LITERATURA Y FILOSOFÍA

Feminismos contemporáneos y peronismo histórico

A propósito de los “Apuntes para las militancias”, de María Pía López.

Por Mariano Pacheco

En 2019 María Pía López publica con la editorial EME un pequeño libro-panfleto titulado Apuntes para las militancias. Feminismos: promesas y combates, que hoy rescatamos en esta sección #LibrosyAlpargatas de La Luna con Gatillo, en un intento por repensar los vínculos teórico-políticos -siempre tensos y auspiciosamente problemáticos- entre la herencia y la invención.

El gesto de María Pía López de titular así su libro es tan cookista como el título mismo. ¿Qué hace una escritora/investigadora/activista feminista titulando su libro sobre los feminismos contemporáneos con el mismo nombre que eligió un varón peronista para el suyo hace casi medio siglo atrás?

El gesto es cookista, en primer lugar, porque fue John W. Cooke quien más supo sostener un deseo de apertura del peronismo hacia otros fenómenos que lo excedían, hacia otras dinámicas con las que el “peronismo oficial” no tenía contacto. Recordemos la emblemática y heterodoxa Revista De Frente –que él mismo dirigió-, las lecturas de Marx para dar cuenta de la cultura revolucionaria cuando lo entrevistaron al respecto desde la revista La rosa blindada o sus lecturas tempranas de Jean Paul Sartre; ni que hablar de sus vínculos con Ernesto Guevara y la Revolución Cubana en nombre de una perspectiva latinoamericana y del tercer mundo, o del “modelo de pareja” que sostuvo con la poeta y militante peronista Alicia Eguren, “feminista práctica”, según la caracteriza Miguel Mazzeo en Alicia en el país…, la biografía de Eguren recientemente publicada por editorial Colihue, con prólogo de Pía López.

Apuntes para las militancias. Feminismos: promesas y combates, puede ser pensado como el efecto que el Grito de #NiUnaMenos tuvo no sólo en las jóvenes generaciones, sino también en muchas mujeres que ya tenían una trayectoria en el mundo universitario (con sus clases, charlas abiertas, revistas y discusiones informales), la intervención pública (con declaraciones personales y colectivas, publicación de libros, apariciones en radios, diarios y canales de televisión) e incluso en la gestión estatal (Pía, por ejemplo, dirigió el Museo del Libro y de la Lengua durante la gestión de Horacio González en la Biblioteca Nacional), pero que quizás no se implicaban en un enrolamiento dentro de las perspectivas feministas. Pero ese grito lo cambia todo.

Así como muchos sectores se vieron interpelados por el rayo peronizador del kirchnerismo (peronistas desencantados, progresistas no-peronistas e incluso nuevas generaciones que se habían politizado rechazando desde la participación social y cultural todo tipo de identificación partidaria), muchas mujeres se vieron interpeladas por los planteos feministas desde mediados de 2015 en adelante (jóvenes para quienes el feminismo fue su ingreso a la participación ciudadana; jóvenes que tenían algún tipo de participación gremial –en el colegio secundario o en su ingreso a la universidad, o en un movimiento social- o mujeres adultas que quizás sostenían un feminismo práctico más no identitario o que ni siquiera se preguntaban por qué sí o por qué no asumirse feministas, ese grito las hizo asumir públicamente, de manera militante, a una posición feminista.

Ese grito, asimismo, interpeló masivamente a la población argentina como ninguna otra propuesta vinculada a la lucha por los derechos de las mujeres lo había hecho antes. Incluso desencadenó un proceso en el cual el concepto mismo de mujer (y de “Movimiento de Mujeres”) se empezó a problematizar, al punto de que los Encuentros Nacionales –que se venían realizando ininterrumpidamente desde 1986— se dieron un debate para cambiar su nombre, dando paso desde 2022 a una nueva denominación: Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries.

Escritura y punto de vista

Hay algo de la oralidad tan típica de una docente universitaria, que ha intervenido en Asambleas como las de Carta Abierta y en diversas columnas y entrevistas en medios masivos de comunicación, que está presente en este libro en el que, como ya se ha dicho, todas las coyunturas últimas del país aparecen para ser procesadas a la luz de una perspectiva feminista que trastocó todo, no sólo los movimientos más imperceptibles de la vida cotidiana, sino incluso las instituciones, las identidades y las prácticas sociales más estereotipadas.

Por eso decimos que la escritura de estos “apuntes para las militancias” se sitúa al interior de un movimiento que, como el feminista, aloja una diversidad de experiencias y trayectorias, y eso lo hace profundamente plural, abismalmente diverso. El Grito de #NiUnaMenos parió un colectivo del mismo nombre, del que la autora de este libro formó parte activamente, y ese es un elemento que no puede dejar de tenerse en cuenta a la hora de la lectura.

Si Pía López lee en esta dinámica desencadenada desde mediados de 2015 en adelante una “potencia de conmoción”, con capacidad de “abrir sospechas” sobre las rutinas, no deja de llamar la atención sobre lo que caracteriza como algunos riesgos. A saber: la de “sumar nombres sin agendas”; la de devenir “patrullas perdidas” sin “políticas mixtas”; la de “erigir agendas” totalmente asimilables por la “gobernanza neoliberal”. De allí su apuesta –escritural, teórica, militante— por asumir el feminismo como punto de vista (popular) desde el cual pensar su composición política (actual) como central en las estrategias en curso (el fechaje textual no es menor, sobre todo si se tiene en cuenta que 2019 es el año de convergencia de una estrategia electoral para derrotar en las urnas lo más crudo del proyecto neoliberal, tras una serie de ofensivas político-populares que tuvieron su epicentro en las masivas movilizaciones de los movimientos de la economía popular, de los reclamos por legalizar la interrupción voluntaria del embarazo y de una amplia confluencia contra el ajuste que se fueron sucediendo entre 2016 y 2018).

Esa constitución de los feminismos en un sujeto político, sin embargo, posee un plus que la autora de este libro no deja de subrayar: el carácter de fiesta de las movilizaciones; las ritualidades y performances que la puesta en escena de las corporalidades disidentes trae. Y allí los desafíos, entre los cuales Pía López menciona y enumera: el de “pensar el poder de otro modo”; el de “conjugar planos” de intervención; el de apostar a “otros modos de vida” y a una “nueva institucionalidad”.

Ahora que el horizonte de la política nacional se presenta como menos esperanzador que el de 2019, cabe una nueva lectura situada de este libro, quizás para revalorizar todas aquellas experiencias micro-políticas que fueron entretejiendo las posibilidades de afirmar que es posible, en el aquí y ahora, ensayar otro modo de hacer las cosas. Pero también, que esos otros modos no pueden desarrollarse sin las intervenciones que permitan cambiar correlaciones de fuerzas en pos de cambios más generales. Los feminismos han aportado grandes contribuciones en ese sentido durante estos últimos años. Y este libro, en tanto intervención al interior de dicho movimiento de movimientos, constituye un punto imprescindible a la hora de reivindicar los saberes útiles para seguir pujando por la emancipación, esa que en el siglo XXI encuentra aún una estación fundamental en la genealogía de la matriz “nacional-popular”, pero que ahora se asume además como “feminista y democrática”; y que ojalá pronto encuentre los modos de recuperar/recrear/resignificar la perspectiva revolucionaria, para colocar en el horizonte una política nacional, popular, feminista, democrática y revolucionaria, digna herencia del cookismo, y por lo tanto –como toda herencia— dejándose interpelar por el porvenir.