Pensando la salud de Córdoba
Desigualdad, crisis hídrica, precarización, calentamiento global, negocios y autoritarismo. Un diagnóstico, como así también un pronóstico, sobre el sistema sanitario fragmentado de la provincia cordobesa.
Por Medardo Ávila Vásquez (*) (**)
Al pensar la Salud surgen rápidamente tres categorías interrelacionadas íntimamente: Salud, Enfermedad y Cuidado.
La Salud, para nosotros, es un Derecho Humano esencial no solo a la vida, sino la vida sana con máximas aptitudes; es un Derecho Humano para todos sin diferencias de clase, de género o étnicas. La salud humana fue y es construida alrededor de la solidaridad. En Córdoba, como en todo el país, la salud no es un Derecho Humano de todos. Solo al analizar la distribución de la mortalidad infantil de la ciudad de Córdoba, se comprueba que esta se concentra en las barriadas más desposeídas de la ciudad, reflejando la inequidad en la salud cordobesa.
También reconocemos que hay Un Planeta y Una Salud, donde los determinantes sociales, políticos y ambientales de la salud generan el 90% de las situaciones de enfermedad.
La Enfermedad requiere un sistema de atención de la salud/enfermedad que, esencialmente, es un servicio que brindan personas a personas. Lo central de este sistema de atención es el equipo de salud, constituido por trabajadores, que deben recibir ingresos para cubrir la canasta familiar, y estar formados y equipados. El sistema de salud es responsabilidad absoluta del Estado y este debe ejecutarlo y garantizar el acceso de todos a sus necesidades curativas. El sistema de salud solo tiene por principio el cuidado de los pacientes y de ninguna manera puede ser conducido con criterio de mercado, la Salud no es un negocio.
Finalmente, el Cuidado refiere a atender las necesidades de las personas mayores en situación de dependencia, niños y niñas, personas con discapacidad severa, enfermedades crónicas y demás individuos que no puedan atender sus necesidades básicas. Todo esto surgió a la luz pública con la pasada pandemia, de la mano del movimiento feminista principalmente: cuidados que estaban relegados a la familia y, sobre todo, a las mujeres sin ningún tipo de reconocimiento ni jerarquización. El Estado debe invertir para sostener una práctica social del cuidado de los necesitados con políticas públicas.
Diagnóstico
La Salud en Córdoba está amenazada por muchos factores, pero el principal y de mayor impacto es la pobreza y la marginación que no dejan de crecer. Hoy más de 40% de cordobeses son pobres (con más del 60% entre los menores de 15 años), a consecuencia de un modelo socio-económico excluyente y concentrador de la riqueza que es hegemónico en la Provincia desde hace décadas como en todo el país. Antes de 1975 en Córdoba solo el 12% de las personas eran pobres.
Junto a la pobreza crecen otras amenazas a la salud colectiva, como el consumo de drogas y el tráfico ilegal que generan enfermedad y violencia encontrando como respuesta una política estatal que ocasiona una escalada mayor de violencia que crece año a año y que afecta sobre todo a los jóvenes de mayor vulnerabilidad social.
Las amenazas ambientales a la salud de los cordobeses son negadas, ocultadas e invisibilizadas. La crisis hídrica en ciernes con disminución progresiva de la cantidad disponible de agua, a la que se suman aguas contaminadas con microcistinas que toman los cordobeses casi a diario, son un ejemplo que debe ser resuelto.
La exposición a agrotóxicos en las zonas agrícolas se refleja en que la mortalidad por cáncer explica entre el 30% y el 50% de los decesos por año en los pueblos agrícolas (en ciudad de Córdoba solo mueren de cáncer el 20% de los vecinos). Este es otro ejemplo de cómo se oculta y se niega que los cordobeses estamos obligados respirar agrotóxicos en dosis crecientes año a año. Es la misma actitud gubernamental cómplice con los desmontes e incendios que crean condiciones ecológicas para la diseminación de enfermedades como el dengue, chicunguña y leishmaniosis, y más sequía y calentamiento.
El calentamiento global, que se expresó en febrero y marzo de este año con olas de calor consecutivas, es una enorme y creciente amenaza a la salud colectiva. Afecta seriamente la salud y aumenta los decesos en personas con fragilidad. Frente a ello, no hay reacción gubernamental y se desoyen las recomendaciones realizadas por la Dra. Sandra Diaz sobre propuestas de mitigación, adaptación y remediación. El gobierno provincial y municipal general eventos para promocionar esquemas de capitalismo verde que buscan crear y aprovechar nuevas oportunidades de negocios entre el colapso ecológico.
