argentino
La jornada de lucha del 24 de enero funciona como un temprano parte aguas de esta nueva etapa que se abrió en el país tras el triunfo de Javier Milei en el ballotage de noviembre y su consecuente asunción a la presidencia de la nación el pasado 10 de diciembre.
I
En paro mostró un reposicionamiento del Movimiento Obrero Organizado. Si tras la movilización convocada por los partidos de izquierda el 20 de diciembre (para conmemorar la rebelión popular de 2001), y los cacerolazos que se desataron esa misma noche en las principales ciudades del país, con epicentro en Buenos Aires (tras los anuncios presidenciales), la cuestión del rol que iban a jugar las centrales sindicales en la nueva coyuntura comenzó a ser parte del murmullo callejero y de los debates radiales y televisivos. Seguramente muchos se tentaron en reavivar ese viejo cántico que dice “A dónde está/ que no se ve/ esa famosa CGT”. Motivos no faltaban, puesto que la conducción ceguetista se mostró ambivalente en sus planteos más de una vez en estos últimos años, por no hablar de la traición de casi toda su cúpula (con excepción del camionero Hugo Moyano y su Movimiento de Trabajadores Argentinos) durante el menemato. Pero en esta ocasión reaccionó de manera rápida e inteligente: diseñó una estrategia, atendiendo a la provocadora inteligencia del presidente de anunciar su proyecto de DNU en el contexto de los días previos a “Las Fiestas” (de Noche Buena/ Navidad y Año Nuevo) y al inicio de las vacaciones de verano (eligiendo además el día 20 de diciembre para hacerlo, como diciendo: “voy por todos y por todo, incluso por sus imaginarios”). Desde entonces, con la movilización a Tribunales para solicitar a la Justicia que declare inconstitucional del DNU, los debates en el Congreso de los que fueron parte y la convocatoria unitaria (junto a las dos CTAs y otros sectores de la comunidad organizada) al primer paro general contra el gobierno de Milei, el sindicalismo se situó en el centro de la escena, pero sin sectarismo, atendiendo a las profundas mutaciones que vivido la sociedad en estos años y, fundamentalmente, al cambio de la composición de la clase que vive del trabajo.
II
Atentos a estos cambios profundos y acelerados que se han vivenciado en las últimas décadas, la jornada del 24 de enero tuvo su combinación de anuncio de paro general (apelando al imaginario del poder obrero que paralizaba el país con una huelga) pero poniendo el eje en la movilización popular. Astuta medida, si se tienen en cuenta al menos dos elementos: uno, que gran parte del universo de votantes de La Libertad Avanza se encuentra en la clase trabajadora y los sectores populares más humildes; dos, que hoy por hoy incluso garantizando al 100% una huelga de trabajadores asalariados y sindicalizados, no se llega a alcanzar al 35% de la población. De allí la importancia de la amplitud de la convocatoria, que tuvo su eje en CGT/ CTA, pero que también congregó a las organizaciones territoriales de la economía popular, a organizamos de derechos humanos (¡las Madres en un palco sindical!) y a una amplia capa de activismo de sectores medios, que van desde asambleas barriales a colectivos ecologistas y de la diversidad, pasando por el amplio espectro del mundo de “la cultura”
III
El otro elemento a tener en cuenta es el carácter federal de la protesta. Así como no se puede pensar en el siglo XI en la eficacia de una protesta en Argentina sólo proponiéndose garantizar la huelga en los lugares de trabajo, tampoco se puede hacerlo sólo teniendo en cuenta la geografía porteña y del Gran Buenos Aires, por más que aquí se concentre prácticamente la mitad de la población del país y no pueda mostrarse debilidad en términos de capacidad de movilización. Pero la federalización de la protesta (incluso sorteando el centralismo de las capitales, y dando paso a una multiplicación de expresiones en el denominado “interior del interior”) trae consigo al menos cuatro ventajas: uno, suma mayor cantidad de voluntades a la generalización del descontento contra el actual gobierno; dos, simplifica la logística, que en momentos de crisis económica resulta fundamental; tres, evita la frustración que puede llegar a implicar en un contexto de autoritarismo creciente como el actual que los micros queden detenidos a mitad de camino; por último, y no menos importante (en tiempos como el actual donde se “aprieta” a los gobernadores desde la cúspide misma del Ejecutivo Nacional), advierte a los mandatarios provinciales que, así como se ven amenazados por los dichos del presidente y ministros nacionales, también deben prestar atención a la bronca popular que, de acuerdo a cómo obren sus diputados en el Congreso, puede desplazar su foco de atención del presidente a ellos mismos, poniendo en riesgo la gobernabilidad en cada provincia.
IV
Finalmente, el hecho de que en sus ínfulas de grandeza Milei pretenda situarse a la vanguardia de una cruzada mundial (en esa mezcolanza nazi-socialista-ruso-chino-iraní-palestino-comunista que arma en su cabeza), contribuye a que la actual pelea de las fuerzas populares, peronistas-progresistas-de izquierda que busquen recuperar la hegemonía de un proyecto de justicia social para las grandes mayorías y de sostenimiento y ampliación de márgenes de soberanía nacional para la argentina, susciten simpatías en fuerzas hermanas otros países, conformando un frente de repudio internacional al autoritarismo de Milei, abriendo un posible frente de denuncias contra las ínfulas represivas de la ministra Bullrich y recuperando/ recreando una rica tradición del movimiento obrero, de los organismos de derechos humanos y de las fuerzas político-emancipatorias de solidaridad y hermandad internacional entre los pueblos. Algo que Argentina necesita en esta coyuntura, pero también, algo que este país puede sostener por su historia respecto de otros procesos.