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Las dos caras del neocordobesismo ambiental

Por Lea Ross

Las realidad alternativas de Córdoba en cuestiones ambientales. Por un lado, una conferencia mundial sobre cambio climático genera expectativas estatales para recibir financiamiento extranjero y capital político. Por el otro, el afán por pavimentar un camino de tierra pone en peligro a un gran pulmón verde bajo intereses inmobiliarios.

Por Lea Ross

Miércoles a la tarde. 2 de julio de 2025.

“Impulsado por la gravedad, el glaciar Perito Moreno se mueve deformando su hielo y deslizándose sobre la roca. El glaciólogo argentino Lucas Ruiz estima su velocidad promedio en 650 metros por año. Este deslizamiento, que puede explicar hasta el 90% de su velocidad, también arrastra rocas que erosionan y moldean el paisaje a su alrededor”. Dice, textual, un cartel fotográfico, ubicado en el Centro de Convenciones del Complejo Ferial, en el noroeste de la ciudad de Córdoba. El mes arranca con la despedida de una ola polar.

Estamos en la Primera Conferencia Climática Internacional “Compromiso Latinoamericano”. Funciona como una previa a la COP 30, que se realizará en noviembre en Brasil. Organizado por el estado cordobés, el gobernador “neocordobesista” Martín Llaryora interpela a quienes representan a organismos internacionales, dispuestos a ofrecer créditos para quienes hablen sobre el efecto invernadero: “Estamos casi en la resistencia. Así que… ¡bienvenidos a la República de Córdoba!”, sostiene entre risas frente al negacionismo del presidente Javier Milei.

El “modelo cordobés” se presenta como una propuesta superadora al fiscalismo fake news de La Libertad Avanza. La motosierra “anti-ciencia” resulta coyunturalmente útil para emprolijar los números macroeconómicos, a costa de pulverizar las microeconomías. La expectativa está puesta en que expresiones federales puedan impulsar las banderas de la producción con pincel verde. De ahí que hubo una insistencia en subrayar el término “subnacionales”. Es decir, la capacidad de sustentarse por fuera de Nación.

En los alrededores del establecimiento, se exponen experiencias circulares. Vistosas bicicletas eléctricas, diseñadas por las empresas locales Tomaselli y Oxea, tienen oculto sus baterías en el centro de las ruedas traseras. De manera más austera, hay un tablero de ajedrez, cuyas piezas fueron armadas un herrero con material reciclado.

Desde Villa María, Alvaro Ugartemendía comenta sobre sus productos lácteos marca Lombarde, que incluye una mozzarella que, según él, ha logrado reducir las cadenas de enfriamiento sin degradas su nutrición, permitiendo ahorrar el consumo eléctrico. En otro stand, la empresa Quimiguay informa como novedad el lanzamiento de Novergy, que consiste en recuperar y reutilizar el aceite lubricante usado, para procesarlo en un insumo bajo el nombre de BL-R11O. Esperan que con esto pueda ser vendido a empresas como YPF. Antes de retirarme, Noelia, a cargo del espacio, me regala un lápiz, donde tiene guardado semillas para cultivar rúcula o perejil.

La experiencia de las cartoneras y recicladoras es de las más notables. Lo escribimos en femenino, porque sostienen que el 70% son mujeres, tanto en Argentina como en Brasil. Calculan que hasta el año 2050, la actividad cartonera logrará reducir hasta 60 gigatoneladas de dióxido de carbono, que sería el mismo resultado si mil millones de autos mantuvieran los motores apagados. Sin embargo, por la competencia de las importaciones, el cartón pasó de valer 180 pesos el kilo a valores de entre 30 y 90 pesos. “Esto es una lucha social, no una lucha para tirar piedras, sino para buscar un lugar en la sociedad para estar contenidos y no para proliferar malestares”, asevera Carlos “Purruco” Andrada, máximo referente cordobés del rubro, frente a una sala repleta de vecinos que provienen de barrios populares, generando un contraste contra quienes usan saco y corbata.