La salud de las mujeres sigue amenazada de la forma más elemental: su asesinato. La muerte por la violencia machista continúa como si nada y Córdoba es una de las provincias con mayor cantidad de femicidios, lo que demuestra que no se hace lo suficiente en ese aspecto y con simulación de acciones no se protegen vidas de mujeres y disidencias.
Con respecto a la atención de la Enfermedad, se observa a primera vista un sistema de salud segmentado, uno para ricos y otro para pobres, sin contemplar la prevención bajo ningún punto de vista.
El sistema provincial de salud, el público, es para pobres y casi pobres: un infartado que llegue a la guardia tendrá 3% de posibilidades de recibir un stent, mientras que en los operadores privados llega al 85%. Lo público está bajo ajuste desde 2015.
Su presupuesto, que ya era insuficiente, se volvió aún más. Y en la pandemia, solo logró recuperar el nivel que tenía en 2015. Hasta entonces, el porcentaje del gasto en salud era del 10% del presupuesto provincial, pero bajó al 8% en 2018 y 2019, básicamente porque perdió trabajadores y bajó el valor de sus salarios. Con la pandemia, el presupuesto de salud volvió al 10% como en 2015, pero terminada ésta, el gobernador Juan Schiaretti y su ministra de salud Gabriela Barbas volvieron a bajar el presupuesto, que en 2023 es del 8,1% del total provincial.
En 2015, Salud tenía 12.510 trabajadores registrados, en 2018 tuvo 1.000 puestos menos, terminó 2020 (plena pandemia) con 12.660, prácticamente igual que en 2015. En esos años, el Gobierno Provincial intentaba pasar el manejo (gerenciamiento y gestión sanitaria) de los hospitales provinciales al Grupo Hospital Privado, al que por ahora ha cedido clínicas y hospitales quebrados que tuvo que comprar el APROSS para pasar a los empresarios del Privado.
El equipo de salud esta conducido en base al autoritarismo y la amenaza. De esa manera, lograron avanzar con el ajuste de personal y salarios. Las condiciones de trabajo son cada vez más injustas. No hay posibilidades de realizar una reflexión colectiva entre los equipos, solo la discrecionalidad y el mando vertical tipo policial es lo que impera en hospitales y otros centros de salud. En esos climas de amedrentamiento, delación y amenazas se puede entender que el Ministerio de Salud trate de ocultar la matanza de bebes que ocurría en el Hospital Materno-Neonatal y no hubiera cerrado las salas de nacimiento en abril de 2022. Se priorizaba la imagen del gobierno y no la vida de los neonatos.
La construcción de nuevos edificios y las compras de aparatos (muchísimos en desuso por averías) son oportunidades de negocios en los acuerdos del Gobierno con las empresas constructoras más que políticas de salud. Los hospitales y los nuevos equipamientos tecnológicos necesitan trabajadores que los hagan funcionar, los cuiden y sirvan a curar a los cordobeses. Porque la salud es un servicio de personas para personas. Ahora llegamos a tener hermosos hospitales nuevos con el 10% de los médicos y trabajadores necesarios para funcionar, precarizados en su mayoría, y autoritariamente conducidos para que trabajen al borde de su agotamiento.
Por otro lado, existe el sector de la medicina privada cada vez más concentrado en pocos operadores que se van apoderando de las clínicas que cierran o entran en crisis, subsidiados en muchos casos por la Provincia.
El interés del gobierno está puesto en este sector. Con él, realiza todo tipo de contrataciones y convenios donde el estado provincial o municipal paga por acciones que puede realizar él mismo y los privados facturan. El modelo del Banco Mundial propuesto como reforma neoliberal del Estado (Invertir en Salud – BM 1993) está vigente en Córdoba. El plan del cordobesismo es que los privados manejen toda la estructura de salud pública y pagarles por cápita o prestación tipo PAMI, una mercantilización total de la salud.
