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La fiesta y la resaca

Una crónica de lo que fue la concentración en Plaza de Mayo, en favor de Cristina Fernández de Kirchner, desde la mirada de un cronista cordobés.

Por Lea Ross

“Documento, señor”, me exige el gendarme. Estoy arriba de uno de los colectivos que recorre algunos pueblos cordobeses para ir rumbo a Buenos Aires. En medio del viaje, la Gendarmería pone freno al paso de esos vehículos, se mete adentro, le exige a todos los pasajeros que muestren sus DNIs y sacan fotografías de su celular a quienes permanecen sentados. No sé si me dirigía a Plaza de Mayo o a la Triple Frontera.

Ya antes que aparecieran las fuerzas de supuesta protección fronteriza, al mando de Patricia Bullrich, llegó la información que la concentración en repudio a la condena de Cristina Fernández de Kirchner no se iba hacer al frente de su vivienda, por pedido de ella ante el temor que la situación se descontrole. Por ende, la actividad se traslada a la principal plaza porteña, donde algunos especularon que alcanzaría el millón de personas.

Un cordobés suelto en la plaza

Son las 13:30 hs. Media hora antes del inicio oficial del acto. Para ese entonces, la Plaza de Mayo ya cuenta con una densidad poblacional espesa. Uno de los tantos jubilados que dice presente es el “Nono de Boedo”, alguien que ya es reconocido en las concentraciones de cada miércoles. Se estima que las jubilaciones han sido la principal víctima de la motosierra, junto con la obra pública. Un reciente informe del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y Fundar sostiene que “el gobierno del presidente Javier Milei llevó adelante el mayor ajuste del gasto social” desde el año 2002 y que un 33% “se concentró en jubilaciones y pensiones no contributivas para adultos mayores”, lo que implicó la caída de los ingresos en un 14,9% respecto a 2023. Aún así, el Nono de Boedo dice no sentirse parte de los más perjudicados por esos recortes, “pero que hay que acompañar”. Entre los distintos carteles que carga, aparece la frase “Nadie vive 65 años sin trabajar, salvo Macri y Milei”. La Combativa es el vehículo particular que utiliza para moverse.

Lorena se vino desde la zona sur del conurbano bonaerense. Dice que no es de ninguna organización, a pesar de estar sindicalizada, pero que prefiere asistir de manera más autoconvocada para manifestarse en favor de Cristina, con una vincha en la cabeza. Acerca del futuro del peronismo, se muestra escéptica, pero no tanto sobre quién preferiría que sea el nuevo líder del movimiento: “A mi me gusta más Axel, por su capacidad de gestión. A Máximo me parece que le queda grande el apellido”. Una reciente encuesta del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA, de las 1.039 personas encuestadas en las principales urbes del país, solo 410 aceptaron contestar la pregunta sobre quién debía ser el sucesor de CFK, ahora que quedó inhabilitada para ejercer cargos públicos. El 39% respondió al actual gobernador bonaerense, un 31% dijo que todavía no había ninguno y solo un 3% apostó por el hijo de la mandataria.

“Estamos de fiesta”, comenta Marina, quien desde la 11 de la mañana tiene su puesto de venta de stickers, donde tienen retratos alusivos al kirchnerismo. Ante la pregunta sobre si la imagen de CFK es lo que más se vende, responde: “Y… te diría que está palo a palo con Evita”.

Aquí, el aparato sindical no encabeza la movida. Los metalúrgicos de la UOM no solo dicen presente con su bandera posmoderna “Más amor y menos odio”, sino que además no tienen problema en lanzar un comunicado repudiando la pasividad de la CGT, del cual integran. La dicotomía amor/odio sigue estando presente en muchos de los carteles y pancartas. Un padre de familia sostiene un afiche con lo siguiente: “Elegimos el amor de Cristina. Vos elegiste el odio de Milei”. Semejante vehemencia de invocar esa dualidad es resaltado por este cronista cordobés, al contemplar que el sector organizado de muchas provincias advierten que en sus territorios no resultan ser muy efectivos, incluso en tiempos donde se creía que Daniel Scioli podía ganar una elección en 2015 con la consigna “Amor Sí, Macri No”.

Según la cuenta de Facebook, “El Uru Centrista”, quien se moviliza con el sindicato de docentes, remarca tres elementos sobre esta movilización: 1) Tiene alcance capilar y de conducción de todos los grupos del archipiélago peronista, sin exposición, ni roces, ni premios para ninguno. 2) Hay una politización de las dimensiones de lo público, superando la apatía. 3) Se remarca la irrupción del Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad, a partir de su apoyo por fuera, sin deberle nada al kirchnerismo, y sin especulación para ocupar en alguna lista.