No podía faltar la cuestión de los biocombustibles, en reemplazo de los netamente fósiles. Pero las concecionarias solo exponen modelos de autos híbridos. Hasta ahora, las automotrices son reacias para invertir en motores preparados para líquidos a base agrícola. Todos los vehículos que se mueven únicamente con biodísel en Córdoba pertenecen a la flota estatal. Silvia Cruz tiene su casa pegada a la fábrica Porta Hnos., empresa que produce alcohol a base de maíz y que la empresa invierte en la generación de bioetanol como combustible para rodados: “A nosotras no nos gustó -me comenta sobre la conferencia-. Más de lo mismo. Mucho marketing para promocionar negocios. Y dicen que no hay que abandonar el actual modelo agropecuario, porque podría servir para defender el cambio climático y ser parte de la transición. Pero promocionaban el modelo extractivista que le urge financiamiento internacional. Ellos decían que Latinoamérica nos necesitan. Yo les respondería que nosotras asistimos a congresos latinoamericanos y ahí no quieren saber nada con el modelo extractivista”. Silvia todavía exige que la industria de Porta se retire de su barrio.

Llaryora insiste: “Hay políticas ambientales que tienen una visión romántica del cuidado. Nosotros lo tenemos, pero también vamos a ir a una visión pragmática. Tienen por un lado a quienes están por el negacionismo, que pensaban que el mundo siempre fue extractivo y que, por arte de magia, se podía solucionar con eso todos los problemas. Pero del otro lado, hay otra postura que es volver a una producción ecológica y sin progreso, como volver a la época de las cavernas. Las dos visiones antagónicas no son aceptadas. ¿Quién está dispuesto a retroceder en el progreso y en el avance tecnológico? Nadie. Esos caminos que no se cruzan sino que se confrontan, no tenía una síntesis. Ahí es donde se pone este modelo de economía circular, que viene a marcar el desafío de este mundo y de la nueva sociedad que se puede construir. Se puede producir de una manera sustentable y avanzar respetando el clima”.

La distancia entre esas dos visiones, como en el dicho y el hecho, es la misma que el tamaño de papeles y cartones acumulados en los tachos, fruto del ofrecimiento de comida chatarra en food trucks par almorzar.

Romantizar el pragmatismo

Sábado a la mañana. 5 de Julio de 2025.

Hay alrededor de 250 personas. Impensado para quienes organizan esta caminata. Estamos por entrar en un camino de tierra, muy descuidada, que es la Ruta Provincial E-64 o “Camino la Ochoa”. A mediados de junio, dos semanas antes de la cumbre climática, el gobierno provincial anunció la licitación para pavimentar este camino de 9,25 kilómetros, que une las ciudades de La Calera con Malagueño. “Esta obra es central. Va a multiplicar las potencialidades de toda una gran región”, sostuvo el gobernador Llaryora en ese entonces. Lo que no dijo es que atraviesa en medio de la Reserva Natural de la Defensa de La Calera. Se lo considera como un pulmón verde, casi del tamaño de la ciudad capital.

Militantes, científicos, proteccionistas, estudiantes, periodistas e influencers van a paso no tan redoblado por este camino a conocer el entorno ecosistémico. En los costados, se contemplan paisajes otoñales, con algún sonido de helicóptero en el medio fruto del entrenamiento del ejército, y con mucha acumulación de basura y residuos. Una nena en su bicicleta encuentra tirados dos libros del historiador Esteban Dómina en buen estado. Quienes trabajan en el cuidado de esta reserva advierten que la propagación de incendios se genera por la quema de estos desechos.

Partiendo desde La Calera, el lado derecho del camino inicial está el barrio privado La Estanzuela, mientras que por el izquierdo se ubica su par La Cuesta. Los especialistas comentan a los presentes que tanto el fuego como los desarrollos inmobiliarios forman parte de la amenaza constitutiva del área, como así también se suman las especies exóticas, donde algunas son invasoras.