Esta estrategia es parte de la política de destrucción de la salud pública cordobesa, empezada con la descentralización realizada por el gobernador Ramón Bautista Mestre en la década de 1990, cuando pasó toda la estructura de salud provincial del interior, construida a lo largo de 60 años, a los municipios y comunas; municipios que no pudieron más que cerrar hospitales regionales, departamentales y vecinales, postas y salas sanitarias de APS y despedir a los trabajadores. Con esa “descentralización”, la provincia se ahorró 3 puntos del presupuesto y las poblaciones del interior quedaron desamparados, hasta hoy.
Las políticas públicas de Cuidado a nivel provincial solo pasan por otorgarle un carnet de afiliado del APROSS a discapacitados y a enfermos crónicos con absoluta discrecionalidad, haciendo solidaridad con el dinero del APROSS que no es propiedad del gobierno sino de los trabajadores a quienes se los descuenta del sueldo los fondos para sostenerlo.
Propuestas
Se debe cambiar radicalmente la concepción de la salud, abandonar los criterios mercantilistas y considerar a la Salud como un Derecho Humano de todos y como una exclusiva responsabilidad del estado.
Nuestra propuesta es exactamente la contraria a la implementada los últimos 20 años: hay que construir un potente sistema público de salud poniendo como eje de éste al equipo de salud. Un Sistema de Salud Único, Gratuito, Universal y de Calidad para todas y todos.
En ese sentido, también se debe cambiar la forma autoritaria y verticalista de conducción de los equipos de salud y devolverles a estos la capacidad de reflexionar sobre su trabajo y de buscar la mejor manera de organizarse para cumplir sus responsabilidades sociales. La mirada colectiva e inter y multidisciplinaria es fundamental para orientar el trabajo de los equipos de salud, con una política centrada en la prevención.
Los trabajadores de salud deben dejar de ser pobres, recibir un salario acorde a la canasta familiar indexado mensualmente de acuerdo a la inflación, deben ser todos y todas de planta permanente y con derechos laborales. Los equipos de trabajo deben estar completos, con todos los agentes que sean necesarios según las pautas sanitarias internacionales. Debe existir una Política de Capacitación gratuita y permanente de los trabajadores de salud. El estado no puede ahorrar sobre la base de la salud y la enfermedad de los cordobeses.
Es preciso reconstruir la red pública de atención del interior provincial, con el equipo y personal necesarios.
Desarrollar un área de producción pública industrial de medicamentos para sostener el acceso a los medicamentos por parte de la población y sacar a los remedios de la lógica comercial, son un bien social no una mercancía.
Estas y otras iniciativas requieren duplicar el financiamiento directo en salud del presupuesto pasando de cerca de menos del 10% al 25 %, con recursos de la impagable deuda pública que ha contraído el gobierno y de los subsidios con que la Provincia protege al agronegocio. Plata hay.
Desde y con la mirada de la Salud Colectiva se debe enfrentar y solucionar la contaminación creciente con agrotóxicos, la crisis hídrica y desarrollar políticas urgentes de adaptación y mitigación del cambio climático. Con el mismo criterio, como política de salud debemos reclamar el cambio de actitud sobre el tráfico y consumo de drogas, legalizando el consumo para poder generar políticas públicas que lo desalienten y prácticas de cuidado y rehabilitación de los adictos, simultáneamente se debilitará la influencia que este mercado ilegal tiene sobre los políticos y las fuerzas de seguridad/policial.
Apoyamos incondicionalmente la lucha que están llevando los equipos de salud en toda la provincia. Rechazamos la precarización laboral, ningún trabajador de salud puede cobrar salarios por debajo de la línea de pobreza.
Solo la izquierda plantea una salida de fondo, por conceptualizar, a diferencia del resto a la salud como un Derecho Humano y una responsabilidad social indelegable del estado. Debemos terminar con la mercantilización de la salud y el saqueo de los bienes comunes que provocan enfermedad y muerte.
(*) Médico Pediatra y Neonatólogo. Fellow en Epidemiología Perinatal e Investigación Clínica (CLAP-OPS). Docente Cátedra de Clínica Pediátrica de la Fac. de Cs. Médicas de la UNC. Ex Subsecretario de Salud de la Ciudad de Córdoba. Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud / Médicos de Pueblos Fumigados. Secretario General de APDH Córdoba.
(**) El presente texto es una adaptación de una ponencia realizada en la actividad Pensando la Salud en Córdoba, realizada el lunes 16 de abril en la sede del Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba, donde participaron autoridades sanitarias y médicxs representantes de distintos partidos políticos. Fue publicado en el presente portal por propuesta del propio autor.