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América Latina: Tierra de contradicciones

Más allá de las noticias y los debates sin demasiado anclaje en los territorios, el continente, convulsionado por un avance feroz del extractivismo y el sistema capitalista de muerte, muestra numerosas contradicciones que difícilmente puedan ser analizados con pensamientos estancos e influidos, aún en sus versiones más progresistas, por los grandes medios hegemónicos.

Por Tomás Astelarra Ilustración: @nicomezca

Andar por los caminos de esta sudakamerica querida implica, ante todo, reconocer que no hay rastros, ni pistas, ni libros, mucho menos certezas, de cómo se construye la realidad de este bendito continente físico, psíquico y espiritual que los antiguos, dicen por ahí, bautizaron Abya Yala, y que hoy recibe el nombre, como dice Javier Vicente, “de un mercader que le robo la gloria a otro mercader anterior”. En los barrios, las pueblas, las veras de las rutas de esta “América Latina”, uno descubre que los libros de historia son un resumen bastante sesgado de nuestra memoria colectiva, que incluso los relatos de otros caminantes pueden no ajustarse a nuestras visiones influidas por el tiempo y el espacio, los prejuicios, las almas con que se comparte el plato de sancocho, las realidades sociales y económicas que nos impactan la visión de aquellos lugares lejanos que, aunque hayan quedado marcados en lo profundo de nuestro corazón, hoy seguramente no son lo mismo. No son las mismas (almas).

Salvo por los honestos relatos de algunes amigues, por las informaciones que llegan por las redes sociales de organizaciones amigas o parceros entrañables, por ciertas miradas políticas, históricas, apenas intuiciones que dejaron en uno el hermoso compartir y aprender de esos territorios donde no permanecí, no horas sino meses, insisto, conviviendo con diversas gentes desde mansiones de lujo a hoteles de mala muerte, en cualquier caso, siempre me resulta atrevido hablar de las realidades de gentes y territorios tan impregnados en mi ser como Colombia o Bolivia, incluso Buenos Aires, donde nací.

No me atrevería a decidir si Venezuela es o no una “dictadura”. Buceo en las contradicciones del proceso bolivariano más allá de los esmerados relato de cumpas caminantes como el Leandro Albani o el Marco Teruggi, sabiendo que tres meses vagando por el oeste venezolano no me permitieron siquiera intuir a ese pueblo y su importante proceso de transformación desde la llegada al gobierno de ese adorable loco de boina roja llamado Hugo Chávez. Si vi, conviví, investigué, caminé, sentí las miserias de esa dizque patética y criminal democracia que, apenitas cruzando la frontera, se llama Colombia. Allí donde se siguen ejecutando líderes sociales como se descartan noticias de sus pesares en los medios hegemónicos, cualquiera sea su tendencia política. Me indigno cuando hablan de “acuerdo de paz” y tratan a Ivan Duque como un “presidente de derecha” y nada más. Cuando se abren debates por la vuelta a la selva de un grupúsculo de guerrilleros de lo que alguna vez fue las FARC, como si eso realmente le importara al pueblo colombiano, o al menos a ese sector del pueblo que hace más de un siglo vive en el cruento intestino de esta hidra capitalista que en sus territorios siembra la muerte que los consumidores de medios y redes sociales comprarán tranquilos en cualquier supermercado urbano.

Como me indigno cuando algún huevón o huevona postea una vez más que Bolivia está libre de transgénicos. O cuando el maquiavélico intelectual socio del capital chino transnacional que oficia de vicepresidente de ese lejano país llega a brindar sus hermosas palabras a la Argentina entre vitores y aplausos.

Las contradicciones del “proceso de cambio” en Bolivia pueden leerse en mis libros y crónicas. El derecho al consumo capitalista (a los paquetitos de supermercado que matan otras pueblas indígenas en Colombia o México, incluso en la misma Bolivia) del pueblo quechua-aymara es respetable. Pero que no me vengan con el cuento de la Pachamama. Se vanaglorian de un crecimiento económico que ya se ha demostrado que solo puede significar muerte humana y natural. ¿Sacan mejor tajada de las empresas multinacionales que través del Plan IIRSA siguen exportando los tesoros amazónicos a los tan pulcros países “desarrolados”? Razonable. ¿Reprimen pueblos amazónicos y organizaciones indígenas que deciden proteger esos territorios? Al menos denunciable.

El dulce desarrollo capitalista

Frente a las declaraciones y reacciones de Bolsonaro, incluso sus políticas, la actitud de Evo Morales y su gobierno es mucho más agradable y cercana. Circulan una vez más posteos de fb apologéticos del gobierno del MAS mostrando el empeño en reducir los incendios amazónicos con poderosos aviones importados del primer mundo. Sin embargo numerosas organizaciones ambientales e indígenas denuncian hace rato el avance de la deforestación y la amenaza de las reservas naturales en pos de proyectos extractivistas que van de la expansión de la frontera agrícola para el monocultivo de coca o soja a denso tramos de carreteras y represas hidroeléctricas.