Juan Orco es técnico especializado en el tratamiento de árboles y advierte sobre los riesgos del anuncio estatal por pavimentar este paso: “Nosotros no decimos ‘No al camino’. El camino es importante. Lo que tenemos que validar son las prácticas que se establecen. Una carpeta asfaltada es una fragmentación al espacio homogéneo que tiene la reserva. Es una barrera que es muy difícil para las especies que se mueven. Tenemos especies felinas de importancia como el puma, el gato montés y el yaguarundí. Hay corzuelas y animales menores que se movilizan desde las sierras hacia la llanura. Si existe una calle asfaltada, con iluminaria, va a interrumpir ese proceso”.

Sobre ese último punto, toma la palabra el zoólogo Walter Cejar: “Se ha comprobado científicamente sobre la afectación de la contaminación lumínica a las luciérnagas. Hay muchas de esas especies que están desapareciendo a nivel mundial. Uno de los principales factores es la luz artificial y otro son los incendios. Las larvas se alimentan en los pastizales, algunas son acuáticas o están debajo de las cortezas de las plantas nativas. O sea: todo eso va a ser afectado. ¿Ustedes creen que el gobierno de la provincia de Córdoba va a ser reparo en esto?”. Además calcula que hay centenares de especies de aves monitoreadas y que muchas de ellas provienen de América del Norte.

La bióloga Sabrina Villalba es especialistas en murciélagos. Apunta a los quirópteros que se alojan en la Reserva Bamba, también pegado a La Calera: “Son más de un millón de individuos de una sola especie. Comen insectos y se movilizan a 60 kilómetros de radio. Eso es un control zarpado de supuestas plagas, sean de cultivos o de insectos que generan algún problema de salud pública. Es importante entender estas conectividades y no solamente pensarlo en una única calle, cuya pavimentación puede quebrarlo”.

El camino es provincial, pero la reserva es nacional. Por eso se abre la sospecha que en las reuniones que hubo entre Llaryora y el ministro de Economía Luis Caputo, para acordar las deudas que se tienen entre Córdoba y el Estado nacional, se estableció una suerte de canje para “provincializar” algunos activos que están en la órbita del Ministerio de Defensa, como es la fábrica militar de aviones FAdeA o terrenos administrados para entrenamiento militar, como La Calera, donde estamos parados.

“Es una irresponsabilidad muy grande estar proponiendo pavimentar esto y, a la vez, reclamar al Estado nacional que se le entregue estas tierras a la Provincia para facilitar desarrollos inmobiliarios”, sostiene el geógrafo Joaquín Deon, quien viene investigando el crecimiento de las manchas urbanas en las Sierras Chicas. De hecho, rememora los trágicos sucesos ocurridos con la crecida del arroyo Cañada de Molina, el 12 de marzo del año 2000, ubicado en el lado izquierdo del paso, donde hubo pérdidas humanas: “Con el avance de los incendios y la urbanización de la zona, toda esta cuenca hace que se vuelque en ese cauce. Si acá se pavimenta y se urbaniza, también se pone en riesgo a la población”.

Guadalupe Samoluk trabaja en el espacio de la memoria, y ex-centro clandestino de detención, de La Perla, ubicado dentro de la reserva: “Sobre este camino, hay bastante certeza que se podría haber conducido los camiones que sacaban gente desde La Perla y que utilizaban estos caminos internos para matarlos y ocultar sus restos hasta el día hoy. Por eso, para nosotros, este camino y esta reserva tiene un valor fundamental, tanto para continuar la búsqueda como en lo sagrado”.

Por último, Cejar rememora que la capital cordobesa había encabezado un Encuentro Nacional de Biodiverciudades, con el afán de preservar los espacios verdes: “Córdoba firmó en diciembre de 2022, de la mano del actual gobernador Llaryora, en ese entonces intendente, ese compromiso internacional avalado y financiado por la CAF, que es el banco latinoamericano que ofrece cualquier cantidad de dinero para promover proyectos de conservación ambiental. Esto va en contra de lo que se firmó”.