Lucas Kali Flores es un rockstar involuntario. Carga desde Constitución una prominente Virgen que atrae la atención al resto de los manifestantes. Habla muy de corrido, por experiencia y por lectura. Dice que es uno de los tantos “gaseados” por las fuerzas de Bullrich y que la condena a Cristina es un escándalo de trascendencia internacional. “Acá hay muchos cadáveres deambulando”, sostiene con enojo, en referencia a Guillermo Moreno y otros peronistas que tuvieron posturas discutidas. Ante la pregunta sobre cómo ve el peronismo, responde: “¡El peronismo está acá! En los comedores, en quienes sostienen a las fábricas para que no desaparezcan. No están en el PJ”. Su humilde servidor agnóstico no se resiste a sacarse una foto con ambos personajes.

Por la avenida 25 de Mayo, hay un momento de tensión con una de las movileras del canal TN. A los gritos contra Milei y Bullrich, se sumaron las manifestaciones contra el “periodismo ensobrado” del grupo Clarín, al mando de Héctor Magnetto, al que acusan de mafioso. Desde el Foro de Periodismo Argentino, sostienen que desde el fallo de la Corte han crecido las tensiones de particulares contra el multimedio, desde escraches a periodistas hasta ataques a la entrada del mencionado canal.

Según registros del Banco Central, en la gestión Milei, en nuestro país llegaron en inversiones extranjeras unos U$S 1.268 millones, donde la cuarta parte (U$S 380 millones) provinieron de minería. Pero a la vez, las multinacionales retiraron de la Argentina unos 3.000 millones de dólares, otorgando un déficit inédito. Esto se debe a que las empresas de afuera optaron por exiliarse. La mitad fue forjada por petroleras (U$S 1.620 millones), donde se incluyó la venta de Exxon y Vista a Pluspetrol en Vaca Muerta. Y hay otros U$S 1.119 millones que los retiró el Grupo Clarín este año para que se lo lleve Telefónica, a cambio de comprar su filial. Cuando ocurrió eso, Milei seguía manteniendo su publicación en X, titulada “Clarín: La gran estafa argentina”. 

A unos metros del incidente con TN, y sentado frente a un bar sin que se enterara de lo ocurrido, Pedro rememora a sus 80 años la época kirchnerista: “Yo trabajaba de mozo. En ese entonces vivía de la propina. ¡De las propinas! Los sueldos me los guardaba. Le debo mucho a Cristina”. Ante la pregunta sobre la movilización, expresa su enojo con la CGT: “El movimiento obrero ya no es más la columna vertebral. Acá veo que son todos de movimientos sociales. Los doscientos sindicatos deberían reunirse para consensuar una nueva conducción”.

Ante las dificultades de conexión, me ubico en algún bar lejano donde no haya tanta congestión. Para ese entonces, la multitud escucha el breve audio que mandó Cristina desde su domicilio, y las fuerzas represivas optaron por no reprimir, ante semejante marea que ha cajoneado el protocolo antipiquetes.

El balcón y la plaza

La notoria concentración, que no llegó al millón sino alrededor de 150 mil o casi 200 mil personas, tuvo su límite geográfico. Si se piensa, por ejemplo, en las marchas del 2017, que volteó otro polémico fallo de la Corte, como fue beneficiar a los genocidas para computar su pena en el 2×1, la simultaneidad federal hizo que los cortesanos se doblegaran, y por primera vez en la historia se arrepintieran de una resolución ante el temor del pueblo. La pasión por Cristina se hace evidente en un punto específico de la Argentina, como es “el nudo” de la política argentina, como lo define Carlos Pagni: para triunfar en el poder político de este país, hay que triunfar en el conurbano bonaerense. El triunfo de Milei fue, a la vez, el contraataque de ese esquema de poder; de ahí que el color violenta en 2023 estuvo presente en gran parte de las provincias. Pero en su caso, validando la esencia del indivudo sobre lo colectivo. Por eso llegamos a este inédito panorama donde el actual presidente no podría convocar semejante público en un solo lugar.

La devoción ocultó, a la vez, un inconformismo con los propios aparatos tradicionales, sea el PJ como la CGT. O sea, digamos, las cristinistas también están enojadas con la casta. Eso implica un desconcierto a la hora de pensar el día después. La nostalgia puede explicar también la supuesta baja presencia juvenil, a pesar de la toma en los colegios porteños. La renovación es un sueño eterno en el peronismo.

Pensando en el palacio y la calle, o más bien el balcón y la plaza, para Cristina fue una jugada ajedrecista lograr que con su condena preanunciada, y ahora con esta concentración, vuelva a ejercer su fuerza centrífuga, poniendo a su enemigo interno, Axel Kicillof, en un segundo plano. Diferencias en los cuales nunca se lo explican a sus bases. Pero la multitud no vino por esa especulación de Cristina. Vino por Cristina. Y lo sintieron como una fiesta. Ahora, solo añoran que la resaca sea para unos pocos.