COLABORACIONES

El derecho al trabajo de las personas en situación de discapacidad

Por: Pablo E. Cervigni – Ilustración nico_mezca

En teoría es la ley 22.431, es decir la ley de cupos, la que busca garantizar el derecho al trabajo de las personas con discapacidad, facilitar su inclusión y la igualdad de oportunidades.

El cupo laboral para las personas con discapacidad es una obligación del estado que busca asegurar a las personas con discapacidad su derecho a trabajar. Es por esto mismo que el Estado debe tener empleadas al menos a un 4% de todo su personal a personas en situación de discapacidad.

A pesar de lo dicho anteriormente y según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) el desempleo entre las personas con discapacidad no es un problema resuelto ni está cerca de estarlo dado que aun hoy 2 de cada 3 no tienen trabajo.

De todos modos, esto no es una problemática que solo se de en la Argentina, aunque probablemente en nuestro país la brecha se profundiza mucho más, pero según la Organización Internacional del Trabajo es más del 80% de este grupo poblacional a nivel mundial es que esta desempleado.

En Argentina hay más de 3,5 millones de mayores de seis años que tienen al menos una discapacidad.

La actual ley es la 22.431, publicada en 1981 durante la Dictadura militar, sin lugar a dudas tiene una mirada médica, paternalista, sobreprotectora. Lo que se pretende en realidad y a modo de dar pasos hacia adelante sobre la cuestión de la discapacidad y el empleo es que se avance sobre un nuevo instrumento legal que esté alineado con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD). Para quienes están inmersos en el tema, en realidad no hacen falta mayores detalles: si se habla de “la Convención” queda claro que se trata de la CDPD, que Argentina ratificó y a la que dio rango constitucional en 2014 bajo la ley 27.044.

La gran parte de la solución a este gran problema de la sociedad no tiene que ver tanto con lo que dicen los papeles sino más bien con una forma de entender a la sociedad en si misma y a quienes la integran, resolviendo de este modo dos cuestiones que obstaculizan el ingreso al mundo laboral de las personas en situación de discapacidad, por un lado, la accesibilidad física a los lugares de trabajo y por el otro las herramientas de asistencia para ayudar a que la persona en situación de discapacidad pueda realizar su labor, obviamente que todo esto en el marco de lo que ya hemos mencionado anteriormente, un cambio a nivel cultural en donde por fin se comprenda que la inclusión es algo que termina sumando y no restando a un proyecto, sea cual fuere.

Los cupos no se cumplen, las herramientas para la accesibilidad y la capacitación aún no están o por lo menos no están al nivel que se debieran estar y culturalmente venimos a paso lento rompiendo con prejuicios que tenemos instalados desde siempre, es por eso mismo que las personas en situación de discapacidad terminan yendo hacia otras opciones en cuanto al empleo, desde asociaciones culturales y populares, organizaciones no gubernamentales o emprendimientos personales que puedan brindarle la dignidad del trabajo que aún no encontramos en el seno de la sociedad, como si pasa con el resto de la población aun considerando la falta de empleo generalizado actualmente.

Las barreras que se imponen desde la sociedad abre también a pensarnos desde otros lugares, desarrollarnos a nosotros mismos, seguir adaptándonos a una sociedad que no se adapta a nosotros y que, a veces, parece decidida a no hacerlo. La realidad es que tampoco podemos, porque no es justo hacerlo, esperar a que las iniciativas siempre sean a partir de asociaciones civiles u organizaciones no gubernamentales “buscándole la vuelta a la cuestión” sino que tenemos derecho a tener acceso al trabajo como todos los demas, asumiendo los roles que nos corresponden a cada uno y dando todas las posibilidades para expandir nuestras propias capacidades y, de este modo, cumplir funciones en la sociedad y poder integrarnos al mundo laboral no solo por la cuestión del trabajo sino también por algo a lo que también nos atrevemos como personas en situación de discapacidad y que tiene que ver con la carrera, o mejor dicho, el crecimiento en el trabajo o en una rama de interés laboral. Las personas en situación de discapacidad tenemos derecho a soñar, pero para eso aún nos falta tener la seguridad de que nuestras necesidades básicas están cubiertas o que al menos tenemos acceso a la posibilidad de poder cubrirlas en verdad, es un problema a nivel mundial sin dudas, sabemos que la solución sigue siendo una cuestión que tiene que salir de nosotros mismos, del encuentro, de la discusión y del campo popular puesto en acción para este fin, una serie de acciones comunitarias que nos brinden posibilidades, capacitación y la tan ansiada accesibilidad, esta vez en términos de integración social. Porque nosotros también somos capaz y nosotros también podemos y debemos desarrollarnos, porque podemos ser tan útiles como cualquiera y porque no podemos seguir quedando afuera por barreras arcaicas cuando desde la tecnología y desde la cooperación podemos dar respuesta a todas estas cuestiones, siempre y cuando nos pongamos a conversar y debatir sobre estas cuestiones para romper prejuicios y dejar de pensar que son cuestiones que están saldadas, cubiertas o que son menores, mucho menos pensar en que no importan porque seguimos siendo los invisibles, los que no están o a los cuales es difícil integran porque exigimos más, la accesibilidad debe ser para todos en un mundo cada vez más diverso en donde cada uno tiene algo para aportar.