En julio de este mismo año, el gobierno de Evo Morales firmó un acuerdo con los sectores agroindustriales de San Cruz para ampliar la frontera agrícola en 250 000 hectáreas (un 10% de incremento sobre el actual área cultivable) para el cultivo de dos nuevas semillas de soja modificada destinadas a la producción de biodiesel. Según el Observatorio Agroambiental y Productivo (OAP) del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, durante la última campaña agrícola la producción de soya llegó a 2.9 millones de toneladas en todo el país.

Miguel Ángel Crespo director de la institución Productividad Biosfera Medio Ambiente (Probioma) estima que para la producción de las 250 000 mil hectáreas se utilizarán por lo menos once millones de litros de agroquímicos y 20 millones de litros de diésel. A casi 20 años de haber introducido la primera semilla transgénica en Bolivia para la producción de la soya, según un informe de Probioma, los resultados han sido totalmente insuficientes en términos de mejora de los rendimientos productivos. Al contrario, el estudio menciona, con indicadores del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y otros datos de entidades de comercio exterior, que solo se contribuyó a una ampliación de la frontera agrícola y una mayor importación de productos agroquímicos y fuerte impacto al medio ambiente en términos de contaminación ambiental y deforestación. El 2017 fue una de las gestiones con el mayor valor de importaciones de plaguicidas, por el monto de 249 millones de dólares y un incremento de 22,5% respecto al año anterior. La importación de agroquímicos a Bolivia en los últimos casi 20 años se ha multiplicado casi seis veces.

El Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, que ayudó a crear el mismo Evo Morales, condenó al Estado Plurinacional de Bolivia por la violación de los derechos de la naturaleza en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). El conflicto por la carretera que atraviesa el TIPNIS y es parte del plan IIRSA llevó en 2011 (a un año de aprobada la Ley de Derechos de la Madre Tierra) a la ruptura del Pacto de Unidad de las organizaciones campesinas e indígenas, después que el gobierno reprimió la VIII Marcha Indígena por la Defensa de los Territorios, la Vida y la Dignidad de los Pueblos Indígenas. Desde entonces la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB) y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Kollasuyo (Conamaq) pasaron a ser enemigos del gobierno que los ha criminalizado y judicializado.

El Tribunal, presidido por la activista india Vandana Shiva determinó que el 58% de la histórica pérdida de bosques en el TIPNIS está en un radio de 5 km alrededor de la carretera dentro la zona llamada polígono 7, donde se ubican sindicatos de productores de hoja de coca (zona excedentaria que se ha comprobado es utilizada para la exportación a Brasil para la producción de cocaína).

A ese ritmo se predijo que el 64% del parque nacional sería deforestado en 18 años si se construye la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.

La concesión del gobierno de Evo Morales a Shell y Petrobras para la extracción de hidrocarburos en la Reserva Natural de Flora y Fauna Tariquía, en el departamento de Tarija, también ha generado un importante impacto ambiental y afectado a las comunidades que allí viven (evidentes enemigos del estado).

Haz lo que digo pero no lo que hago

La investigación “Un año crucial para la política de la conservación en Bolivia”, evalúa los tres periodos del gobierno de Morales desde una perspectiva ambiental. Los investigadores exponen que hay por lo menos 11 medidas legislativas o discursos a favor de la naturaleza que se contradicen con un número similar de medidas adoptadas desde el primer año del gobierno de Morales, y que 11 de las 22 áreas protegidas nacionales se superponen con concesiones de gas y petróleo. También precisa que actualmente existen 21 hidroeléctricas en Bolivia, otras cuatro están en construcción y hay 11 propuestas encaminadas. De estas últimas, nueve proyectos están ubicados dentro de áreas protegidas o a menos de cinco kilómetros de ellas.

En 2018 el mundo perdió 12 millones de hectáreas de selvas tropicales (el equivalente a la superficie de Nicaragua) según el nuevo informe del Instituto de Recursos Mundiales (WRI). Bolivia ocupa el cuarto lugar en el ranking con una pérdida de más de 150 mil has.

La Organización Indígena Chiquitana (OICH) exige se declare el Estado de Desastre Nacional ante las políticas del gobierno que generan destrucción y la quema de bosques y la biodiversidad. Mediante un pronunciamiento difundido el viernes exige al Gobierno de Evo Morales atender los reclamos de las comunidades indígenas y cabildos de la Chiquitanía que han visto 750 mil hectáreas incendiadas. Acusan al gobierno de impulsar la ampliación de la frontera agrícola para el etanol, perdonar los desmontes ilegales, ampliar los desmontes de 5 a 20 has sin mayor trámite y autorizar el uso de semillas transgénicas para el biodiesel. Denuncian que más de 35 comunidades perdieron su producción, animales domésticos y otros sucesos que amenazan con aniquilar la cultura e identidad chiquitana.

Del tema de Colombia y las FARC les hablo en otro momento.